El flujo de migrantes de ciudadanos venezolanos a Perú ha sido continuo desde el año 2016. Es muy probable que la presencia de estas personas ha servido para visibilizar algunos problemas que ya tenía el país. En la actualidad, hay importantes avances en materia de integración. Sin embargo, algunas barreras están más vigentes que nunca e imposibilitan el proceso de adhesión a la sociedad de acogida.
Maholy Sánchez, supervisora de gobernanza migratoria del programa Clínica Jurídica Juan Germán Roscio de la ONG Veneactiva, explica los lentos avances en materia de otorgamiento de refugio en el país y destaca algunos aciertos en las medidas del Estado hasta ahora.
El grueso de la migración venezolana ingresó entre 2016-2019. ¿Qué barreras había en ese entonces para la integración y cómo ha cambiado el panorama desde entonces?
Uno de los principales problemas que persiste aquí (Perú) es el tema del otorgamiento del refugio. Hay al menos 600.000 solicitantes, pero el tema es que, de esos, solamente unos 10.000 han recibido respuesta de refugio. Entre los casos hay personas que solicitaron refugio o deben tener un proceso de refugio abierto antes de hacer el trámite de Carné de Permiso Temporal de Permanencia (CPP). Esto quiere decir que las autoridades deben sincerar las cifras entre las personas solicitantes con las que hicieron otro trámite. No se ha especificado.
Entonces, ¿podríamos decir que el Ministerio de Relaciones Exteriores colapsó?
Se colapsó el sistema, efectivamente. No es un mal uso de la figura porque, si la migración venezolana es una población especial que sale bajo unos criterios de especial vulnerabilidad, el tiempo de respuesta quizás no es el adecuado, por eso todavía hay solicitudes de 2017-2018 que no han sido respondidas. Hay mecanismos en este momento que ven los esfuerzos desde el Ministerio de Relaciones y también desde Migraciones para hacer actualizaciones de datos. Una de esas cosas o una de esas acciones fue justamente el empadronamiento. El empadronamiento llamaba a las calidades y los solicitantes de refugio a actualizar su base de datos, para poder así brindar una respuesta, sea positiva o negativa.
Modelo del Carné de Solicitud de Refugio en Perú más reciente. Foto: Ministerio de Relaciones Exteriores
¿Qué lecciones se ha aprendido desde el Estado? ¿Podemos hablar de aciertos? ¿Se ha corregido alguno?
Creo que llevamos un proceso muy lento de aprendizaje, realmente, muy lento. Creo que eso lo vemos todos y yo me atrevería a decir que parte de eso es porque estamos aprendiendo sobre la marcha.
Si todavía hay barreras que se mantienen, pero ya se han identificado, ¿qué falta por hacer?
Educar y sensibilizar. Existen muchos prejuicios vinculados a la nacionalidad.
¿Qué implica esto?
Que se entienda el tema migratorio no como una característica sociodemográfica, sino que lo vean también como un factor de riesgo, entendiendo que una persona migrante no cuenta con el soporte comunitario, puede encontrarse en un estado de salud físico o inclusive mental desgastado, pasando por procesos de duelo migratorio que les pueden estar afectando en su día a día y va a generar algunas conductas en las personas que hay que trabajar.
Maholy Sánchez, representante de la Clínica Jurídica Juan Germán Roscio de VeneActiva. Foto: VeneActiva
¿Qué papeles están jugando las redes sociales y los medios de comunicación?
Deben tener muchísimo cuidado con los pronunciamientos o los discursos de odio que inciten a los procesos de discriminación. No se debe vincular la criminalidad con la nacionalidad y tampoco se debe invisibilizar los aportes positivos.
Sobre la integración económica: ¿persisten las barreras?, ¿cuál es el perfil de quienes aún no han podido estar bancarizados?
Suelen ser personas mucho más vulnerables hacia la periferia, donde justamente el comercio también es mucho más informal. Allí, los pagos son de manera presencial, en efectivo. La posibilidad de que los flujos de victimización sean más grandes también porque les pueden ofrecer un contrato por tanto dinero, entregarles en efectivo menos de lo que correspondía y eso es no tener un comprobante de que esto esté sucediendo. En definitiva, estos sistemas de desprotección justamente son por lo que muchas personas también se aprovechan de la situación de ser migrante, pese a que estén regulares.
La discriminación contra la mujer migrante también se observa todos los días. ¿Cómo se puede romper esta práctica cuando incluso se puede llegar a cuestionar a la mujer venezolana por su maquillaje?
La hipersexualización, en principio, sí tiene que ver con un tema muy cultural. Se necesita de mucha sensibilización, pues es un tema de adaptación en el cual no se tiene que delimitar lo que es la libre expresión de lo que es cada mujer, cómo quiera verse. En el caso de las mujeres se ven mucho más vulneradas en lo que son las periferias, pero no es el único motivo o no es la única zona.
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¿Qué tan presente ha estado la comunidad sexodiversa en este tema de políticas para la integración?
En términos de Estado, por lo menos en migraciones, se considera como un criterio de vulnerabilidad y te da opción para ser atendido en ciertas circunstancias. En temas de reconocimiento, de inclusión, por lo menos en el trabajo, desde Veneactiva se hizo un programa, que se llamó Trabaja Sin Etiqueta, que justamente trataba la inclusión financiera, inclusión laboral de población LGTBIQ+.