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Ser libre lejos de Lima

La segunda versión del concurso “Narra la Independencia desde tu Pueblo” recogió investigaciones reveladoras y políticamente incorrectas sobre el proceso emancipador. Esta semana se premió a los tres primeros puestos y a las menciones honrosas.

Ser libre lejos de Lima. Foto: difusión.
Ser libre lejos de Lima. Foto: difusión.

Un mes antes de la proclamación de la independencia, el generalísimo don José de San Martín se reunió con su tocayo, el virrey José de la Serna y Martínez de Hinojosa, I conde de los Andes. La cita fue en la hacienda Punchauca (en el actual distrito de Carabayllo). En las negociaciones, el santo de la espada exigió la rendición del Virreinato del Perú. La Serna le dijo que no, pero también que entregaría Lima para evitar derramamientos de sangre. Fue así como el 28 de julio de 1821, mientras San Martín daba su histórico balconazo en la Plaza Mayor de Lima, el virrey y sus tropas se encaminaban al Valle del Mantaro para sentar la nueva capital virreinal. En el camino sufrieron el acoso de montoneros y fue entonces cuando llegó una carta enviada por la Real Audiencia de Cusco invitándolo a instalar la nueva capital del virreinato del Perú en la otrora capital inca. La misma ciudad que cuarenta años antes había sido epicentro de la rebelión encabezada por José Gabriel Condorcanqui, que apenas siete años antes había sido escenario de la rebelión de los hermanos Angulo y del cacique Mateo Pumacahua.

El Cusco fue la ciudad que recibió al virrey La Serna y su corte con fiesta y feriados. Por si fuera poco, fueron alojados en el céntrico Palacio del Almirante previo “blanqueo” de la urbe (las casas fueron pintadas de blanco). ¿Qué sucedió en el Cusco de 1821? ¿por qué estos detalles fueron obviados y ocultados por la historia oficial? Con más preguntas que respuestas, el joven historiador y exregidor municipal de Cusco, Oscar Cáceres Quispe, emprendió una reveladora investigación que terminó con una mención honrosa en el segundo concurso “Narra la Independencia desde tu pueblo, tu distrito o tu ciudad”.

El nuevo despotismo

Para el historiador Luis Alberto Rosado Loarte -ganador del primer concurso Narra la Independencia-, mientras San Martín declaraba la independencia en Lima y el virrey La Serna se instalaba cómodamente en Cusco, en el ahora denominado norte chico (Huacho, Huaura, Checras, etc.) epicentro de las primeras manifestaciones emancipadoras, se producía un simple “cambio de déspota”. Rosado obtuvo una mención honrosa con el ensayo “Checras en la independencia, 1820-1825: efugios y retrecherías de un gobernador político militar despótico”, en este nuevo concurso.

Ser libre lejos de Lima. Foto: Zoraida Quintanilla.

Ser libre lejos de Lima. Foto: Zoraida Quintanilla.

Al otro extremo del Virreinato del Perú, en Tacna y Arica, sucedía un fenómeno similar. “Los nombres de España y del Perú estaban ausentes del discurso local” -sostiene el historiador e ingeniero Ben Yúsef Yábar Vega. En su revelador ensayo “El partido de Arica durante la era de las revoluciones” (merecedor también a una mención honrosa), Yábar identifica una creciente competencia económica entre Arica con Tacna y Arequipa. “Para los libertadores locales, para los patriotas tacneños, el proceso emancipador fue la oportunidad para emerger como clase social”, sostiene Yábar. Al parecer, el enemigo era Lima más que España, según se desprende de los discursos emancipadores de personajes como Francisco Antonio de Zela. Muy cerca a Tacna, en las provincias de Azángaro y Lampa (Puno), se desarrollaba un fenómeno similar que involucró a varios ayllus abiertamente realistas. El interesante y poco conocido fenómeno es el tema central de uno de los tres ensayos ganadores, titulado “¿Ayllus Realistas? Las tropas del rey en el partido de Azángaro y Lampa en el ocaso del poder virreinal”, escrito por el historiador Roberto Ramos Castillo. En este se describen escenarios y personajes que se mantuvieron fieles a la corona española mientras que en Lima se proclamaba la independencia.

Siempre en el sur, pero más cerca a la capital, se repite aquello de que “en Ica nació la paz”. Sin embargo, la profesora Jessica Morey Ramírez revela detalles de cómo los patriotas que desembarcaron en Pisco poco a poco ganaron desprestigio tras acontecimientos como los “cuatro días de terror” (que empezaron el 7 de noviembre de 1819), cuando cientos de marineros de la expedición patriota liderada por el almirante Thomas Cochrane saquearon la urbe luego de vencer a la guarnición realista que protegía el puerto. El ensayo “Hasta la derrota de Canterac. Ica durante la independencia 1818- 1822″, también mereció uno de los primeros premios del concurso. Pero fue aquisito nomás, en la provincia limeña de Huarochirí -que por aquellos años era la despensa de Lima- donde también se produjo una rebelión que, incluso, antecedió a la de Túpac Amaru II. En los años del proceso emancipador, Huarochirí también fue un espacio estratégico, pues abastecía el determinante factor logístico (desde carne hasta alfalfa para la caballería, pasando por leña y otros productos de uso frecuente en las campañas militares) de las tropas realistas y patriotas. Sin embargo, Huarochirí también fue víctima de la política de tierra arrasada aplicada por ambos bandos. Fue así como, tras las jornadas emancipadoras, sus autoridades y pobladores fueron tomando distancia de los patriotas. “No solo se llevaron los recursos, también se llevaron la confianza”, sentencia el profesor Erik Félix Asencio, ganador de esta segunda versión del concurso, con el ensayo titulado “Lo que se llevó la independencia: contribuciones, abusos y saqueos en Huarochirío durante la guerra de independencia (1821-1824)”. Lo mejor, empero, fue reunir a los autores en la sala de actos de la Casona de San Marcos, donde los historiadores Cecilia Méndez, Juan Carlos Estenssoro y Carlota Casalino -organizadores del concurso- comentaron cada uno de los ensayos y compartieron con los invitados una jornada de premiación y confraternidad que, sin duda, reafirma que el concurso “Narra la Independencia desde tu Pueblo” se ha convertido en la mejor forma de seguir celebrando el Bicentenario de la Independencia.

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