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La verdad detrás del supuesto control del coronavirus en Venezuela por parte de Maduro

El jueves 14 de mayo, el presidente del país petrolero anunció la extensión de la cuarentena a pesar de que la COVID-19 no ha afectado gravemente a Venezuela, en tanto la escasez de gasolina vuelve a sumergir en caos a toda una nación.

Un trabajador sanitario posa mientras hace guardia en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, como parte de las medidas contra el coronavirus en Venezuela. Foto: EFE
Un trabajador sanitario posa mientras hace guardia en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, como parte de las medidas contra el coronavirus en Venezuela. Foto: EFE

El Gobierno de Nicolás Maduro dice haber contenido la propagación del nuevo coronavirus en Venezuela, pero mantiene inamovible la cuarentena declarada hace dos meses. La razón, según analistas, va más allá de la pandemia: una agravada escasez de gasolina que impide reactivar la economía.

Aunque los reportes oficiales cifran en solo 10 las muertes por el virus en el país, con 455 casos hasta el jueves 14 de mayo, Maduro extendió el martes por 30 días más el “estado de alarma” vigente desde marzo.

Toda actividad laboral, salvo en sectores esenciales como alimentación o salud, permanece suspendida.

No hay señales de levantamiento progresivo del confinamiento, pese a que millones de venezolanos se ven forzados a romperlo para ganarse la vida en la calle en medio de una severa crisis, con seis años de recesión, hiperinflación y el colapso de servicios como agua y electricidad. “No podemos confiarnos”, expresa Maduro.

“Detrás de esta estructura draconiana de cuarentena está el gravísimo problema del combustible”, comenta a la AFP Asdrúbal Oliveros, director de la firma financiera Ecoanalítica.

Ante una curva de contagio “benevolente” en comparación con otros países, “pudieras permitir que sectores donde hay poca interacción social se abrieran bajo ciertas normas” o “diseñar cuarentenas regionales, focalizadas, dependiendo de dónde estén los brotes”, opina Oliveros.

Kilométricas filas de vehículos bordean gasolineras en Caracas, que se había mantenido a salvo del desabastecimiento de nafta, crónico hace años en regiones fronterizas.

Con un sistema de refinación semiparalizado entre denuncias de errático manejo y corrupción, la escasez explotó en el país con mayores reservas de crudo. Sanciones de Estados Unidos que cerraron vías de financiamiento fueron la puntilla.

“La gasolina pesa muchísimo (...). Si hoy el Gobierno decidiese relajar la cuarentena, la gente encontraría que no puede ir a trabajar (...), no hay cómo movilizarse”, dice a la AFP Henkel García, director de la consultora Econométrica.

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