Las protestas continúan en diversas regiones del país y en Lima las movilizaciones no cesan ante las decisiones políticas del Gobierno y el Congreso. El antropólogo e investigador Víctor Caballero habla del origen de las protestas y los efectos que pueden tener en el tiempo si no se solucionan cuánto antes.
—¿Los que protestan son grupos sociales u operadores políticos?
—Hay que contextualizar. Yo no sé si estamos frente a un conflicto social o si estamos frente a un movimiento social de estructura nacional con una movilización impresionante de actores y gobiernos regionales. Con una demanda política de transformación y de cambio. Desde ese punto de vista, un movimiento social que te plantea transformaciones de carácter político no debe ser calificado si es justa o no, o si es legal o no, sino que se tiene que asumir como una realidad objetiva.
—¿Se puede justificar el conflicto por el cierre de Congreso, la renuncia de la presidenta y la asamblea constituyente?
—Hay movimientos que están exigiendo un cambio político y, por tanto, les corresponde a los actores políticos institucionales, ya sea el Ejecutivo, Legislativo, partidos o instituciones; poner una agenda de diálogo a estas demandas. El que sean legítimas, o no, pasa a un segundo plano porque hay un tema en agenda porque son las transformaciones políticas.
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—¿Estas protestas estallan el 7 de diciembre con la salida de Pedro Castillo y la asunción de Dina Boluarte?
—El 7 de diciembre fue el estallido de un malestar político que viene de años atrás. Hace mucho tiempo que las regiones, movimientos sociales y líderes políticos y también la opinión pública plantean un cambio de Constitución o asamblea constituyente. Esa es una demanda que ya lleva más de una década en un sector de la población peruana la necesidad de estos cambios.
—¿Por qué se exige la renuncia de Dina Boluarte si llega al poder por sucesión constitucional?
La señora Dina Boluarte resulta siendo el catalizador de este descontento social, tanto por su manejo inapropiado de lo que ha sido el conflicto como el hecho de no construir los espacios de diálogo con una población que le está exigiendo que encabece un proceso de cambio constitucional. Ella resulta siendo el catalizador de este descontento, furia e ira de la población. Pudo haber sido otro también si es que ella no asumía.
—¿Y por qué esa furia y descontento se refleja más en el sur del país?
—El descontento en el sur es por la característica misma de ese movimiento. Quien no conoce el sur andino puede decir cosas que de verdad son bastante cuestionables. Pueden decir que son bolivianos, narcotraficantes, mineros ilegales o manipulados por los ponchos rojos, puede decir cualquier sandez de ese tipo, pero de verdad lo que uno ve en el sur andino es una estructura comunitaria muy sólida y una forma de organización y manejo colectivo muy extendida, que hace que cualquier decisión o acuerdo que pueda tener una organización social rápidamente es atendida y ejecutada por estas estructuras comunales.
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—¿Y por eso es más fuerte el bloqueo de carreteras en el sur?
—Ahora se sabe que son las comunidades que llegan a un acuerdo para el bloqueo de carreteras o acuerdo para trasladarte de un sitio a otro, y es por la característica comunitaria, asociativa, muy sólida, que existe en el sur andino. No solo existe para la protesta social, sino también para las decisiones colectivas de votos. Nadie en este país puede ni debe desconocer que en el sur andino se producen casos de votaciones corporativas y colectivas en segunda vuelta. El candidato que gana en segunda vuelta en el sur andino pasa con un 70, 80 o 90 por ciento de los votos, por lo que evidencia que allí si funciona este carácter comunitario, colectivo, de toma de decisiones. Eso explica ese enorme despliegue de fuerzas y esa sostenibilidad en el tiempo.
Dina Boluarte se pronunció ante la OEA sobre las muertes que se vienen dando en el interior del país por las protestas. Foto: Presidencia/composición LR
—Algunos dicen que se debe catalogar el conflicto como “subversivo” y de “terrorismo”. ¿Podemos hablar de ello en este momento?
—Lo que no se debe hacer es tener un enfoque policial o delincuencial de un conflicto social. No se debe desconocer que hay actores muy revoltosos, gente muy cuestionada, gente que solo busca tener ganancias en medio de esta conflictividad; pero darle al carácter de esta protesta social el calificativo de ser “subversivo”, me parece que no ayuda a encontrar soluciones del conflicto.
—¿Cómo ha manejado el Gobierno el conflicto social?
—Por los resultados, podemos concluir que no ha habido un buen manejo del Gobierno. Tener casi 18 regiones del país movilizadas casi más de un mes o tener Lima en permanente movilización más de una semana y con una perspectiva de que siga más, entonces algo no está funcionando.
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—¿Sacar a las Fuerzas Armadas fue una buena decisión?
—Creo que ayuda a estabilizar, pero eso no niega la necesidad de que el diálogo con los actores que están, en este momento, en el desarrollo del conflicto debe ejecutarse y deben ser convocadas.
—¿Cuánto afecta el conflicto a las personas que no quieren participar de las protestas como comerciantes o el trabajador común?
—A ellos les afecta mucho. Eso es indudable, son los principales afectados en esta situación de crisis. Esto debe obligar inmediatamente a las autoridades a tratar de resolver el conflicto lo más pronto posible porque si no dejar que se genere esta política de masa contra masa, de peruanos enfrentados contra peruanos, eso no es recomendable bajo ningún punto de vista. Eso exige a las autoridades a encontrar soluciones pronto.
Perú ya tiene un promedio de 60 fallecidos producto de los enfrentamientos de protestantes con las fuerzas del orden. Foto: La República
—¿Cómo ve el trato que le han dado los medios de comunicación a las protestas?
—Uno puede llegar a la conclusión de que en cierta medida han tenido un carácter de alguna manera no tan abierta para enfocar en toda su magnitud el conflicto. El asunto está en la manera como interpretan estas acciones. No dar un solo punto de vista en la opinión pública. Hay una suerte de parcialización en ese tipo de comunicaciones. Muy pocos son los actores regionales o casi ninguno los que son invitados a conversar con los medios.
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—El Congreso no aprobó adelantar las elecciones este año. ¿Qué consecuencias puede traer al conflicto?
—Es absolutamente lamentable el espectáculo que hemos visto ayer. Hay dos posiciones intransigentes y duras. Las posiciones de extrema derecha e izquierda, ambas coinciden en que no se haga el proceso electoral el 2023, tal como lo demanda la población. Es lamentable e injustificable bajo todo punto de vista.
—¿Se puede asegurar que estos conflictos terminarán pronto?
—Si la situación de conflictividad, de más de un mes en el país, continúa, va a consolidar una fractura histórica en el Perú. Si no es prontamente canalizado, solucionado o atendido respecto a las demandas de transformación, va a generar una profunda animadversión.
—Por cómo actúan los actores políticos, ¿cree que durará más tiempo?
—Hay un centralismo excluyente y unas poblaciones marginadas y destruidas por el poder político. No hay que pensar que ya en una semana se cansan y se van. Lo que queda es una fractura histórica, queda una irreconciliable reconciliación entre Lima y las regiones, entre pobladores limeños y la población andina y regional. Nada es más trágico que vivir en un país con fracturas históricas y con situaciones o posiciones irreconciliables.