Sonia Cunliffe: “En Perú hay dinero para todo, pero menos para el bienestar de nuestros niños”
La reconocida artista visual se encuentra en la Bienal de La Habana, en donde presentó su último proyecto, el videoarte “Operación Peter Pan. De ausencia en ausencia”, y rescató un cine móvil, símbolo cultural de la revolución cubana, que bien podríamos imitar por estos lares para difundir cultura.
Esta es una historia dramática. De 1960 a 1963, en Cuba, tuvo lugar la Operación Peter Pan, la cual involucró a más de 14 mil niños. Por el arco cronológico, se deduce que el mundo estaba en vilo a razón de los cruces ideológicos y amenazas bélicas entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En ese escenario, Fidel Castro se desempañaba como primer ministro tras el triunfo de la revolución cubana, que duró de 1953 hasta el 31 de diciembre de 1959.
Sobre la Operación Peter Pan hay versiones encontradas. Por un lado, la que señala que se trató de un plan orquestado entre la CIA, la Iglesia católica y cubanos en el exilio para desestabilizar al gobierno de Castro, específicamente a la clase media; por otro lado, que se trataba de un fin humanitario que buscaba dar un mejor futuro a una nueva generación de cubanos de entre tres y 17 años. La idea era que los niños viajen primero a Miami y meses después lo harían sus padres. Como si no fuera suficiente, miles de padres de familia tenían miedo, puesto que se había extendido el rumor de que el Gobierno cubano se haría cargo de todos los niños desde los cinco hasta los 18 años. Y lo que le faltaba al contexto: la crisis de los misiles de 1962.
Lo cierto es que el corolario de esta historia no pudo ser menos que nefasto: miles de niños quedaron perdidos en Estados Unidos, a algunos los dieron en adopción, otros fueron a parar a orfanatos y manicomios.
La Operación Peter Pan es precisamente el tema que signa al último trabajo de la escritora y artista visual Sonia Cunliffe, que en estos momentos se encuentra participando en la decimoquinta edición de la Bienal de La Habana, en donde presentó el pasado 15/11, tras haber experimentado en la isla la fuerza del huracán Rafael, el videoarte Operación Peter Pan. De ausencia en ausencia. Este trabajo de 10 minutos de duración, contiene secuencias del documental, sobre esta Operación, La manzana perdida (1964) de Cliff Sollway y de la película animada Peter Pan (1953), producida por Walt Disney.
“Yo trabajo mucho el desarraigo, el desapego, porque tiene que ver con todo lo que es la infancia. La infancia nunca ha dejado de interesarme. No me gusta la utilización de la infancia en las políticas, por la forma en que los políticos siempre la utilizan para sus fines, porque a la hora de la hora, o sea, cuando ya ganan o cuando ya tienen lo que querían, la infancia les importa nada, no es su prioridad”, declara Sonia Cunliffe para La República.
No es la primera vez que Sonia Cunliffe aborda el tópico de la infancia. En 2016, expuso Documentos extraviados: niños de Chernóbil en Cuba, sobre la ayuda médica de Cuba a los niños víctimas del desastre nuclear de Ucrania en 1986.
“Los niños siempre están en el medio de todas estas circunstancias políticas y realmente son los que terminan más perjudicados. Los niños Peter Pan, por ejemplo, que se van, pero al final, las circunstancias políticas hacen que los padres ya no puedan viajar y reencontrarse con ellos. Los niños no vuelven a Cuba, sino se quedan dando vueltas por los Estados Unidos. Como artista, me gusta trabajar la memoria y generar una reflexión. Busco que mi trabajo refleje una humanidad y ante temas tan dolorosos como este, no podía estar ajena”, dice la artista visual, de quien podemos decir que sí, que su interés por la infancia no solo está enfocado en las parcelas creativas. Hay, pues, una coherencia entre su discurso y su actitud.
Camión que conducía Alberto Cedeño.
Los viajes de los niños a Miami se hacían en pequeños grupos, con visas especiales, para no despertar las sospechas del régimen. Era un desangramiento emocional lento, pero a la par de esta tragedia silenciosa, Cuba experimentaba dos grandes revoluciones culturales. Era 1961 y la revolución había echado a andar la campaña de alfabetización y la gran cruzada cultural. En este segundo aspecto, el cine era la bandera. Por eso, a fines de ese año, se crea el primer camión de Cine Móvil, cuya función era llevar el mejor cine a las zonas rurales de Cuba. En 1962, ya no era un camión, sino que se forma una flota de camiones y se entrena a 40 jóvenes para que puedan conducir el camión y operar los equipos de proyección. Esta experiencia duró más de 25 años.
“El cine era la mejor forma de llegar a la población analfabeta, es donde a través de las imágenes podías llevarles cultura a las personas. ¿Qué haces creando algo si la gente no sabe leer? Eso es lo que se logra con el cine, que la gente se conmueva, se conmocione. Los proyeccionistas estaban 25 días en el camión, viajando, y cinco días en casa. Tenían que cumplir con 85 películas al mes. Llevaban el mejor cine a las escuelitas y comunidades. Proyectaban Charles Chaplin, El ciudadano Kane de Orson Welles. Película que se estrenaba en La Habana, a los tres meses tenía que estar en el campo. La gente conocía lo mejor del cine, no era que le pasaban películas antiguas. Sin importar condición social, todos tenían las mismas oportunidades para acceder a la cultura”, dice Sonia Cunliffe, quien para proyectar su videoarte Operación Peter Pan. De ausencia en ausencia, rescató el último ejemplar que quedaba de la flota de camiones de Cine Móvil.
Alberto Cedeño tenía 22 años cuando se hizo cargo de un cine móvil. Pese a la crisis, cuidó su camión y Sonia Cunliffe lo reparó y acondicionó para que sea una sala de cine por dentro (ocho butacas) y se use cualquiera de sus laterales como pantalla para quienes vean las películas por fuera.
“Este camión va a regresar a las comunidades a seguir proyectando películas actuales, como de los mejores festivales. Cuando fuimos a echarle petróleo, la gente reconocía el camión. ¡Es un cine móvil! Más que un símbolo de la revolución, yo lo siento como un símbolo de la cultura y de respeto al ser humano. Cuando este camión salió al campo por primera vez, el noventa por ciento de la población no había nunca ido al cine”.
Los hechos evidencian de que estamos ante un evento histórico al rescatar este camión, “pero la idea no es solo contemplarlo, se podría hacer algo parecido en Perú, con un Estado que lleve cultura a las escuelas y pueblos alejados. El cine tiene un enorme impacto que debemos aprovechar y no lo estamos haciendo. Además, la cultura puede acompañar a las tareas que nos falta hacer, como combatir la anemia infantil, la desnutrición crónica y la baja comprensión de lectura de nuestros niños. En Perú hay dinero para todo, pero menos para el bienestar de nuestros niños”. Fuerte y claro. Sin duda, este es el proyecto más ambicioso, hasta el momento, de Sonia Cunliffe.