Cultural

Exposición individual de Claudia Salem: “Drishti”

Claudia Salem Salem (Chiclayo, 1968) inaugura en Galería Fórum (Larco 1150, Miraflores) este 2 de abril, “Drishti”, su quinta exhibición individual. Esta exposición reúne un nutrido conjunto de trabajos realizados en acero inoxidable entre los años 2023 y 2025.

“Drishti”. Imagen: Difusión.
“Drishti”. Imagen: Difusión.

Un drishti posible

La obra de su límite. En esa frontera la artista hace surgir la fragilidad de un trazo como intento de una escritura imposible. 

Y sin embargo, en ese límite se genera un movimiento:  fragmentos que componen una danza.

Una silueta que sostiene el cuerpo como agujero.

La escena del mundo que conocemos es rasgada con aceros y alambres; restos de una lengua que no fue capaz de frenar el horror. Las palabras ya no alcanzan y la realidad se impone en su desnudez más cruda.

En ese espacio de fractura, cuando el cuerpo se revela como un organismo despojado de deseo, Salem nos propone trabajar con los escombros. Así descubrimos otra lengua, cuyo sonido es capaz de sobrevivir al exterminio. 

La artista asume la inestabilidad y la evanescencia del deseo, sus materiales evidencian la huella de un recorrido y su persistencia en la memoria. 

En esta muestra, ante los ojos, emergen ecos y resonancias. 

Con pequeños filamentos y empalmes, con nudos y drishtis, Salem subvierte el orden de las cosas: morder la muerte para darle lugar a la vida.  

Testimonio  de desplazamientos. 

De los desplazados de la tierra. 

Frente a  nuestros ojos,

las esculturas de Salem insinúan cuerpos fragmentados, 

como restos de un alfabeto roto. 

¿Qué hacemos con esa  resonancia?

El acero cruje, 

las letras suenan como artillería pesada. 

Curvas, líneas. 

Cada trazo de alambre, cada torsión del metal, sostiene la pregunta:

¿qué queda después de la palabra?

La artista anuda los hilos sueltos en un punto crucial que nos sujeta. 

La mirada se apoya en el Drishti. 

Un punto de apoyo.

Persistencia del gesto.

En la materia vibrante, en la tensión de las formas, la obra abre un umbral: un espacio donde el sentido se disuelve, pero la voz aún tiembla. La mirada se sostiene en el borde de lo indecible, entre la ruina y la insistencia de seguir nombrando.

La lengua quebrada se convierte en ritmo, en frecuencia, en temblor. Allí donde todo parecía colapsar, la vibración del acero aún resuena.

Ani Bustamante