Hubo una época en la que los periodistas buscaban al historiador Pablo Macera para que desde su perspectiva interpretara los hechos de la coyuntura nacional, una práctica que terminó por convertirlo en una suerte de agorero. Sarcástico, erudito, didáctico, Macera se hizo muy popular entre los lectores por sus análisis, sus críticas y sus conclusiones, muchas veces pesimistas, pocas veces esperanzadoras, pero sobre todo incriminatorias: todos somos culpables de lo que sucede. La siguiente entrevista, publicada el domingo 7 de febrero de 1988, en medio del conflicto armado, el fracaso gubernamental del aprista Alan García, el impacto de las masacres de presos de El Frontón y Lurigancho, el hundimiento de la economía, el fracaso de la estatización de la banca y otras tragedias nacionales; Macera nos recibió en el vetusto local Colegio Real de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde dirigía el Seminario de Historia Rural Andina. Sin embargo, el diálogo, en el que se entusiasmó mucho porque hacía un buen tiempo que no declaraba a la prensa- tuvo que continuar en su casa de Bellavista, Callao. Cuando se publicó la entrevista, y se agotaron los ejemplares, algunos quiosqueros del Parque Universitario la fotocopiaron y colgaron en sus cordeles. Reproducimos la publicación que originalmente apareció en 6 páginas de la revista Domingo, como un homenaje al recientemente desaparecido gran historiador.
Entrevista de Ángel Páez.
- Doctor Macera, usted afirmó que no había que creerle demasiado porque hacía trampas inconscientes o voluntarias. ¿Fue una trampa consciente decir que si fracasaba el Apra el país tenía que optar entre Sendero y las Fuerzas Armadas?
No. Hay quienes confían que un agotamiento político del modelo aprista facilitaría un recambio democrático normal del que podrían resultar beneficiados o bien Barrantes y los “socialistas” de Izquierda Unida, o bien la Izquierda Unida como bloque, y quizás hasta el propio frente derechista auspiciado por Vargas Llosa, Belaúnde y Bedoya. En esta perspectiva, durante las últimas semanas asistimos a una demolición diaria de la figura política del presidente aprista Alan García. Y tanto la derecha como la izquierda participan en esta tarea, e incluso periódicos como el suyo, La República. La primera página del más dos de febrero es una página que podría haber sido envidiada por El Comercio y los Miró Quesada en vísperas del golpe de Manuel Odría. Esto por el tono alarmista, que linda con lo que algunos han llamado terrorismo económico.
- ¿No le parece injusto endilgar a nuestro diario esa ingrata tarea?
Elegí La República como un simple ejemplo, porque basta observar otras carátulas para percibir el tono cada vez más agrio con el cual se está procediendo, o se quiere proceder, a la destrucción de la imagen presidencial. Pero, como alguna otra vez he dicho, en estas lides políticas boxeriles nadie trata de ganar por K.O. Todos quieren ganar por puntos. Porque en el momento en que se produzca el desprestigio absolto del modelo económico y político aprista, o de su presidente, si se produjera el K.O. político del apra, habría terminado el partido. No habría elecciones y tampoco régimen democrático. Lo que puede ocurrir, sin embargo, es que ni la izquierda ni la derecha sepan medir la fuerza de sus golpes y se produzca lo que llamaríamos un K.O. involuntario. Entonces tomaría vigencia la alternativa extrema Ejército/Sendero.
- ¿El Apra no se ha aplicado un autoderechazo con la estatización?
Para mí la política seguida por el Apra respecto a los bancos pone en evidencia las contradicciones internas que siempre habían existido en ese partido y que han resultado acentuadas y no canceladas por su ascenso al poder. Lo peor han sido las marchas y contramarchas, la falta de decisión, la indefinición de objetivos. Si el presidente garcía declaraba, el 28 de julio de 1987, que su gobierno iba a estatizar la banca, los bancos debieron estar tomados el día 29 de julio de 1987, con o sin amparo judicial, e incluso hasta con sentencia en contra de la de la Corte Suprema…
PUEDES VER Pablo Macera: el último gran historiador
- ¿Y usted ha incluido dentro de sus cálculos el golpe de Estado que se hubiera dado si se tomaban los bancos el 29 de julio?
