Por: Jesús Centeno
Carrie Lam, que se reunió el lunes por separado con el presidente chino, Xi Jinping, y con el primer ministro, Li Keqiang, hizo balance de una visita que, aunque oficialmente era “rutinaria”, era de vital importancia para refrendar la confianza y el apoyo del Gobierno central en su desempeño.
En una rueda de prensa en la capital del gigante asiático, donde se encuentra desde el pasado sábado, Lam desgranó la situación en la urbe financiera y que según ella ha mejorado pese a reconocer "problemas de raíz" enquistados en la sociedad hongkonesa.
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“Los debemos investigar, tenemos un comité independiente para estudiar lo que ha pasado todos estos meses. Hay que encontrar los problemas y ofrecer soluciones”, afirmó, sin dar más detalles. Aunque admitió lo “excepcional” de la delicada tesitura que vive la ciudad, la controvertida jefa del Ejecutivo hongkonés incidió en que ha logrado progresos: “La violencia ha bajado en las últimas dos o tres semanas (...) excepto en la noche de ayer”, reconoció.
Las protestas llegaron de manera masiva a las calles hongkonesas el pasado 9 de junio a raíz de un controvertido proyecto de ley de extradición, ya retirado por el Gobierno, pero han mutado hasta convertirse en un movimiento que busca una mejora de los mecanismos democráticos de Hong Kong y una oposición al autoritarismo de Pekín.
Sin embargo, algunos manifestantes han optado por tácticas más radicales que la protesta pacífica y los enfrentamientos violentos con la Policía han sido habituales.
Los meses de protestas han colocado a la economía de Hong Kong en recesión por primera vez en una década, tras contraerse un 2,9 % en el tercer trimestre, afectada por las caídas de las importaciones y las exportaciones, de las ventas al por menor y por las decrecientes cifras del turismo.