Aunque, como donde hubo fuego cenizas quedaron, podría jurar que estos dos, después del rompimiento público, todavía se mandarán unos remembers que harán temblar la política chola.,¡Ya no soy tu querido!,Justo faltando nadita para San Valentín y como si una relación de tanto tiempo (dos años y ocho meses, para ser precisos) fuera un choque y fuga cualquiera, el Apra decidió romperle el corazón al fujimorismo, dando por terminado un sirvinakuy que todos creíamos más indestructible que la cara(dura) de Edwin Donayre, y que se manifestó en tantas muestras de cariño mutuo que haría falta una vida para contarlas todas. Ah, no. En realidad, sí pueden contarse, pues, según un estudio realizado por el proyecto Parlamento Abierto, el Apra y Fuerza Popular coincidieron, en treinta y ocho meses de luna de miel interminable, en un noventa por ciento de votaciones parlamentarias (no unas cuantitas, como ahora dice, bien suelto de huesos, don Javier Velásquez Quesquén), lo que demuestra que lo suyo era amor del bueno y no cualquier aventurilla, de esas que el partido de Alfonso Ugarte ha tenido tantas veces y con gente tan diversa. ¿Remember Lourdes Flores 2016? Y todos los peruanos hemos sido testigos de que aprismo y fujimorismo disfrutaron momentos de fascinante dulzura (como dice el vals), pues entre ambos consumaron la famosa Ley mordaza, engendrada por Mauricio Mulder, pero amamantada por toda la bancada naranja, y actuaron como pareja constituida cuando buscaron la vacancia de Pedro Pablo Kuczynski, emprendimiento que solo un irresponsable Kenji Fujimori, que prefería la libertad de su padre por sobre cualquier tipo de gananciales político-conyugales, pudo frustrar. También recordamos cuando, como dos corazones latiendo al unísono, se bajaron el ministro de Educación Jaime Saavedra y, ahoritita nomás, cuando se esmeraron en blindar con maternal cariño al fiscal Pedro Chávarry, hasta que el repentino viraje de Daniel Salaverry dio al traste con todas sus estrategias de apañamiento. Pero, ¿qué pasó para que, de pronto, después de tantas pruebas de amor, que resistieron comisiones investigadoras, denuncias públicas y repudio ciudadano (oh, el populacho que no entiende las razones del corazón), el aprismo decidiera decirle al fujimorismo, como un Brayan cualquiera, aquello de “no eres tú, soy yo”, “necesito mi espacio”, “ay, mamita, tú te mereces algo mejor”? Hay quienes, malintencionadamente, obvio, aseguran que la separación era inevitable desde que ambos perdieron los atractivos que tanto cautivaban al otro. El Apra, tras la caída de los “hermanitos” de toda la vida, se quedó sin influencia en el Poder Judicial y el Ministerio Público, atributo que tanto sirvió a la parejita para escabullirse de todos sus líos con la justicia. El fujimorismo, por su parte, se fue quedando sin mayoría absoluta en el Congreso, gigantesco gancho que ambos explotaron con placer y sin roche, a vista y paciencia de todos los peruanos. ¿Pero era solo el vil interés lo que los unía o fueron almas gemelas que un día el destino cruel separó sin piedad? Javier Velásquez Quesquén, quien se ha erigido en vocero oficioso del divorcio, ha dicho que la “alianza estratégica” que los unía tenía fecha de caducidad, porque, se sabía que ellos, los apristas, iban desmarcarse del fujimorismo a los tres años para “marcar su propia línea”. ¿Línea? Ja. ¿Cuál línea? ¿La que separa al jefe de su partido de la cárcel y que podría esfumarse apenas la gente de Odebrecht comience a cantar el 14 de febrero, ¡caramba, qué coincidencia!, Día de los enamorados? Porque, seamos francos, en los dos años que faltan, no hay ninguna posibilidad de que puedan hacer algo más que dar pena con su minúscula bancada, sin mencionar el 2021, año en el que -si las encuestas no mienten- serán borrados del mapa electoral, como casi ocurrió el 2016, a pesar de que hicieron lo imposible para bajarse a todos los candidatos que levantaban cabeza. Pero, más allá de pronósticos pesimistas, hay que aceptar que siempre da penita cuando un amor se rompe. Aunque, como donde hubo fuego cenizas quedaron, podría jurar que estos dos, después del rompimiento público, todavía se mandarán unos remembers que harán temblar la política chola más de una vez, aunque solo sea para sacarse el clavo. Avisaditos estamos. Aunque, como donde hubo fuego cenizas quedaron, podría jurar que estos dos, después del rompimiento público, todavía se mandarán unos remembers que harán temblar la política chola”