Patricio Quintanilla ,A veces me preguntan si me gustan los toros y mi respuesta es que por supuesto me gustan los toros, pero considero conveniente hacer la precisión: “Me gustan los toros, pero no los toreros ni las corridas”. Las personas que me conocen no me hacen la pregunta, porque saben la respuesta. La verdad no llego a entender cómo algunas personas (espero que cada vez sean menos) disfrutan viendo un espectáculo en el cual se martiriza un pobre animal, en lucha desigual entre un ser “inteligente”, que se supone es el torero, armado con una espada, contra una pobre bestia, además disminuida en momentos previos, con todo tipo de agresiones que se le practican, además de los otros animales que se les involucra, como los caballos; se dice que estos individuos son valientes. Me gustaría verlos en un espectáculo, desarmados y en la arena con un tigre de bengala; ahí se podría decir que son valientes. Se han conocido algunos casos que devuelven la fe en el ser humano, como la prohibición de las corridas de toros en Cataluña (España), que después por una razón incomprensible, para mí, los madrileños retiraron la prohibición. Señor de los Milagros Me imagino que el Señor de los Milagros con su bondad y sabiduría infinita debe estar molesto, porque utilicen su nombre en estos espectáculos; sería conveniente que la congregación religiosa de Las Nazarenas, encargada de la custodia del Cristo Morado, haga una protesta por el uso de su nombre. Estoy seguro que Él no ve con desagrado el beneficio de animales para el consumo humano, porque la Ley Divina es que el animal está al servicio del hombre para satisfacer una necesidad, como es la alimentación, pero no esta sádica actividad. A pesar que no lo condeno, algunos de nosotros no consumimos carne de mamíferos. Causas He tratado de encontrar las causas de ello y solamente puedo especular con algunas: •Instinto tanático muy desarrollado, con un placer por la muerte y acciones relacionadas, que debe ser consecuencia de un rasgo atávico, que no sabemos desde cuándo se remonta; esperamos que con el tiempo se pierda. •Es un gran negocio para los promotores, por la cantidad de dinero que estimo se mueve, por lo que sacrifica el buen sentir por un buen ingreso. Las autoridades, conscientes de la corriente ecoamigable, vigente en el mundo, deberían imponer impuestos elevados. •Se considera que es un símbolo de estatus ir a la plaza de toros, tomar vino en bota y participar en este lamentable espectáculo. Qué pena por las personas que así lo sienten. Conclusiones Por donde se le quiera ver, es un espectáculo insensible que atenta contra los animales, bochornoso y denigrante para quienes lo practican y lo disfrutan. Felizmente, para el mundo, son pocos los países que permiten esta práctica y que están disminuyendo; dice bien de la sociedad. Algunos países permiten los pases, pero sin atentar contra el toro. Se debe aplicar altos impuestos a esta actividad para desincentivarla, y adicionalmente, esos recursos para el Estado, se pueden aplicar a un noble destino. Espero que el nivel cultural y sensibilidad de nuestro país mejore y salgamos del grupo de países que aún lo aprueban y que ciertamente no están entre los más desarrollados. Es mi punto de vista. ♣