Pedro Castillo se ha lanzado al papel de anunciador para buenas noticias covid. Probablemente la cosa le rinde, pues en efecto los avances han sido reales e importantes. El principal mérito de Castillo en esto ha sido nombrar a Hernando Cevallos a Salud, y dejarlo trabajar. Pero Castillo habla como si nos hubiera vacunado él mismo a todos.
Hay en la actitud presidencial un cierto aprendizaje, en el sentido de prestarle atención a una inquietud concreta de la gente. Mucho mejor que el abstracto amor al pueblo con que se estrenó. Ahora haría bien en multiplicar este tipo de dedicación, y podría comenzar pasando a las buenas nuevas del agro, de todo tipo.
Varios presidentes se han definido por sus temas, por la insistencia y elocuencia con que los enfrentaron. Con FBT fueron la geografía y las necesidades viales del país. AGP insistió en la electrificación y en el acceso al agua. Castillo privilegia la epidemióloga y la educación, lo primero con mejor suerte que lo segundo.
Si Castillo hablara más, ¿qué nos diría? Una hipótesis es que él se está guardando oscuros secretos políticos. Sería una situación harto incómoda, e incluso difícil de sostener en el tiempo para lo que vendría a ser un “candidato manchuriano”, léase un infiltrado en la democracia, con una tarea concreta.
Probablemente la realidad no es tan sombría, y Castillo no tiene mucho que decir, por lo menos nada presidencial. En eso el Covid viene siendo una salvación, y no solo para Castillo. El virus ha venido resolviendo problemas de oradores y redactores, que lo van a extrañar cuando todo termine.
Pero al concentrarse en el tema relativamente exitoso del momento, Castillo pierde la oportunidad de utilizar el gran peso de sus mensajes y declaraciones para ayudar a asuntos de Estado que realmente lo necesitan. En esto hay mucho que se puede escoger, y esa es una de las tareas del propio presidente.
Es poco probable que estas líneas amplíen el abanico temático del profesor de Chota. Su resistencia a expresarse más allá del boletín de avances epidemiológicos es evidente. Solo ha sido elocuente, a medias, cuando ha tenido que defenderse. No hay vacuna para este tipo de problema.