Un continente en búsquedas de respuestas colectivas.,Se inicia hoy en Lima la Cumbre de las Américas. Por primera vez desde la creación de este mecanismo de diálogo e integración panamericana, la cita será en nuestro país, que recibirá con generosidad y optimismo a más de 30 delegaciones y una veintena de jefes de Estado o de gobierno. Este espacio se activa en un momento especial para el mundo, cuando el estallido de las guerras en Medio Oriente inquieta la paz armada de las naciones, reponiendo esquemas bipolares que se suponían superados por confrontaciones y alianzas plurales surgidas luego de la caída del Muro de Berlín, la consolidación de la Unión Europea (UE) y la irrupción de China como una potencia económica mundial, y acaso ya política. América no es ajena a esas batallas. La mayoría de nuestros países no se ven sacudidos por la ola migratoria de los países árabes, pero los atentados terroristas han tocado a EEUU y generado reacciones aislacionistas, en tanto que el reordenamiento de las prioridades afecta los procesos de cooperación. Otros fenómenos de escala global se relacionan con la agenda de América, como la reaparición del proteccionismo –ahora de la mano de EEUU–, el avance de China en los mercados emergentes de América Latina y la lucha mundial contra la corrupción y la opacidad de las operaciones financieras. Esta agenda sobre la que toman posición los países del hemisferio se imbrica con el cuadro de un continente que también busca respuestas específicas. Pasada la década de crecimiento económico sin precedentes de los países de América Central y de América del Sur, la región ha empezado a esforzarse para evitar los retrocesos en protección social y cerrar las brechas que se localizan en las zonas rurales o en las poblaciones alejadas de los grandes centros urbanos, siendo por ello meritoria la sucesión de foros de la sociedad civil regional que se lleva a cabo en Lima estos días. La actual búsqueda regional toma cuenta dos elementos cruciales de la nueva situación, el fin del ciclo de los gobiernos de izquierda o progresistas, y la crisis de legitimidad de los sistemas políticos que han llevado a la caída de por lo menos 4 presidentes en los últimos años (Guatemala, Brasil, Paraguay y Brasil) por corrupción o por el agotamiento de las reglas de la competencia política. Es probable que gran parte de los grandes líderes que entre hoy y mañana se reúnen en Lima no tengan a la mano las salidas a esta situación. Es obvio que la mayoría de ellos no son parte de la solución sino del problema. A pesar de lo señalado, es positivo que el liderazgo de los países se siente alrededor de una mesa para inventariar con realismo el debe y el haber regional de cara al futuro, así este no les perteneciera. Para el Perú, esta es una gran oportunidad de demostrar que el remezón que significó la renuncia del anterior presidente, el país anfitrión ha sabido salir airoso de una sucesión constitucional, signo también de tiempos distintos. Es asimismo una estupenda ocasión para continuar tejiendo lazos y relaciones con países amigos, y alianzas en procura de la seguridad regional, la democracia y el bienestar.
