Seis estilos

Jair Bolsonaro. Inmersión total en el espacio publicitario del virus. Luego de que Brasil tuvo al primer sudamericano infectado, el presidente brasileño empezó un suave vía crucis, ante cámaras, que lo llevó desde mandatario en peligro hasta el reciente descubrimiento de que no tenía nada. Así, hasta este momento prácticamente ha sido el protagonista de la epidemia en su país.

Giuseppe Conte. El primer ministro italiano ha liderado en occidente la estrategia de que a grandes males grandes remedios. Sus políticas de bloqueo y cuarentena a gran escala (todo el país en este momento) han ayudado mucho a animar a diversos gobiernos del mundo. El papa Francisco ha seguido la pauta, al declarar el cierre de las iglesias por un tiempo y una sequía de agua bendita.

Moon Jae-in. Luego de un desborde inicial causado por una secta fundamentalista, apeló a la reconocida disciplina de su pueblo, y ha logrado, en democracia, resultados parejos a los de China. En el proceso Corea del Sur recibió las condolencias de Corea del Norte. Sobre esta encajonada dictadura no hay casos reportados, algo quizás comprensible por el aislamiento, o la censura.

Donald Trump. Negó la realidad epidemiológica de plano, y ha tenido que tragarse sus propias palabras. Con esa actitud y la consiguiente demora agravó las caídas de las bolsas. Pero el aparato de salud de los EEUU se puso en marcha casi a pesar de Trump, quien ha insistido en que él no va a contagiarse. Sus enemigos lo escuchan en silencio.

Martín Vizcarra. No ha establecido un vínculo personal con el virus. Asumió el anuncio del primer caso, y lo ha hecho con todos los pasos de la campaña sanitaria. Sin embargo, ha dejado buena parte del escenario a los profesionales de la salud. Ha tomado medidas drásticas, unidas a virtuales súplicas de que el pueblo peruano se discipline en el tema.

Xi Jinping. Llegó tarde y resolvió las cosas temprano. Actuó a toda velocidad, pero tomó distancia personal frente al tema, hasta que lo peor quedó solucionado. Recién entonces visitó el epicentro de Wuhan hace menos de una semana. La inclinación fue a tratar al virus como un problema propio, por el origen y la magnitud.