El fantasma del golpe probablemente hubiese quedado reducido a eso, un fantasma. Porque las Fuerzas Armadas hubiesen tenido que elegir entre apoyar a un Ejecutivo respaldado eventualmente por un sector popular y clase media, o respaldar una impopular sentencia del Poder Judicial. En todo caso, el Apra no estaba obligada a jugar políticamente la carta de la estatización. Podía también haber jugado más profundamente la carta empresarial, a pesar que los empresarios hubiesen “traicionado” al Apra al no efectuar en los años 85-87 las inversiones necesarias. En otras palabras, cualquiera de las opciones -o la opción proestatal o la opción proempresarial-, estaban en manos del Apra. Y si cualquier de ella hubiese sido jugada en forma consistente, nada hubiese ocurrido. Han sido los retrocesos y las incoherencias lo que ha provocado el entrampamiento en que ahora se encuentra el país y no sólo el Apra.
- Y si se hubiese consumado efectivamente la estatización al día siguiente de la declaración presidencial, como usted sugiere, ¿se habría evitado la reorganización de la derecha?
En primer lugar, nosotros no sabemos si la estatización hubiese tenido éxito, en el sentido de que hubiese determinado una verdadera modificación de las líneas de crédito, una efectiva democratización del mismo, ni que a su vez esa democratización hubiese provocado un crecimiento o desarrollo económico en los términos que un país en crisis social tan violenta como el Perú requiere para los fines de una supervivencia socialdemócrata. Para mí la estatización de la banca sólo tenía sentido dentro de un modelo mucho más rico y complejo que la sola estatización. Quizás dentro de este modelo el principio rector no era tanto la democratización del crédito, concepto difícil de definir, cuando más bien el hecho que ese nuevo sistema crediticio.
- ¿Qué costo político, entonces, debe pagar el Apra después del fracaso de la estatización?
Creo que existen dos costos: el costo político de la estatización. Por desgracia, el Apra está pagando ambos. Al haber anunciado su proyecto de estatizar la banca, el presidente García perdió rápidamente un porcentaje entre el diez y el veinte por ciento del electorado de sectores medios y altos, que constituían lo que se ha llamado el centro político del país, y que había votado por el Apra en el 85, permitiendo que superase el tercio electoral en el que se encontraba confinada desde 1960 por lo menos. Pero todavía entonces el Apra hubiera podido avanzar sobre el centro izquierda, la izquierda y los sectores populares y medios el país, si es que la estatización hubiera tenido éxito.
- Sin embargo, doctor Macera, ha fracasado. ¿Qué es lo ha perdido el Apra en términos de electorado, cuantitativamente?
Ha perdido un porcentaje variable de cinco a siete puntos. En términos absolutos, entre los costos de la derecha y los costos de la izquierda, quizás el Apra no representa hoy sino el veinticinco por ciento del electorado, en vez del cincuenta por ciento que tuvo en el 85…
-Lo cual beneficia al Fredemo…
No necesariamente ni únicamente. Creo que aquí puede ocurrir una bifurcación. El FREDEMO recuperará los votos de centro derecha, de las clases medias, de las clases altas, que suscribieron al Apra como mal menor u opción diferente al marxismo en 1985. Pero a su vez, también, la izquierda legal y formalizada avanzará sobre algunos de los votos de los sectores populares desencantados por estas contramarchas del Apra. Sin mencionar lo que Sendero o el MRTA pueden obtener.
- Usted dijo que era históricamente necesario que el Apra asumiera el poder porque eso le serviría a la izquierda como una experiencia exorcizante. Con el fracaso de la estatización, ¿tendremos ahora una izquierda traumatizada?
Bueno, en primer término, eso lo dije en 1980 con respecto a situaciones absolutamente distintas y antes que se produjera el surgimiento de Sendero Luminoso, y cuando la postulación aprista estaba vinculada a un espectro generacional diferente. Pensaba que el Apra era una de esas experiencias no ocurridas y que constituyen el origen de algunas neurosis y que crean así mismo ocultas fallas políticas en las colectividades. Sin embargo, creo que no ha sido negativo el triunfo del Apra porque ha definido una de las opciones que estaban en juego, ha puesto en evidencia una de estas opciones con todas sus vacilaciones y contradicciones. No hay que apresurarse en decretar la muerte cívica del Apra o de su actual líder aún en el campo ta restringido, concreto del sistema bancario. El Apra todavía tiene varias cartas en la manga. Una de ellas es profundizar las contradicciones superficiales y forzar la presencia de los trabajadores en la banca.
