A cuarenta y cinco días de los comicios generales de abril 2021, y con un gobierno más enérgico para dar continuidad a las acciones que aseguren la inmunización de más peruanos, es evidente que la población empezará a interesarse más en el tema electoral.
Y dadas las condiciones de distanciamiento social que la COVID-19 supone, ese interés se trasladará mayoritariamente a las redes sociales. Esto ya no es novedad, es en realidad una tendencia desde hace unos años en el Perú.
¿Qué va a diferenciar entonces a la campaña digital del 2021 respecto de las anteriores? Considerando que el nivel de polarización se va a exacerbar a consecuencia del descontento y las lamentables nuevas brechas que están surgiendo entre más peruanos, la clave del éxito se concentrará en apelar a la violencia o acciones de acoso. El bullying.
Pero no cualquier bullying, sino el autobullying. Justamente, la estrategia que ya le está funcionando al candidato López Aliaga y que le permitió volverse mainstream en las redes sociales, asociando su imagen física a la del personaje de cómics conocido como el “chanchito Porky”.
Guste o no, la asociación de López Aliaga con el bonachón “Porky Pig” lo sacó del anonimato.
Y el autoacoso le ha servido para pasar por alto su discurso altisonante y que claramente genera repudio. Y es que la magia de una estrategia digital de “autogol” radica en introducir elementos distractores a una narrativa que nos interesa eliminar.
El meollo de la estrategia del autogol reza: “mejor me gomeo a mí mismo para generar cercanía, bajar las defensas y hasta parecer anodino”.
Mientras los otros contendores en las redes sociales se interesan en lucir más solventes, inteligentes, versados o duchos, el #TíoPorky se ríe de sus flaquezas, de su imagen risible, mientras va subiendo en las preferencias. Probablemente de los centennials distraídos o de los jóvenes bicentenarios buena onda.