Este viernes 17 de setiembre, Estados Unidos admitió haber cometido un “trágico error” al perpetrar un ataque con drones en Kabul en el que murieron 10 civiles, siete de ellos niños. Según el jefe del Mando Central de EE.UU., general Kenneth F. McKenzie, la matanza ocurrió el pasado 29 de agosto.
El alto funcionario especificó que su país tenía como objetivo una presunta operación del Estado Islámico contra el aeropuerto de Kabul, una amenaza sobre la que la inteligencia estadounidense tenía una “certeza razonable”.
“El ataque fue un error trágico y ofrezco mis sinceras disculpas”, dijo McKenzie a los periodistas después de una investigación, al transmitir sus “profundas condolencias” a los familiares de los fallecidos.
“Además, ahora estimamos que es poco probable que el vehículo y los fallecidos estuvieran asociados con el ISIS-K, o representaran una amenaza directa para las fuerzas estadounidenses”, añadió Kenneth F. McKenzie en referencia al Estado Islámico del Gran Jorasán, la facción afgana del EI.
Inicialmente, los militares de EE. UU. declararon que su ataque iba dirigido contra un coche bomba de los terroristas del ISIS-K y provocó potentes detonaciones debido a la presencia de una gran cantidad de explosivos dentro del vehículo.
En aquel momento, en el Mando Central consideraban que su decisión permitió prevenir un peligro “inminente” para el aeropuerto de Kabul.
La intervención de EE. UU. en Afganistán fue lanzada a fines de 2001 a raíz de los ataques de Al Qaeda contra el World Trade Center, en Nueva York, y el Pentágono, en Washington DC.
El gobierno afgano colapsó el 15 de agosto tras la toma de los talibanes, un acto que le dio a Estados Unidos y sus aliados dos semanas para instalar uno de los mayores puentes aéreos de la historia, con miles de desesperados afganos que buscaban huir en un aeropuerto colapsado.
Uno de los ataques más severos en el aeródromo mató a decenas de afganos y a 13 militares estadounidenses durante la evacuación.
Con información de EFE y AFP.