- ¿En este caso, se debería asumir la propuesta de la Federación de Empleados bancarios?
Hay que distinguir claramente el modelo Dionisio Romero de la participación de los trabajadores por compra de acciones y, efectivamente, del modelo de la FEB que es el de la participación de los trabajadores por su presencia directa en los directorios de los bancos y sin que se vean obligados a comprar las acciones. Son modelos totalmente diferentes. El primero es uno de los puentes que el Apra puede estar explorando para congraciar la posición de los empresarios y de los trabajadores. El segundo, en cambio, implica una radicalización mayor del partido aprista. Aunque, por supuesto, tampoco es Revolución.
- Después de plantear un Frente Democrático Nacional, integrado por el Apra, la izquierda y los sectores de centro, y de tacharlo de utópico, ¿ha logrado esbozar un nuevo proyecto posible, realizable?
Obviamente ese proyecto era absurdo, aunque yo no digo que pueda o no ocurrir. No creo que después de las matanzas de El Frontón y Lurigancho pueda haber una alianza entre el Apra y la izquierda más radical. Pueden ocurrir acuerdos electorales entre el Apra y la izquierda moderada, que eventualmente inclinasen la balanza en favor de Alfonso Barrantes. Pero eso no tiene nada que ver con el modelo que yo pensaba en 19881 y 82, lo cual no significa que le niegue posibilidad práctica. El cubileteo político es una regla de acción criolla y aquí todo el mundo es un maestro en el juego de dados. De haber elecciones en 1990, al actual presidente Alan García le convendría que resultase elegido un presidente no aprista -Alfonso Barrantes o Vargas Llosa-, porque eso le facilitaría su reelección en 1995. Lo que, por el contrario, no resulta muy seguro si hubiera un segundo gobierno comandado por Luis Alva Castro, es pensar con exagerado optimismo en 15 años seguidos de modelo aprista. Los peruanos no son, no se distinguen precisamente por su fidelidad. O, por lo menos, los peruanos criollizados, alienados, molidos, demolidos por el tipo de cultura e ideología asociados a los programas electorales.
- ¿Cuándo fue que la derecha perdió su oportunidad histórica en el Perú?
Creo que la derecha ha perdido varias veces su oportunidad histórica en el país, aun cuando a veces esta derecha haya aparecido como la izquierda momentánea de su tiempo. Derecha era Baquíjano y Carrillo y perdió su oportunidad porque la suya no era la opción del Imperio. Y derecha era también, a su modo, Santa cruz o Domingo Elías, que no llegan a cuajar ni una confederación peruano-boliviana ni un gobierno civil temprano. Y derecha fue también Manuel Pardo. En cada uno de estos casos el fracaso no puede ser imputado a los que ocasionalmente lideraban el movimiento de la derecha peruana, sino a la debilidad congénita de qienes constituían esa derecha.
Un reaccionario tan convencido como Riva Agüero despreciaba por esta razón a su propia clase social. Según él, se había encontrado por debajo de sus responsabilidades históricas. Esto no significa, sin embargo, que la derecha no haya jugado otras opciones. Ha jugado otras opciones en otros países y ha obtenido no solamente triunfos y reconocimientos electorales, sino también logros de carácter económico. El caso de Inglaterra, por ejemplo. Y tampoco quiere decir que la derecha está cancelada en este país. Personalmente no creo que una posición como la de Vargas Llosa, Belaúnde y Bedoya, traiga una solución a los problemas sociales y económicos del país. Pero eso no significa que no puedas triunfar electoralmente.
Hay que diferenciar el éxito político electoral inmediatista y la realización de objetivos y soluciones a los problemas del país. Y cuando estoy hablando del Frente no estoy pensando necesariamente en Vargas Llosa, Belaúnde o Bedoya. El candidato natural de ese Frentes Belaúnde…
- ¿Es una reivindicación histórica?
