Por Alejandra Aching
Durante esta pandemia, las ciudades de todo el mundo se han enfrentado a diversos desafíos de movilidad, donde sus sistemas de transporte público tuvieron que reducir entre un 35% y un 50% su capacidad de aforo, para evitar convertirse en nuevos focos de transmisión de enfermedades. Frente a esto, ya se están implementando alternativas de transporte que garanticen el distanciamiento social, y la bicicleta se ha convertido en la mejor opción.
Algunas ciudades latinoamericanas ya están implementado un plan de ciclovías emergentes frente a la COVID-19, adaptando de manera temporal carriles exclusivos para el uso de la bicicleta y promoviendo la movilidad activa y sostenible, esenciales para la recuperación económica y social.
Sin embargo, parte del objetivo de estas ciclovías temporales es convertirlas en permanentes e integrarlas al sistema de transporte público de las ciudades, permitiendo así hacer un uso masivo de este medio de transporte que pueda reducir el parque automotor.
Por ejemplo, Bogotá, líder en la promoción del uso de la bicicleta en toda la región, ya está implementando estas estrategias y ha destinado un total de 84 carriles para ciclovías permanentes. Esa iniciativa trae grandes beneficios para una ciudad en la que se movilizan alrededor de 835.000 bicicletas diariamente, según datos de LA Network.
Con el desarrollo de mejores políticas relacionadas con el financiamiento, mapeos, recopilación de datos y difusión de información a través de plataformas digitales, el impacto de este transporte alternativo en las ciudades irá incrementándose.
Evidentemente, este tema es de gran relevancia y debe formar parte de la agenda de políticas públicas de cada ciudad y establecerse mediante la formulación de leyes promovidas por gestiones gubernamentales, organizaciones y planificadores especializados en movilidad urbana y seguridad vial.
Perú está entre uno de los países en los que a diario unas 77 000 viajan en bicicleta. Foto: BID
En el Perú, ya se están dando los primeros pasos. Hace poco se aprobó por unanimidad el proyecto de ley que busca promover el uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible.
De esta forma, los trabajadores del sector público obtendrán un día de descanso remunerado por cada 45 desplazamientos desde sus bicicletas hacia el trabajo, mientras que los trabajadores del sector privado recibirán incentivos como horarios de entrada flexibles o días de descanso.
En el Perú, en particular Lima, la infraestructura ciclista aún es incipiente. Parte del motivo se debe a que recién las autoridades están comprendiendo la importancia de priorizar esta movilidad urbana sostenible en el país.
En definitiva, existen muchos argumentos positivos para impulsar esta movilidad urbana como modelo para que las ciudades se recuperen de la crisis sanitaria, muestra una vez más que la decisión debe estar orientada a hacer de la bicicleta el principal medio de transporte pospandemia.