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Domingo

Santiago Cueto: “Salvo una o dos excepciones, las propuestas en educación han sido muy pobres”

El investigador subraya que el sector educación debe tener un sistema de monitoreo más activo para identificar lo que tiene impacto en los aprendizajes y replicarlo, así como descontinuar lo que no funciona.

Psicólogo educacional, director ejecutivo de GRADE, experto en temas de educación y desarrollo humano. Foto: Jorge Cerdán.
Psicólogo educacional, director ejecutivo de GRADE, experto en temas de educación y desarrollo humano. Foto: Jorge Cerdán.

Santiago Cueto es doctor en psicología educacional e investigador del grupo peruano que participa en Niños del Milenio, un estudio de la Universidad de Oxford que, desde el 2001 hasta la actualidad, monitorea la vida cotidiana de niños de Vietnam, Etiopía, India y Perú para saber de qué forma la pobreza afecta su educación y otras áreas de su desarrollo. Antes de la pandemia los visitaban con regularidad para hacer sus reportes. Hoy siguen en contacto vía telefónica. Cueto nos adelanta una conclusión que nos interesa: de los cuatro países, la educación de los niños peruanos fue la más afectada durante la emergencia sanitaria. Vietnam, pese a ser un país tan desigual como el nuestro, nos llevó gran ventaja porque allá, dice el experto, la educación es una prioridad que va más allá del discurso, mientras que acá las promesas de los políticos no se traducen en acciones. En esta entrevista, el experto hará un balance de lo que fue el año escolar 2020, de las promesas de los candidatos presidenciales sobre educación y de los errores que no debe repetir el sector este 2021.

¿Cuál fue la mayor dificultad que encaró la familia peruana durante el año escolar 2020?

La principal limitación fue el acceso a recursos de aprendizaje a través de internet. El Ministerio de Educación hizo un gran esfuerzo por crear la plataforma Aprendo en casa que se difundió por la televisión pública, la radio y el internet, pero en el caso de este último canal, la conectividad de las familias era muy limitada. Muchos no tenían laptops o computadoras ni señal de internet. Los niños, sobre todo los de las escuelas públicas, han seguido sus clases compartiendo el celular de uno de los padres que tenían que usarlo también para trabajar y estaban muy preocupados por lo que gastaban en las recargas.

Todo se volcó a la virtualidad, pero ¿fue realmente eficaz la educación a distancia?

Esto no es nuevo en el sector educación. En los años setenta se trabajó mucho la educación a distancia, había un Instituto Nacional de Teleeducación, pero en años siguientes no se siguió con esa línea de trabajo. En la década pasada tuvimos programas de educación digital, el más famoso fue Una Laptop por Niño (OLPC, su sigla en inglés), que tampoco se continuó. El problema del sector, como en muchos otros, es la falta de continuidad, es el complejo de Adán: llega una persona y dice ‘lo anterior no sirve y vamos a reemplazarlo por esto’ sin tener evidencia. El año pasado nos encontró muy poco preparados. Los que terminaron peor las clases fueron los de siempre: los estudiantes más pobres y los de zonas rurales, esos chicos que vimos subiendo a las montañas para captar una señal.

En un artículo de mediados del año pasado rescataba que lo positivo de las clases remotas era que madres y padres pasaban más tiempo con sus hijos y que conocían más de cerca el trabajo de los docentes. Pero esta no fue la realidad de muchas familias cuyos padres tenían que trabajar o estaban saturados por las tareas del hogar...

Totalmente de acuerdo. La desigualdad es un tema histórico en el Perú que ha ido mutando con el tiempo. Hace unos setenta años, el gran reto de la educación era la alfabetización. Hubo grandes campañas para matricular a los niños en las escuelas, y se pensaba que la equidad se lograría con el acceso, y se logró muchísimo: antes de la pandemia más del 90% de los niños asistían a la escuela primaria. Pero superado esto, la nueva forma de inequidad se expresó en la calidad de las escuelas públicas a donde acceden los más pobres. A esto se suma la inequidad de la brecha digital, pues para tener una buena educación se requieren recursos como dispositivos digitales y acceso a internet, lo que no es posible para todos.

¿Qué pudo hacer mejor el Estado para que los estudiantes aprovecharan sus clases?

Se me viene a la mente todo lo que debió hacerse antes [de la pandemia]. Por ejemplo, los docentes no tienen programas de educación a distancia, ni de aprendizaje de medios digitales en su educación integral; las escuelas no tienen laboratorios de cómputo o tablets, ni señales digitales; venimos hablando de la cuarta revolución industrial [o revolución de las nuevas tecnologías] desde hace tiempo y no estábamos preparados, es una omisión muy grave. En los últimos veinte años, por lo menos, no concretamos nada. Se intentó, pero no se tuvo éxito.

Otros países como Chile y Argentina tenían plataformas educativas antes de la pandemia, aquí nos hemos tenido que adaptar sobre la marcha...

Por ejemplo, Uruguay tiene un programa de aprendizaje digital desde hace muchos años llamado el Plan Ceibal, ellos han estado mucho más preparados. En el Perú se habla mucho de la educación, pero han sido pocos los que le han dado énfasis. Tal vez Toledo con el aumento de sueldo a los docentes empezó a romper la inercia; luego, el ministro Jaime Saavedra hizo un importante puje en el sector aumentando de manera significativa el presupuesto, y tenía varias iniciativas, pero fue censurado por el Congreso. Ya lo ves, cuando empiezan los avances parece que al país no le gustara y botan a quien tenga que irse. A Saavedra inmediatamente lo llamó el Banco Mundial para que dirigiera su oficina global de Educación.