¿Lo que quiero decir es que Belaúnde ya tiene una imagen hecha desde 1956. Luego, porque existen precedentes continentales: la elección de Balaguer en Santo Domingo y Paz Estenssoro en Bolivia. Y porque debido a la división no formalizada que existe dentro de la izquierda formal, el desgaste aprista puede ser mucho mejor aprovechado por una derecha que cuenta con un millonario respaldo de publicidad. Todo esto si hay 1990…
- ¿Y también porque este país es desmemoriado, amnésico?
He sido de los que ha repetido esa frase. Digo repetido porque no soy el autor. Se la he escuchado en sus clases de la universidad a maestros míos tan diferentes como Jorge Basadre y Raúl Porras Barrenechea. Basadre acostumbraba a decir que en el Perú no hay ni crimen ni castigo. Y Porras sostenía que el Perú republicano es un país voluntariamente desmemoriado. Habría que ir un poco más allá de la comprobación de la desmemoria para encontrar una explicación. Y he sugerido en otra oportunidad que la desmemoria es un procedimiento defensivo, que resulta de una mala relación del hombre,o la colectividad correspondiente, respecto a su propia historia. Es decir, con su propia actuación.
El peruano es como el judío:es un un hombre culposo; es peruano es un hombre que aun cuando sea inocente, siente miedo al ver pasar a un policía. Se pregunta: ¿Qué falta habré cometido? El peruano cree que en su pasado reciente o remoto hay una falta que no sabe cuál puede ser. Por esa razón prefiere no recordar. Aun cuando para la sorpresa de la mayoría de los peruanos, si verdaderamente se pusieran a recordar, descubrirían su inocencia. Y no podemos excluir algo que todavía resulta peor, y es que todos los peruanos saben que son inocentes pero no son capaces de admitir su inocencia, porque la inocencia es más exigente que la culpabilidad.
- ¿Aún sostiene su propuesta del socialismo totalitario para el Perú?
Mire usted: yo no propongo nada ni para mí ni para los míos. Los míos, en caso de subsistir, será en un siglo en el que yo no estaré presente. Yo me considero un hombre absolutamente de este siglo, no tengo ningún deseo ni interés de mirar al siglo XXI. Para mi, la propuesta del socialismo totalitario no es personal, sino que es dictada por la experiencia colectiva peruana. He estado revisando el programa de Sendero en el que propone una militarización del país y estoy seguro que la otra opción extrema, que no sería precisamente de la derecha civil sino de la militar, intentaría también esta vía.
- Usted, doctor Macera, dijo en el 82 que “mentiría si negase mi admiración por gente como los de Sendero Luminoso”. ¿Sigue sintiendo lo mismo a estas alturas?
Cuando usted dice “a estas alturas”, está refiriéndose a los últimos siete años en que han ocurrido las muertes de centenares de senderistas, de decenas de policías y de miles de pobladores civiles que nada tenían que ver ni con Sendero ni con el Apra, ni con los militares ni con Barrantes o con la derecha. De ser exacto, yo no creo haber expresado simpatía o adhesión. Lo que yo he procurado es ubicar a Sendero dentro de una perspectiva histórica y ubicarme a mí mismo dentro de esa perspectiva histórica. Y dentro de esta perspectiva temo mucho que el Perú no pueda evitar la violencia.
A mí me parece tremendo que esa violencia afecte sobre todo a gente que pertenece a esas clases sociales. Existen muy pocas diferencias entre un policía muerto por Sendero, y un senderista o un campesino muerto por la policía. Y casi no hay distancia entre el torturado y el torturador, cualquiera sea el bando al que pertenezcan. El gobernador aprista degollado por un senderista quizás sea tío o pariente de ese senderista.
Yo hubiera preferido, obviamente, que este país tuviese otra opción distinta. Alguna vez le escuché a Raúl Porras decir que para él los gobiernos lógicos -subrayo este concepto de gobierno lógico-, hubieran sido aquellos que después de José Pardo hubieran llevado a la presidencia de la República primero a Manuel Vicente Villarán y luego a José de la Riva Agüero, con lo cual él consideraba que la opción de una derecha ilustrada y positivista hubiera conseguido el desarrollo del país. Estoy convencido que aquello hubiera sido mejor de lo que realmente ocurrió en cambio. Pero el hecho es que no ocurrió.
