José Víctor Salcedo
Cusco
Juan Quispe trabaja como mozo en un restaurante del distrito de Santiago en Cusco. El cierre forzado de los negocios por la pandemia de la COVID-19 devino en su despido. Ganaba S/ 1000 mensuales. Recién hace dos semanas decidió salir de casa a buscar trabajo y así llevar comida a su familia. No tuvo suerte y por eso se ha vuelto un “mil oficios”: gasfitero, vendedor de mascarillas, alcohol en gel. A veces va a los mercados donde puede cargar las compras de algunos comerciantes o compradores.
“No tengo otra forma de ganar plata para llevar comida a mi casa”, dice y pide que lo dejemos trabajar en paz. Juan sale cada mañana a ganar “alguito”, pero la calle está dura. Como él hay miles de desempleados que han encontrado en el comercio ambulatorio una forma de supervivencia.
Las calles del cercado del Cusco y de algunos distritos son recorridos por ambulantes. En torno a los semáforos hay quienes expenden agua mineral y comida; algunos ofrecen productos sanitarios y, otros, frutas, verduras, golosinas, prendas y otro tipo de mercadería.
Juan representa el nuevo rostro del Cusco en la “nueva normalidad”. El aislamiento social ha quebrado a muchas empresas, dejó sin empleo a miles y devolvió a otros tantos a aquel mundo indeseado de la pobreza. “La crisis sanitaria desatada a mediados de marzo último ha desnudado la enorme fragilidad del trabajo independiente. Hoy, quienes eran sus propios empleadores enfrentan una situación tan difícil que pocos se atreven a vaticinar lo que sucederá en los meses y años venideros”, analiza el catedrático Alberto García Campana.
El Gobierno Regional del Cusco estima que en 2020 dejarán de operar alrededor de 60 mil empresas (32.3%) de las 124 912 registradas y habilitadas por SUNAT.
Según esa misma estimación, 28 de cada 100 cusqueños (28.4%) quedará desempleado. El director Regional de Trabajo, Javier Vega, admite que estamos ante una situación crítica. “Hasta 2018 teníamos una tasa de desempleo de 2.9%, el año pasado a 1.9%, pero con la pandemia, según el Observatorio Socioeconómico Laboral, subirá a más de 28%. Vamos a elaborar estrategias para bajar este porcentaje”, precisa Vega.
Será la peor caída de empleo desde 2013 cuando se redujo en 4.5%. En Cusco y La Convención, dónde está la mayor cantidad de la Población Económicamente Activa (PEA), el desempleo será de 27.1%y 28.9%, respectivamente. Mientras que las provincias de Urubamba, Quispicanchi y Paruro tendrán una caída entre 30% y 40%. Urubamba es la más golpeada porque allí operaba el mayor número de empresas ligadas al turismo. El desplome de esta actividad tuvo un efecto demoledor para esta población del Valle Sagrado de los Incas.
El Producto Bruto Interno (PBI) tendrá un bajón de -15%, cuyo efecto inevitable es el incremento de los índices de pobreza. El número de pobres que, según el censo de 2017, era de 25.2% subirá a 35% a nivel departamental: 35 de cada cien cusqueños serán pobres al finalizar el año, diez de ellos habrán vuelto a ser pobres. En Cusco, Urubamba, Calca y Quispicanchi, los pobres aumentarán en 9.9%; en La Convención, Canchis, Anta, Acomayo y Espinar en 8.8%, y en Paruro, Paucartambo, Chumbivilcas y Canas en 8.3%.
El economista Pablo Villa Incanttito explica en sencillo el significado de estas cifras. “Una persona es considerada pobre cuando no puede comprar una canasta alimentaria que supere los S/ 352 al mes, es decir, S/ 11.73 diarios, y por familia S/ 1 408 (considerando cuatro miembros)”.
“Los que han perdido el empleo arrastran a sus familias, pues por cada trabajador desempleado son cuatro o cinco, en promedio, los que pasan a engrosar el contingente de los pobres y ya sufren las primeras manifestaciones del hambre”, agrega García Campana.
En efecto, en la actualidad, según el especialista Pablo Villa, por lo menos algún miembro de la familia ha perdido su trabajo con la consecuencia de que los ingresos familiares se han reducido drásticamente. “En la región Cusco la pobreza bordea el 25.2%, lo que significa que más de 300 mil cusqueños. A esta cifra, según los cálculos, se sumarán unos 150 mil pobladores a fines de 2020”, añade.
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Villa Incanttito consideró que el Estado debe recuperar el crecimiento económico por encima de 4% con el desarrollo de la diversificación productiva centrada en la agricultura familiar, fortalecer las PYMES con financiamiento y transferencia de tecnología desde el Estado, reestructurar los programas sociales para mejorar la atención de la población vulnerable y pobre.
Mientras que el Gobierno Regional del Cusco aprobó el denominado “Plan de Redención” que planea una intervención de casi tres años hasta el 2022 con una inversión en todos los sectores de S/ 5 573 millones 719 mil 362.