En 1998, la primera uróloga australiana, Helen O’Connell, describió por primera vez en la historia la anatomía del clítoris. Sin embargo, 22 años después de esa investigación, el tema aún es poco conocido por muchas mujeres y también por los hombres.
“La sexualidad femenina ha estado encerrada en la vergüenza y la ignorancia desde el principio de los tiempos”, indica O’Connell. Un ejemplo de ello es la mutilación genital femenina (MGF), en el que los tejidos de estos órganos son deliberadamente cortados, lesionados o eliminados parcial o totalmente. Según la ONU, una de cada 20 niñas y mujeres han sufrido de MGF.
En conversación con el diario El País, la uróloga advierte que “no es sorprendente que la gente no conozca la anatomía del clítoris. Es nuestra herencia cultural”. Explica que antes del artículo que publicó en Journal of Urology, se dio cuenta que textos de ginecología o incluso el libro Anatomía de Gray tenían errores o inexactitudes sobre este órgano femenino.
“Afirmaba que el clítoris es como el órgano masculino, solo que más pequeño y luego no lo describía”, acota.
La aportación más relevante de la especialista es que en ese entonces logró describir con gran exactitud las partes del clítoris, su tamaño (entre ocho y diez centímetros), así como su relación con la uretra y la vagina. “Estás equivocado si piensas que la punta es todo el órgano”, precisa.
En 2017, Helen O’Connell publicó los resultados de su estudio sobre la existencia del Punto G, en el que cuestiona su existencia, ya que desde el enfoque anatómico, no pudo localizar ningún tejido en la cavidad vaginal con el que pueda asociarlo. “Si piensas que existe un área mágica en la pared anterior de la vagina y es allí donde te centras en la estimulación, no vas a conseguir el efecto placentero deseado”, detalla la uróloga australiana.
clítoris
El clítoris presenta dos zonas: la interna y la externa. Esta última es muy sensible, por lo que debe tratarse con sumo cuidado. Mediante movimientos circulares lentos y constantes alrededor se da el primer paso para llegar al orgasmo femenino, de modo que lo ideal es que la zona esté lubricada para que el contacto sea suave.
Los expertos en sexualidad, además, recomiendan realizar los ejercicios Kegel para estimular el suelo pélvico con movimientos musculares que se generan al apretar, sostener y liberar los mismos, como si se tratara de retener las ganas de orinar.
Al momento de sentir que el clímax está por llegar, se deja de estimular el clítoris y se debe empezar a acariciar las paredes vaginales internas de forma suave, dentro y fuera o en círculos. Esta práctica puede realizarse en pareja o a solas, aunque la masturbación es ideal para empezar a experimentar el placer propio y la sexualidad.