Asimismo, tampoco ocurrió un gobierno aprista el año 32, que hubiera podido ser reemplazado alrededor de 1945-50 por posiciones más avanzadas del socialismo. De ese retraso y de esa acumulación, de ese embalse de frustraciones, nos precipitamos a esta guerra civil que tenemos a las puertas. O mejor dicho, ya puertas adentro…
- ¿Y usted en qué situación cree tener posibilidades de sobrevivir: en un gobierno de extrema derecha o en un gobierno senderista?
A mi no me interesa sobrevivir. En ese sentido soy una persona fuera de todo chantaje e incluso del autochantaje. Creo que ninguno de los dos me permitiría sobrevivir, pero tampoco tengo ningún agradecimiento por los gobiernos democráticos y la sociedad burguesa que en vez de proceder a la eliminación física directa, practica el cercamiento de todos aquellos que no constituyen su clientela.
- ¿Usted admite ser un practicante activo del resentimiento?
No, porque no tengo interés por la relación social de ninguna clase. Quizás creí en algún momento que era mi deber representar el resentimiento y a los resentidos del país porque no estaban adecuadamente representados por nadie. Y como abundan tanto los representantes del arribismo, no estaba mal por contraste asumir la representación del resentimiento. Luego me he desinteresado por el asunto. Creo que esas personas pueden buscar su representante con más facilidad hoy que antes.
- ¿De modo que usted se siente ahora feliz, desgraciado o simplemente resignado?
No, no entiendo esos términos. Esos términos pudieron haber tenido alguna significación en otro momento y supongo también que en esto debe haber una cuota adjudicable a la edad. Pero, para mi, los términos felicidad o resignación solamente son sonidos, no los entiendo. Aunque, recuerdo que en algún momento los entendía…
- ¿Qué es lo que suena en usted en estos momento, qué es lo que entiende?
Dejar pasar, pero no en el sentido de Vargas Llosa o el liberalismo, sino ceder el paso para que las demás gentes puedan ser con más facilidad. Y quizás a partir de entonces conseguir una forma diferente, que no sé cuál sería, de recomprometerme con la realidad. Por ahora he decidido he decidido intervenir y que hagan juego los otros.
- ¿Es una forma sutil de admitir que está en el camino hacia la vejez?
No; es una forma consciente de admitir que estoy en ese trayecto, lo cual tampoco me asusta ni me disgusta.
- ¿Ha razonado más maduramente la muerte en estos últimos años?
No. Posiblemente tenía más interés en la muerte cuando estaba más lejos de ella que ahora. Hoy no me la planteo. Llegará en algún momento…
- Alguna vez dijo, por supuesto que en la intimidad de sus amigos, que se sentía frustrado porque sus declaraciones ya no golpeaban, ya no conmocionaban como antes…
Nunca he dicho eso. Al contrario, yo he procurado apartarme porque estoy convencido que tanto dentro del Apra como de la izquierda o de la derecha, existen científicos sociales mucho más jóvenes que yo y que podrían con gran ventaja reemplazarme y sustituirme en esta equívoca función de pronosticador. Para vencer la resistencia de esas personas de izquierda y derecha, y hay que hacerles recordar que un contemporáneo de todos ellos, el señor Alan García, es el presidente de la República. De modo que esa generación de gente de 35 y 40 años debe salir a la lucha ideológica.
- ¿A qué se debe entonces su silencio?
Mire, nunca me he sentido castrado o golpeado por no ser escuchado. Es una pretensión exagerada. A mí no me preocupa mucho la opinión de los demás. Creo que es una de las carencias o defectos que me han impedido ser eficaz políticamente. Para ser eficaz políticamente, hay que tener en cuenta a los demás.
- ¿Usted ubica circunstancias similares a las que están ocurriendo en otro momento de la historia del Perú?
No, definitivamente no. Hay algunas similitudes y también unas cuantas diferencias sustanciales, que es lo que a mí me preocupa mucho: en el Perú de a fines de este siglo se está reproduciendo la misma condición de crisis política, económica y social anterior a la guerra con Chile en el siglo XIX. Soy de los que piensan, y lo he repetido muchas veces, que los problemas de frontera, que el problema con Chile, no está agotado.
