En estos días los comuneros de San Andrés de Tupicocha, en Huarochirí, preparan la celebración de la Huayrona, un antiguo proceso de democracia andina para elegir a las nuevas autoridades de las parcialidades o ayllus.
La fecha elegida es el 3 y 4 de enero, pero esta vez la Huayrona coincide con la reciente declaración de los Quipus de Tupicocha como patrimonio cultural de la nación.
En Tupicocha las nuevas autoridades usan antiquísimos quipus −guardados celosamente por los comuneros− a manera de banda presidencial. Una forma de recordar que se trata de un epicentro de quipucamayoc: esos célebres intérpretes y confeccionistas de quipus que ahora parecen extinguidos mientras que los investigadores pugnan por demostrar que los quipus sirvieron para tareas contables y también como una forma de escritura.
Y es que la identidad del antiguo y nuevo Perú está basada en su manufactura textil, desde la creación de llamas y alpacas para uso de su fibra hasta el algodón de colores y los tejidos en magüey, más conocidas como shicras, que también tienen a Tupicocha como epicentro.
Los ayllus de Tupicocha también son claves en la lectura del Manuscrito quechua de Huarochirí −la biblia de la cosmovisión andina− dedicado a los ritos y tradiciones del culto al apu nevado Pariacaca, una deidad que gobernó los territorios de Lima y que mereció un bello homenaje en la ceremonia de inauguración de los Juegos Panamericanos 2019.
Dos razones para hacer de Tupicocha y de Huarochirí un nuevo epicentro de cultura viva en las serranías de Lima.