Policía femenina: cuarenta años de coraje y valentía

En 1978 ingresó la primera promoción de mujeres a la Policía, y desde entonces no han dejado de ganar espacios en la institución. Los inicios fueron difíciles, pero hoy seis mujeres trabajan para lograr el máximo grado: general.,Las vemos en las calles dirigiendo el tránsito, en las comisarías atendiendo denuncias, custodiando políticos y diplomáticos, investigando crímenes, y hasta pilotando aviones. Las mujeres policías han logrado a lo largo de los años ampliar su campo de acción y no van a parar hasta alcanzar los máximos cargos dentro de la institución. PUEDES VER Piura: detienen a presuntos integrantes de banda criminal ‘Los Ilegales de Piura’ Al cumplirse este 7 de octubre 40 años de la creación de la Policía Femenina, es más que oportuno conocer cómo fueron los inicios de esta unidad y por qué fue de vital trascendencia su conformación. Vocación de servicio Luego de que en 1977 se emitieran las autorizaciones y resoluciones correspondientes para admitir a las mujeres en la Policía Nacional (en ese entonces Guardia Civil), más de mil jovencitas se presentaron para ser parte de aquella “revolución social”. “Yo estudiaba computación, pero desde niña me gustaban las películas policiales o de acción, en ese entonces estaban las de James Bond y a mí me encantaban. Yo creo que fue eso lo que me motivó. Me enteré por un aviso en televisión sobre la incorporación de mujeres y no lo dudé. Pasé la etapa de selección, tenía todas las condiciones y finalmente ingresé en abril de 1978”, recuerda Zinaida Smakov Tello, hoy suboficial superior en retiro y miembro de la primera promoción de mujeres policías, donde desarrolló una carrera de 27 años. En aquel entonces, las primeras uniformadas tuvieron que adaptarse al nuevo estilo de vida que demandaba la carrera y también experimentar el hecho de que sus compañeros varones aprendan a convivir con ellas en el día a día. “Siempre nos trataron con mucho respeto y definitivamente la presencia de la mujer dentro de la institución ayudó a que los policías mejoraran mucho, desde sus formas de comunicarse (más caballeros), hasta convencerse de que podían contar con nosotras porque éramos tan igual de capaces”, agrega Zinaida, quien, a modo de comprobación, muestra fotografías de sus años de actividad y sobre todo de su tiempo como instructora, etapa que destaca con orgullo. “Yo veía la labor que hacían y lo impecable de su presentación, era mucho mi afán, yo quería ser policía y mi padre al ver mi entusiasmo me ayudó a prepararme. Postulé en el año 1980 e ingresé en 1981 siendo parte de la tercera promoción”, comenta Miriam Carazas Merino, suboficial superior en retiro quien laboró 25 años y que también fue instructora de otras promociones. Ambas recuerdan que inicialmente las labores de las policías estaban limitadas a tres campos de acción, aunque no por ello menos importantes: protección de menores, dirección del tránsito y orientación al turista. Ahora eso ha cambiado y las actuales policías están en todos los campos. Vivir con el peligro Durante estos cuarenta años las mujeres policías no solo han demostrado capacidad, sino también mucha solidaridad, valentía y coraje. “Hay que estar física y mentalmente preparadas, porque tienes que soportar el sol, el frío, la contaminación; estar de pie por muchas horas, enfrentarte a situaciones de riesgo tan altas donde sabes que literalmente puedes entregar tu vida, y ver casos muy fuertes”, señala Miriam. La época del terrorismo fue difícil para todos los peruanos y para estas mujeres no fue la excepción. “Teníamos temor naturalmente, pero pese a eso seguimos adelante. Recuerdo que por unión familiar solicité ir a zona de emergencia, porque mi esposo estaba destacado en Andahuaylas y yo pedí mi cambio. Todos me decían que estaba loca, pero gracias a Dios nunca sufrí un ataque”, recuerda Zinaida. Estas suboficiales afirman que la profesión es tan sacrificada que, muchas veces, sufrieron el “reclamo natural” de sus hijos pequeños para verlas más tiempo, o compartir momentos familiares como hacen los demás niños con sus padres. Y si de valentía y tenacidad se trata, un ejemplo es la suboficial superior Liz Cabello Yanac, quien actualmente se desempeña como comandante de guardia de la Unidad de Control de Tránsito Sur-1. Ella lleva 32 años de servicio, tiempo que la describe como una de las policías más antiguas en Tránsito aún en actividad. “Yo decidí continuar porque me sentía capaz y joven para irme apenas cumplidos los 25 años de servicio. Yo amo mi trabajo, tanto que para estar aquí dejé el cuarto ciclo de Educación en la universidad para postular a la Policía, y espero continuar un par de años más”, dice. Hasta generales Cabello Yanac está convencida de que pronto el anhelo de las mujeres policías va a cumplirse: que alguna alcance el máximo grado dentro de la Policía Nacional. “Va a ser pronto, ¿por qué no?, si nosotras podemos y somos también profesionales”, sentencia. En diciembre del año pasado, dos mujeres fueron ascendidas al grado de general por primera vez en la historia de la PNP: Ángela García Estación y María Hinostroza Pereyra, abogada y doctora en cirugía de guerra, respectivamente. Sin embargo, no son generales de armas y por ende no pueden jefaturar la institución como sí lo hacen los oficiales de carrera. Actualmente hay seis comandantes mujeres que en los próximos dos años estarán postulando para lograr un ascenso. De aprobar lograrían alcanzar el grado de coronel de armas y quedar cerca del máximo sueño. Al ser la unidad pionera, la Policía Femenina les abrió las puertas de los cuarteles a las mujeres del país, pues luego vendría el turno de las Fuerzas Armadas. De allí su trascendencia.