Produce irritación, produce asco la liviandad de los políticos peruanos de izquierda, derecha y el Apra, que están bailando valsecitos y marineras parlamentarios, mientras aumentan la tensión y presión de fronteras al norte y al sur del Perú. No estoy, desde luego, invocando una unidad nacional por encima de los partidos políticos; pero sí digo que en términos de sistema democrático, en términos de establishment, el Apra, la izquierda formal, y la derecha, deberían ya haber encontrado una solución a este problema del país: haber definido un modelo para enfrentar con éxito cualquier eventualidad internacional. Esto, al margen del factor en qué consiste Sendero.
- Supongamos, doctor Macera, que el Fredemo cobre esa fuerza que algunos, quizás por temor o por antipatía, subestiman, y amenace efectivamente con hacer volver a la derecha al gobierno. En ese caso, ¿el Apra terminaría por hacer alianza con el sector barrantista de Izquierda Unida?
¡Cómo saberlo! En estos momentos no resulta muy probable porque hay un candidato natural que es Alva Castro. Pero en el futuro, no podría decir que así será. Parece difícil, sin embargo, que el Apra tenga una capacidad de endose en favor de Barrantes, En todo caso, para mí, allí no está el problema…
- ¿Dónde lo ubica? ¿En el supuesto programa económico heterodoxo del Apra?
Para mí el problema consiste en que ya hemos ingresado a una etapa de desaceleración económica. Lo único que podemos estar discutiendo ahora es el grado de aquella desaceleración y cuáles serían los costos sociales, primero, y luego políticos.
- ¿El modelo aprista ha quedado agotado?
El modelo aprista inicial ha quedado agotado, porque se basaba en la reactivación de un aparato industrial que estaba enfermo. Cada vez que crecía aquel aparato industrial teníamos que gastar divisas para sostenerlo de tal modo que, en realidad, cuando los peruanos compraban en soles los productos nacionales, lo que adquirían eran insumos en dólares, en porcentaje variable, pero obviamente muy alto.
- Siguiendo su diagnóstico, ¿qué responsabilidad le atribuye al gobierno aprista?
Su gran responsabilidad consiste en los siguientes puntos: 1) No haber puesto en marcha un programa de reconversión industrial a mediano plazo en el cual se establecieran cuáles eran las metas que tendrían que alcanzar el sector público y el sector privado para la creación de industrias básicas y el aumento progresivo del valor agregado nacional, con la finalidad de que a esa industria “nacional” no tuviéramos que alimentarla con dólares permanentemente. 2) Porque además de no haber diseñado ese modelo de reconversión, y de ni siquiera haberlo discutido, usó las reservas peruanas con la misma permisibilidad que antes había hecho Belaúnde. 3) Lo quees peor, durante el último año -cuando ya había renunciado el ministro Alva Castro, que puede ser el responsable de lo anterior pero no de lo que vendría a continuación-, haber tolerado a través del ICE (Instituto de Comercio Exterior) la importación de por lo menos 400 millones de dólares en maquinarias industriales. Y esto, sin que antes hubiera definido ese plan de reconversión del cual hablo, dentro del cual se hubiera podido decidir si convenía o no la importación de esa maquinaria.
Pero la pregunta fundamental , es: ¿cuánta de esa maquinaria significa un aumento o una disminución del valor agregado nacional, es decir, cuánta de esa maquinaria exigiría de ser ser puesta en funcionamiento un gasto mayor de divisas al importar insumos? El ICE, el Banco Industrial, COFIDE, el Ministerio de Industria y Comercio, ¿le pidieron a esos industriales un programa de funcionamiento a corto plazo de las maquinarias que importaban? Esas son preguntas que deben ser respondidas porque hay funcionarios que son responsables de la solución incorrecta, que dentro de los términos socialdemócratas y dentro de un marco de un sistema democrática formal, hubiera podido, sin embargo, ponerse en marcha.
- ¿Y usted cree que con esas carencias e ineptitudes el Apra tendrá valor suficiente como para presentarse en las elecciones del 90 con el argumento de continuar el programa que echó a andar el 85? ¿O le queda otra alternativa?
