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Alfredo Bryce cerró la FELIZH 2019

Despedida. El autor de Un mundo para Julius puso el broche de oro a la Feria de Libro Zona Huancayo y recordó, entre sus amigos, a J. R. Ribeyro y Gabriel García Márquez.

Homenaje. El escritor Alfredo Bryce Echenique recibe de pie los aplausos con los que fue ovacionado en la FELIZH.
Homenaje. El escritor Alfredo Bryce Echenique recibe de pie los aplausos con los que fue ovacionado en la FELIZH.

Por Sandro Bossio Suárez

Eran las 12 del día del domingo 30 de junio. El auditorio de la FELIZH estaba, como nunca, completamente atiborrado. Bryce Echenique ingresó y abrió los brazos, juntó las manos, habló fuerte por el micrófono: “Es formidable estar en Huancayo”. Willy Mateo, el organizador de la feria, y Germán Coronado, su editor, lo acompañaron para presentar Permiso para retirarme. Antimemoria 3, su último libro, según el escritor.

“Mi padre no estuvo de acuerdo con que me dedique a la literatura, en cambio mi madre sí me apoyaba. Mi primer libro cumplió medio siglo. He escrito mucho, estoy contento con lo hecho, he cumplido con todos y, sobre todo, conmigo mismo”, confeso al público.

Anunció que Permiso para retirarme. Antimemorias 3 es un libro cabalístico que, realmente, lo alejará de la escritura. Pero siempre hay voces contrarias y es que Willy Mateo le pidió en nombre de todo Huancayo que siga escribiendo. Todos aplaudieron más que nunca. Bryce Echenique no dijo nada. Después partió a Tarma. Pero esa es otra historia.

Recuerdos de Julius

Tiene la mirada respetable, cubierta por espejuelos redondos, y el cabello rubio y entrecano velado por una gorrita a cuadros, y conserva las manos entrelazadas, puestas sobre sus piernas cruzadas, como siempre que conversa con alguien.

Alfredo Bryce Echenique. Lo conocí hace años, en Madrid, cuando estaba de moda El huerto de mi amada, y parece que la edad, el tiempo, las ilusiones no han pasado para él porque otra vez está aquí, en Huancayo, completamente lúcido y sagaz. Nos cuenta que conoció Huancayo a los 12 años y que, sin que la gente lo haya visto, lo ha visitado muchas veces. Ahora que ha cumplido 80, sigue locuaz, como antes, y sigue siendo un hombre elegante, suntuoso, completamente ingenioso. “He vivido más de 40 años en el extranjero, pero siempre tenía presente al Perú y siempre quería volver, sobre todo a los lugares donde viví mi infancia”, dice en su forma habitual de hablar.

Sus ojos se abren y cierran con rapidez, y, ante una pregunta, la memoria le viene a raudales y responde que extraña a un amigo entrañable: Julio Ramón Ribeyro. Tuvo muchos amigos, lo confiesa, pero Julio Ramón fue el más intrínseco, el inseparable, con quien realmente compartió vida: “Mi amistad con Julio Ramón Ribeyro es sagrada. Nos conocimos en París. Él escuchó que había allí un escritor que estaba escribiendo algo, y le entró curiosidad y vino a verme. Fuimos amigos para siempre. Nos reíamos mucho. Corregíamos nuestros libros antes de mandarlos a la imprenta. Y ahí venía también Vargas Llosa, que vivía en Barcelona, y almorzábamos juntos. Era muy agradable”, dice Alfredo.

La voz de Bryce Echenique es lenta, suave, ponderada, y ahora habla de sus amistades con grandes personajes, con Julio Cortázar, con Carlos Fuentes, con Almudena Grandes, con García Márquez. “Yo disfruté mucho de la compañía de García Márquez, era muy divertido, muy hábil, profundamente inteligente, y un hombre muy sencillo, completamente lúcido. Era un gran amigo. Recuerdo un increíble viaje, en el yate de Fidel Castro, que hicimos con García Márquez, con Ribeyro, con el presidente de España Luis Felipe González, y la pasamos de maravilla”, rememora.

Dice que después García Márquez lo invitó a enseñar en la Escuela de Cine Latinoamericano, en San Antonio de los Baños, en Cuba, donde trabajó seis meses. “Fueron épocas espléndidas”, dice.

Nos toca hablar ahora un poco de política, sobre todo de la época de Fujimori, a quien él se enfrentó con colaboraciones periodísticas que terminaron en 1995, con el cierre definitivo de la revista Oiga debido al acoso tributario de la dictadura.

¿Y su amistad con Joaquín Sabina? Sabemos, claro, que cuando el cantante español viene al Perú, Bryce se echa a acompañarlo en las madrugadas, porque son extraordinarios amigos. No hace mucho el cantante ha pedido –y en verso– que se le otorgue el Premio Cervantes a Bryce Echenique porque el autor tiene una de las mejores novelas escritas en español. “Sabina es un gran hombre, un estupendo músico, un hombre íntegro”, concluye Bryce.

Bryce: “Mi primer libro cumplió medio siglo. He escrito mucho, estoy contento con lo hecho”.

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