Continente contagioso
“Nuestra bulla comparada con la de nuestros vecinos es mínima, pero ha bastado para reforzar los efectos del declive en la economía mundial”.
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Un titular de ayer en Global Finance plantea que “Los inversionistas temen que los estallidos se están volviendo la nueva normalidad en Sudamérica”. Sin duda es el momento de que surja este tipo de temor, que engloba a toda la región en un mismo tipo de dinámica, en que los casos nacionales más dramáticos van a afectar la percepción de los menos serios.
Para el Perú esto es preocupante. A pesar de una disolución del Congreso, en estos días nos sentimos libres de situaciones como las de Bolivia, Chile o Ecuador, y no nos gusta la idea de que los mercados mundiales nos midan con la misma vara. Pero el efecto de contagio económico parece inevitable, casi seguro. En algún sentido, estamos en el mismo saco.
Las previsibles caídas de valor de los papeles financieros en los países agitados se vienen dando, pero todavía con relativa moderación. En Ecuador el bono oficial cayó cinco puntos, en Bolivia cuatro, en Chile tres. También la devaluación ha sido leve. Pero está claro que la economía va a ser el terreno de la siguiente etapa de los actuales conflictos.
En el Perú, después de cinco años en que se ha privilegiado el ahorro local, ha empezado desde hace dos meses una leve tendencia a mover dinero hacia el exterior. Esto a pesar de que el crecimiento pronosticado para el 2020 está entre los más altos de América Latina. Sin embargo el pronóstico para Bolivia es (¿era?) todavía más alto. La lógica del problema no es lineal.
Un factor de probable contagio es la naturaleza impredecible de los conflictos en curso, su posible impacto en futuras elecciones. Así, la relativa buena conducta cívica de un país como el Perú puede terminar teniendo poco peso en una visión negativa de conjunto sobre América Latina, y abriéndole las puertas a una profecía autocumplida.
La idea de que el llamado ruido político afecta la marcha de la economía puede ser puesta de lado mientras los decibeles no lleguen a un cierto punto. Nuestra bulla comparada con la de nuestros vecinos es mínima, pero ha bastado para reforzar los efectos del declive en la economía mundial. El descontento hoy en el Perú no es solo político.
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