Escribe Eloy Jáuregui. ,Se han perdido 4 millones de peruanos. Para el INEI somos 29 y para el Reniec 33 millones. El economista Farid Matuk mete el dedo en ese hueco. Dice que hay otros nacionales que no aparecen e insiste en que el Censo 2017 fue un adefesio. No lo dudo. ¿Quiénes no figuran? Los pobres de la miseria. Los de la burbuja inmobiliaria. Las que se fueron con otro. Los que salieron a comprar pan y no regresan. En este drama de desaparecidos, el Reniec es una institución más real. Solo cuenta peruanos. Como una panadería en tiempos del primer García. Ergo, las cifras del INEI son más para el goce estadístico, que en un país como el Perú no valen un carajo. Pero debería valer. Saber cuántos somos es planificar y, ahora que se viene el presupuesto para agosto, manejar las cifras exactas para el impacto de las políticas públicas. La densidad demanda calidad. Cuánto somos es cuanto comemos. Pero cómo es posible que en el censo de marras se afirme que distritos atiborrados como Lurigancho, Rímac, La Victoria y SJM la población haya disminuido. Entonces ya no necesitamos profesores, médicos, ni policías. Hay que clausurar colegios, postas y comisarías. Cuando era joven yo sí me desaparecía. Pero no es broma, el tema es una tragedia. Como la reconstrucción en el norte que no termina. Como el Estado ausente con el frío que asola los Andes del sur. Cierto, amén que el censo se regodeaba en preguntar si uno era zambo o chino, y si se computaba hetero, bi o trans, hay una cifra que sí es cierta y me alienta. En el Perú hay medio millón de mujeres más que hombres. Eso garantiza que todavía tenemos futuro. Conozco otros países donde la gente se esfuma porque no tiene mañana. Nosotros tenemos pasado pero con este INEI estamos condenados a la noche sin amanecer.