No nos hagamos ilusiones… El Perú no está preparado para salir a las calles y hacer un paro nacional exigiendo una reconversión industrial. Y cuando digo Perú, estoy hablando del Perú reformista y no del Perú revolucionario. Acá la dirigencia aprista e izquierista practican un sindicalismo pasado de moda, vinculado a aristocracias obreras subvencionadas. Ellos sólo tratan de mantener los niveles de remuneración de los sectores urbanos privilegiados, y su sueño mayor -que confunden con la revolución- es el salario indexado.
- ¿Y cuál es su propuesta ante el torrente de equivocaciones que ha perpetrado el gobierno del Apra?
Tuve ahora mismo ganas de decirle que no tengo nada que proponer porque estoy doblemente eximido de proponer nada. He cumplido con exceso aquello que llaman responsabilidades cívicas. Ahora mismo, honestamente, las cumplo sin que tenga ningún interés de ser candidato a nada en el futuro. No me siento obligado ni motivado a hacer una propuesta.
Sin embargo, yo le diría a usted que aún valdrían algunas jugadas finales, que no son las mías, antes de cualquier colapso o confrontación, tanto por el lado de la izquierda o del Apra, como de la derecha. No estoy pensando en un consenso de los tres, sino que cada uno de ellos juegue racionalmente su propio objetivo. Temo mucho que estas apuestas semifinales de la izquierda formal, la derecha y el Apra, se contradigan unas a otras y encuentren una contradicción fundamental, una persistente acción de Sendero Luminoso.
- ¿Acelerarían la subversión, allanarían aún más el camino a Senderoy al MRTA? ¿Ellos son los únicos culpables?
Mi impresión es que todos estamos haciendo lo necesario o dejando de hacer lo necesario, para llegar a la confrontación…
- ¿Todos?
Todos. Parecería que de un lado deseamos y de otro lado tememos esa confrontación. Pero más allá de estas apreciaciones emotivas, actuamos hacia esa confrontación como si estuviéramos hartos de la indefinición. Como diciendo ¡Bueno, ya, que resulte lo que sea! Y esa confrontación va a ser un mar de sangre y dolor.
- ¿Usted le da posibilidades históricas al MRTA?
Hay una diferencia muy profunda. Sendero es mucho más andino, serrano; el MRTA es yunga, lo cual significa costeño-occidental. Un diálogo en términos de insultos, pero un diálogo al fin y al cabo, es posible entre el Ejército y Sendero, porque practican el mismo lenguaje, el lenguaje real, concreto y duro. Un oficial de Sendero es psicológicamente compatible con un oficial del Ejército Peruano. La diferencia entre ambos es solamente ideológica: unos están contra el sistema y otros están por el sistema.
Por otro lado, en un orden secundario, las acciones del MRTA en el nororiente peruano no ponen en peligro ninguna zona estratégica, mientras que la acción militar revolucionaria de Sendero en la dorsal andina, sí pone en riesgo el espacio nacional y le permite una movilidad dentro de un eje norte-sur, en función del cual pueden instrumentar acciones este-oeste, selva-costa. De tal manera que así yugulan, parcelan, fragmentan el territorio nacional.
Y aquí hay que añadir que las diferencias de estrategia militar siempre son el reflejo de diferencias en estrategias ideológicas, y también en concepciones globales de carácter político social y filosófico.
- ¿Cuántas veces se volvió a joder el Perú en esta década de los ochenta, doctor Macera? Y, al mismo tiempo, ¿cuántas veces se ha sentido invadido, atrapado por esa desazón?
Los peruanos somos, a pesar de todo, tan corteses y cortesanos que cada vez que repetimos esa frase de Vargas llosa, o la mía -”El Perú es un burdel”-, debemos reunir un coraje muy especial para decirlo. La cortesía es una forma de amenguar los efectos cáusticos de la realidad…
- ¿Es una evasión?
