La reciente coloración roja del arroyo Sarandí generó preocupación entre los vecinos de Avellaneda, Argentina, quienes denuncian altos niveles de sustancias tóxicas en el agua y advierten que no es la primera vez que el agua cambia de color. La situación fue documentada en videos que circulan en redes sociales, mostrando el impacto ambiental en la zona.
Los primeros análisis indican la presencia de anilina, lo que sugiere que una empresa textil cercana podría estar arrojando desechos contaminantes al arroyo. La comunidad, que experimentó episodios similares en el pasado, se encuentra en alerta ante la posibilidad de que esta situación afecte la calidad del agua potable en la región.
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Los residentes de Villa Inflamable expresaron, según recogió Clarín, su preocupación por la coloración del arroyo, que ha variado entre tonos rojos y amarillos, acompañados de olores ácidos. Silvia, una vecina, comentó: "Mi marido salió de nuestra casa y me dijo que estaba todo rojo. Si bien es rojo otras veces fue amarillo con un olor ácido que nos hace mal hasta en la garganta".
"En otros días tuvimos una espesa amarilla que dejó la parte de arriba dura y un olor ácido. Igualmente, en la canilla no tengo problema y hay agua potable", agregó la mujer en diálogo con C5N.
Ante la alarma generada, el Gobierno bonaerense envió camionetas del Laboratorio de Ambiente Móvil para tomar muestras del agua y analizar su composición. La Municipalidad de Avellaneda también intevino, presentando denuncias ante la Autoridad del Agua, que investiga el origen de la contaminación. Este organismo es responsable de determinar la procedencia de las sustancias tóxicas.
Los vecinos señalaron a las industrias cercanas como responsables de la contaminación del arroyo, argumentando que vierten desechos industriales que alteran la coloración del agua y generan malos olores. La situación es crítica, ya que el arroyo Sarandí, que desemboca en el Río de la Plata, está rodeado de miles de industrias y comercios que contribuyen a su deterioro ambiental.
El arroyo, que está entubado en un 80% de su cauce, presenta un recorrido de más de 50 km² y desemboca en el Río de la Plata. La gestión de este curso de agua recae en el Ministerio de Ambiente de la provincia de Buenos Aires, aunque las denuncias sobre su contaminación son remitidas a la Autoridad del Agua, que depende del mismo ministerio.