El cañón de Avilés, el más profundo del mundo, se encuentra en el mar Cantábrico, frente a las costas de Asturias, España. Con una profundidad máxima de 4.700 metros, es uno de los lugares menos explorados del planeta, comparable en misterio y desconocimiento a las regiones más remotas de nuestro sistema solar. Este abismo alberga una rica biodiversidad marina, incluyendo especies de aguas profundas que apenas han sido estudiadas por la ciencia.
Ubicado a unos 12 kilómetros de la costa asturiana, el cañón de Avilés es una maravilla geológica. Se extiende a lo largo de 75 kilómetros y se estructura en tres subcañones: Avilés, El Corbiro y La Gaviera, cada uno con formaciones y características que varían en perfiles y hábitats, creando un entorno óptimo para especies que encuentran en las profundidades un refugio de vida.
El cañón de Avilés se despliega como un vasto valle submarino en las aguas del mar Cantábrico, destacándose por su perfil en forma de "V", que comienza a 128 metros bajo el nivel del mar. Su profundidad va aumentando gradualmente hasta alcanzar los imponentes 4.700 metros, lo que lo convierte en el cañón submarino más profundo del planeta. Cada subcañón tiene características únicas. Por ejemplo, el subcañón El Corbiro se extiende a lo largo de 23 kilómetros y presenta un fondo sedimentario. La Gaviera, por otro lado, tiene un perfil en forma de "U" con un flanco sedimentario y otro rocoso, y cuenta con escarpes que se elevan abruptamente.
El cañón de Avilés el cañón de Avilés se encuentra en el mar Cantábrico, cerca de la costa asturiana. Foto: Sitios de España
La proximidad de este gigante a la costa asturiana ha despertado un interés creciente por su estudio, ya que el cañón representa no solo un desafío para la exploración marina, sino también una oportunidad para descubrir especies y formaciones geológicas exclusivas de las profundidades. Al encontrarse cerca de la plataforma continental del Cantábrico, los sedimentos de los ríos Narcea y Nalón nutren esta estructura, proporcionando nutrientes esenciales para las especies que habitan este singular ecosistema.
El Caladero de Carrandi, nombre con el que también se conoce al cañón de Avilés, alberga un ecosistema único en el mar Cantábrico. Las distintas profundidades y la variabilidad de sedimentos crean el hábitat ideal para especies que habitan exclusivamente en aguas profundas. Entre los habitantes más notables de estas aguas se encuentran los calamares gigantes, criaturas enigmáticas que suelen observarse en estas zonas abisales, así como estrellas de mar, moluscos y crustáceos.
El calamar gigante, es una de las especies raras en el cañón de Avilés. Foto: Valdes Turismo
La biodiversidad del cañón se complementa con una amplia variedad de peces, entre los que destacan la merluza, el rape y el pintarroja, además de cetáceos como delfines y calderones comunes. Los corales de aguas frías forman coloridos arrecifes sumergidos, favoreciendo la diversidad biológica y atrayendo a científicos interesados en la conservación de estos ecosistemas únicos en el mundo.
La geología de la costa cantábrica ha influido significativamente en la formación del cañón de Avilés. Esta región se caracteriza por cadenas montañosas que llegan hasta el mar, generando acantilados escarpados y una plataforma continental única en su estructura. Debido a la tectónica compresiva, el borde del talud continental presenta un relieve irregular que se convierte en el hábitat ideal para una amplia gama de especies marinas.
La geología única del Cantábrico, con afloramientos rocosos y zonas de sedimentación mínima, ofrece condiciones para el desarrollo de un ecosistema marino complejo y frágil. Este entorno ha llamado la atención de la comunidad científica, que reconoce la importancia de proteger este cañón submarino y su rica biodiversidad, con especies que se consideran fundamentales para comprender los ecosistemas de aguas profundas de Europa.