No, no lo es. La cortesía y quizás el amor mismo son formas de disminuir el voltaje de la comunicación al desnudo…
- Decía evasión porque “cortésmente” ha evitado responder la otra pregunta…
Ahora mismo se la contesto: imagine usted un gobierno aprista que en estos momentos, a la mitad de su mandato, pudiera contar en su registro lo siguiente. Primero: que no hubiese ocurrido las matanzas de Lurigancho y El Frontón. Segundo: que la banca hubiese sido estatizada. Tercero: que se se hubiese dado la Ley de Regionalización. Cuarto: en vez de una Ley del Inquilinato, que tampoco se ha dado, se habría dado una Ley de Ocupación del Suelo Urbano, expropiando a las urbanizadoras, que en su mayor parte han prosperado no sobre terrenos de su propiedad privada sino sobre terrenos eriazos denunciados para supuestos y falsos fines agrícolas -a los cuales después han conseguido cambiarlos de uso. Y, quinto: se hubiese empujado a la reconversión industrial y al mismo tiempo moralizado la función pública -que no comienza por el horario de verano ni por el encarcelamiento del ladrón-, sino por exigir la práctica competente. Imagine usted un gobierno de esta clase. Y como nada de esto ha ocurrido, cuente usted las oportunidades perdidas.
- Fuguemos a otro extremo, cotidiano: ¿cuál es la forma más fácil de hacer el ridículo en este país?
Creo que el problema de este país es que nunca nadie ha tenido el heroísmo de ser realmente ridículo. Aquí nunca nadie ha sido ridículo. Qué curioso: en el Perú la palabra “persona ridícula” es una abstracción. En el Perú toda la gente se porta bien, desde los obreros hasta los señores. Falso ideal caballeresco ha tenido la sociedad peruana, sin tener ninguna razón de serlo…
- Y usted doctor Macera, ¿no ha revisado su vocación por la Historia?
Inicialmente quise ingresar a Ciencias Naturales para estudiar Zoología y Botánica. Hoy mismo prefiero leer libros de Etología que de Historia. Creo que equivoqué.
- ¿A qué atribuye su debilidad por las novelas policiales?
¿Debilidad?
- Debilidad en el sentido de gusto, de no resistir dejar de lado la lectura de ese género que, sin duda, no es menor en la literatura.
Creo que matar a otro es la única forma de muerte que uno puede experimentar sin morir uno mismo. Pero hay que darle demasiada importancia a una persona para poder matarla.
- ¿Y usted la ha encontrado?
Nunca. Nunca encontré a una persona que me interesara tanto negativamente como para poder eliminarla o desearle la muerte. Ni siquiera puedo eliminarme a mí mismo. Creo que el suicidio es un acto de narcisismo.
“Vargas Llosa ha preferido no seguir la suerte de sus novelas”
- ¿Usted no cree que la actividad política de Mario vargas Llosa resiente su crédito literario?
Obviamente que sí, pero eso nada dice en contra suya sino al contrario de lo que algunos creen. Puede ser una puna pieza de su carrera hacia el Nobel, no estoy tan seguro. Vargas es consciente que la opinión pública literaria internacional no es movida por la derecha sino por la izquierda y por los sectores progresistas, y él ha enajenado a esos sectores. De modo que a mí me parece demasiado elemental hablar de oportunismo. En el caso de Vargas Llosa puede ser algo peor: es su identificación con un momento histórico que ya estaba pasando.
Sus novelas van a llegar al siglo XXI, pero Vargas Llosa es un hombre que ha preferido no seguir la suerte de sus novelas y quedarse en el siglo XX.
- ¿Qué sensación le embargó cuando vio la Plaza San Martín lleba por un movimiento liderado por Vargas Llosa?
Esa fue una asamblea incongruente. Vargas Llosa estaba por encima del tema original de la reunión: la defensa de los bancos privados. Los asistentes, que eran en su mayoría de clases medias, estaban por debajo de ese tema. La responsabilidad de vargas Llosa es haber salvado este desencuentro y haber servido de puente entre los de abajo y los de arriba, y esa es una responsabilidad que obviamente no ha quedado agotada en esa asamblea. Por eso mismo es que se ha sentido obligado a continuar, porque al igual que todos es responsable de lo que ha domesticado.
-¿Es valor o ambición lo que impulsó a Vargas Llosa a integrar el Fredemo?
-Para mí, quien elige una opción política no siempre lo hace con agrado. Lo que debería preguntarse la izquierda formal peruana -porque a la izquierda informal y subversiva no le interesa mucho el problema Vargas Llosa-, es por qué se preocupa tanto en Vargas Llosa. ¿Acaso porque lo sienten un hombre suyo perdido?