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Mike Bravo, el reflejo de Marilyn Manson

El imitador de Marilyn Manson es un ingeniero naval que ha vuelto a ver a su hija después de mucho. Gracias a su tribuna en ‘Yo soy’, habla de la alienación parental y cuestiona los despidos masivos en la Marina, donde sirve desde hace una década.

Mike ha dejado Facebook y WhatsApp, pero se comunica con sus fans por Instagram. Su cuenta es @mike1bravo. Foto: John Reyes/La República
Mike ha dejado Facebook y WhatsApp, pero se comunica con sus fans por Instagram. Su cuenta es @mike1bravo. Foto: John Reyes/La República

–No tengo mucho que decir, broder, pero empecemos la entrevista.

El clon de Marilyn Manson no conocía a Marilyn Manson. La primera vez que Mike Bravo pisó el set de ‘Yo soy’, en 2015, acababa de convertirse en padre y presentó una imitación de Jonathan Davis, el líder de Korn. Cantó esa línea que dice “are you ready? / this place inside my mind/ a place I like to hide”. Pero el casting no marchó como lo previsto y el jurado le sugirió mimetizarse en otra piel, en la piel del cantante estadounidense que eligió su seudónimo sumando los nombres de una actriz y un asesino en serie.

“Por esa única razón llegué a Manson –reconoce Mike Bravo, el cabello en anarquía, esa constante expresión de inconformidad–. Dije: ‘bueno, vamos a tratar’, y quedó. Ha sido fácil lograr el personaje porque no soy prejuicioso, aunque debía aprenderme una canción diaria porque no sabía nada de él. Lo estudié mucho”.

Supo algunos datos clave de su biografía. Que le apasionan los videojuegos y los perros. Que colecciona más de 400 cicatrices en su cuerpo. Supo de su maquillaje desaforado, de su misteriosa heterocromía y del síndrome WolffParkinson-White que Manson sobrelleva, y que le manda excesivos impulsos eléctricos al corazón. Mike tardó casi un mes en igualar a ese intérprete extravagante calificado como el anticristo.

“Aunque en verdad nos parecemos en muchas cosas –sonríe el ingeniero naval y, según su cuenta de Instagram, viajero, papá luchón y estéril–. Sobre todo, en el perfeccionismo y la sapiencia. Yo puedo entablar una conversación con cualquier persona, desde narcos hasta astronautas. Además, soy muy impaciente como habrás notado”.

Mike Bravo empezó a cantar a los ocho años en el coro del Liceo Naval, donde estudió. Tuvo una formación marcial gracias a su padre, que sirvió a la Marina durante 35 años. A los diez ya estaba enganchado con el heavy metal y, dos años después, incursionó en tributos amateurs a Korn, la banda que le robaba el sueño y que relegó cuando, a los quince años, a un paso de terminar la secundaria, se topó con la bossa nova.

Foto: John Reyes/La República

Foto: John Reyes/La República

Desde entonces es un aficionado a ese género brasileño derivado de la samba y el jazz. Dice que lo suaviza. “Me relaja, me saca de onda”, apunta Mike Bravo, que va por la vida sin poses. Ha destruido escenografía sin aviso previo. Grita, salta, se contornea para que el público grite, salte, se contornee. En la última temporada de ‘Yo soy: grandes batallas’ rompió al menos tres micrófonos. Producción le ha pedido mesura.

Reclamo

El día que ganó el certamen –y fue tendencia en el timeline–, Mike Bravo rugió ‘The Beautiful People’, el tema que suele cantar junto a su pequeña Mía. También vistió el uniforme de la Marina, a la que pertenece desde hace una década. Esa exposición en la TV le dio pie para hablar de los despidos injustificados en la institución. “Son 250 compañeros que lucharon para controlar la enfermedad y ahora han sido pateados –dijo–. La ministra de Defensa debe responder a estos casos”.

El show le ha permitido reencontrarse con su hija y, con ello, ha visibilizado los reveses de la alienación parental. “Es un tema que no se toca, o se toca a regañadientes, porque aún genera vergüenza para los progenitores. Pero es real. Estoy recuperando el tiempo perdido”.

Se practicó la vasectomía en un país con marcadas posturas machistas, y sostiene que es un paso muy personal. “Ha sido la mejor decisión que he tomado”, apunta. Cada vez que conoce a alguien, Mike Bravo suele contar el episodio en que estuvo a punto de morir ahogado en el Atlántico. “Había una tormenta de película. El barco donde iba como tripulante empezó a hundirse y debimos salir con chaleco salvavidas, hay videos de eso”, recuerda ahora, mientras ensaya para la nueva temporada.

Mike Bravo es ese papá que ha huido de Facebook y WhatsApp para estar en calma; el músico que, por las noches, lee sobre política o ciencia mientras contempla el sueño de Mía, lejos de los reflectores y las cámaras, ajeno al personaje brutal y terrorífico que interpreta.