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El pueblo que cae al mar mientras los lugareños dicen que “nadie puede ayudarlos” en Inglaterra

En solo dos décadas, en un pueblo de origen medieval de la costa inglesa, mucha gente ha perdido su casa. La zona en la que viven cientos de familias está destinada a desaparecer, según los expertos.

Iglesia de Santa María en Happisburgh, aún en lo alto. Foto: John Fielding
Iglesia de Santa María en Happisburgh, aún en lo alto. Foto: John Fielding

En la parroquia de Santa María de Happisburgh, en Norfolk, al extremo este de Inglaterra, los aldeanos rezan por su fe, por los voluntarios que manejan su famoso faro rojo y blanco del siglo XVIII, por aquellos que trabajan en el mar del Norte y por el futuro de su territorio debido a que su costa es una de las que mayor erosión presenta en Reino Unido.

Happisburgh es una comunidad con una población superior a las 1.400 personas que viven en unas 600 casas. El pueblo contiene una iglesia, la de Santa María, una impresionante casa señorial, edificios catalogados y un famoso faro de rayas rojas y blancas.

Aunque ahora es un pueblo costero, los registros históricos señalan que Happisburgh perdió más de 250 metros de tierra entre 1600 y 1850. La rápida erosión que se produce en este lugar lleva a procesos que en otros sitios pueden llevar miles de años.

Se estima que el pueblo perderá, aproximadamente, más de 97 metros durante los próximos 30 años y que las casas, iglesia y otras construcciones instaladas en el lugar se perderán con el mar a medida que la costa de Norfolk se desmorone.

Happisburgh en 2001 y 2014. La región enmarcada de amarillo del lado derecho muestra la perdida de terreno en comparación al de la izquierda. Foto: Mike Page

Happisburgh en 2001 y 2014. La región enmarcada de amarillo del lado derecho muestra la perdida de terreno en comparación al de la izquierda. Foto: Mike Page

En tanto, parte de la zona antigua de Happisburg desaparecería antes del 2105, según informes divulgados por expertos y por la propia población.

Mike y Jane, dos agricultores jubilados, compraron su propiedad en lo alto del acantilado para poder ver a los delfines saltar desde el mar. Sin embargo, ahora viven con el temor de que la casa de sus sueños se hunda bajo las olas.

La pareja menciona que el borde del acantilado está cada vez más cerca y que un día llegará a su puerta principal.

“El calentamiento global debe estar teniendo un efecto, con el aumento general del nivel del mar. Pero nadie puede hacer nada para ayudarnos“, concluye Jane, de 78 años.

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