La deserción escolar fue otro golpe de la pandemia, según el Ministerio de Educación, 230 mil escolares dejaron de estudiar en 2020. ¿Qué pasará con esos chicos?

Te respondo con evidencia: en Niños del Milenio, por ejemplo, vemos que los chicos que nacieron el año 1994, que venían de la época de la crisis económica y de altos niveles de pobreza, tuvieron menores niveles educativos que los niños nacidos en 2001, que nacieron con la restauración democrática y un mayor crecimiento económico. Sí, la pobreza y falta de oportunidades educativas afectarán a los chicos que dejaron ir a clases en 2020 y tendríamos que empezar a pensar no solo en cómo vamos a recuperar las clases con los que están ahora, sino cómo haremos para recuperar a los que las han abandonado.

¿Qué le parecieron las propuestas sobre educación de los candidatos?

Salvo una o dos excepciones, han sido muy pobres. Algunos ofrecieron construir colegios, pero no los necesitamos en gran medida, lo que necesitamos es mejorar la infraestructura de los que ya existen. Otros dijeron que debemos contratar más docentes, es cierto, el número de profesores por estudiante ha ido bajando en los últimos años, pero lo que requerimos con urgencia son mejores docentes, hay que trabajar en su desarrollo profesional y capacitarlos en el uso de las TIC’s [tecnologías de la información y la comunicación]. Y lo que se volvió una carrera de caballos fue el aumento del presupuesto para educación, todos lo prometieron sin detenerse a pensar: la Ley General de Educación dice que debería aumentarse gradualmente hasta llegar al 6% del PBI (hoy está entre el3y4%) pero no se ha llegado ahí porque para hacerlo habría que restarles presupuesto a otros sectores, no se trata de prometer cosas alegremente sino de explorar la viabilidad.

Algunos expertos dicen que la pandemia marcó un punto de quiebre, que se optará por una educación mixta entre lo presencial y lo virtual...

Así como decimos que el teletrabajo llegó para quedarse, también habrá cambios en la educación, pero aún no están del todo claros. El reto de la inversión digital es monumental, no solo se trata de proveer dispositivos a los escolares, también se debe crear un sistema de soporte, las computadoras se malogran. Sin embargo, más allá de las reformas logísticas, se debe prestar atención a las visiones contemporáneas de la educación. La visión tradicional entendía que los alumnos debían memorizar fechas de batallas y fórmulas matemáticas, ahora se habla del aprendizaje de habilidades y competencias. El mundo está cambiando a un ritmo acelerado y los estudiantes necesitan habilidades cognitivas y socioemocionales para seguir aprendiendo, deben discriminar lo que es falso, aprender a trabajar en grupo, a tener cierta disciplina para alcanzar sus metas. Una forma de modelo mixto como planteas tendrá que seguir en esta ruta. Este es el tipo de debate que deberíamos tener ahora en lugar de cuánto del PBI debe ir a Educación.

Habla de trabajos grupales, de desarrollo cognitivo, y yo me pregunto qué tanto perdieron los escolares el año pasado al no poder ir a sus escuelas, muchos padres estaban preocupados porque sus hijos perderían sus habilidades para socializar...

Nunca debemos olvidar que las computadoras son herramientas para el aprendizaje, pero el vínculo humano es lo esencial en la educación, y, bueno, se ha perdido un poco por la pandemia, pero algunas escuelas lograron hacer actividades en grupos virtuales, los docentes han sido muy ingeniosos para enganchar a sus alumnos.

Ya que habla de ingenio, se me viene a la cabeza el profesor huancavelicano Walter Velásquez que en pleno estado de emergencia creó un robot para motivar a sus alumnos a seguir estudiando...

Sí, Walter es un capo, y necesitamos muchos profesores como él. En educación hemos tenido muchas políticas que han venido de la cúspide y no funcionaron. En la reforma educativa de los 70′s, por ejemplo, un grupo de expertos ideó un documento que hablaba del nuevo hombre peruano, que no tuvo mayor impacto a pesar de tener ideas interesantes porque no se conectaba con la gente. Tal vez la nueva Educación debería empezar por empoderar y dar recursos a las escuelas y alentar a que las iniciativas de los buenos profesores como Walter se repliquen en otros colegios.

Hablemos del año escolar 2021 que acaba de empezar. ¿Se deberían abrir las escuelas con aforo reducido?

La iniciativa del Minedu de abrir parcialmente ciertos colegios, en zonas donde el contagio es bajo, es interesante. Pero esto no solo debe ser visto desde el aspecto epidemiológico sino también desde la salud mental de los padres que necesitan tiempo para sus trabajos y para ellos mismos, creo se deberían tomar medidas que permitan tener clases seguras en programas piloto que se puedan ir evaluando.

¿Qué errores no debe volver a cometer el Gobierno?

Te hablo de errores del pasado: el programa OLPC implementado en el gobierno de García fue una iniciativa interesante, se compraron 800 mil laptops que se repartieron entre los escolares de escuelas públicas. Sin embargo, una evaluación arrojó que su uso no había elevado los niveles de lectura y matemática. La explicación fue que el Minedu no había previsto introducir programas pedagógicos en las laptops, que eran usadas por los escolares como máquinas de escribir para copiar la pizarra o para escuchar música o tomarse fotos. No le dieron un buen uso a una herramienta tan potente. Lo que no podemos hacer ahora es simplemente dar el dispositivo sin que haya un modelo pedagógico detrás, es como poner la carreta delante del caballo. Yo sé que el Minedu estuvo trabajando en lo que iba a incluirse en las tablets (el millón que prometió Vizcarra), habrá que ver cómo las usarán.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.