Jerusalén: Un lugar sagrado... y ciudad de las iras santas

Conflicto. Decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre una ciudad en eterna disputa ha atizado conflicto árabe-israelí. Protestas no cesan y el enojo de países incluso aliados de EE.UU. anuncian tiempos más violentos en la región.,El líder turco Recep Tayyip Erdogan criticó a Donald Trump y calificó a Israel como "un Estado ocupante". El jeque de Catar, Al Thani, asegura que afectará la estabilidad del área. La familia real de Arabia Saudita califica el anuncio de "irresponsable". El presidente de Egipto Al Sisi dice que perjudica a la región. El secretario general de la ONU Antonio Guterres rechazó la medida unilateral que pone en peligro la paz. La UE augura tiempos sombríos para el mundo. Trump ha logrado dejar solo a EE.UU. al enojar a todos, incluso a los países musulmanes que eran sus aliados en el Medio Oriente. El enojo ha sido evidente en la comunidad internacional y por supuesto en los palestinos, que reclaman la ciudad como la capital de su futuro Estado. Trump entró en rumbo de colisión contra los 70 años de consenso mundial sobre el statu quo de Jerusalén. PUEDES VER EEUU: musulmanes protestan frente a la Casa Blanca por Jerusalén Tres religiones ¿Por qué las iras santas? Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del mundo y su historia está teñida de sangre. El Imperio Romano destruyó en el año 70 de nuestra era el templo de Jerusalén y desató la dispersión del pueblo judío. Cristianos y musulmanes lucharon entonces por sus santos lugares durante dos siglos en las cruzadas. Y en las últimas siete décadas, tanto árabes como judíos llevan aspirando a que sea su capital, en todo o en parte. La ciudad implica una concentración sin parangón de recintos sagrados en menos de un kilómetro cuadrado: el Muro de los Lamentos, llamado Muro Occidental del Templo por los israelíes; la Explanada de las Mezquitas o Noble Santuario para la fe islámica; y el Santo Sepulcro, basílica que agrupa el lugar de la crucifixión, sepultura y resurrección de Jesucristo para la tradición cristiana. Más de 3.000 millones de creyentes de las tres religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo y el islam) observan con atención a Jerusalén y reaccionan a cualquier alteración del statu quo de la ciudad. Así ocurrió cuando se instalaron arcos detectores de metales y cámaras de vigilancia en el acceso a la mezquita Al Aqsa y el Domo de la Roca, lo que desencadenó en violentos disturbios el verano pasado. Ciudad vieja y barrios El núcleo de Jerusalén es la Ciudad Vieja, un laberinto de estrechos callejones y arquitectura histórica que caracteriza sus cuatro barrios: el cristiano, musulmán, judío y armenio. Está rodeada por un muro de piedra similar a una fortaleza y es hogar de algunos de los sitios más sagrados del mundo. Cada barrio representa a su propia población. Los cristianos tienen dos porque los armenios también son cristianos, y su distrito, el más pequeño de los cuatro. En el barrio cristiano está la Iglesia del Santo Sepulcro, uno de los lugares más sagrados de los cristianos, administrada por representantes de distintas denominaciones cristianas, desde el patriarca ortodoxo griego, frailes franciscanos católicos y el patriarca armenio. Y también están las iglesias etíope, copta y siria. El barrio musulmán es el más grande de los cuatro y contiene la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al Aqsa en una explanada llamada Haram al Sharif o Noble Santuario. Para los palestinos, Al Aqsa es el principal símbolo identitario nacional y religioso, tanto para los laicos de Fatah como los islamistas de Hamás. Para los islámicos, la mezquita es el tercer lugar más sagrado después de La Meca y Medina. Los musulmanes visitan el sitio sagrado todo el año, pero cada viernes, durante el mes sagrado de Ramadán, cientos de miles de musulmanes llegan a orar a la mezquita. El Barrio Judío alberga el Kotel o Muro de los Lamentos, el punto más cercano donde los judíos pueden orar al Sancto sanctórum, el recinto más sagrado del judaísmo. Muchos judíos piensan que la Cúpula de la Roca es el lugar del Sancto sanctórum. Cada año recibe a millones de visitantes. Una urbe disputada Jerusalén, la ciudad sagrada, es una urbe disputada en la que la comunidad internacional no reconoce desde hace 70 años soberanía ni a israelíes ni a palestinos, hasta que lleguen a un acuerdo de paz. La decisión de Trump rompió con un consenso internacional de décadas y pasó por alto resoluciones de Naciones Unidas sobre la ciudad. Desde 1947, cuando la ONU aprobó el Plan de Partición de Palestina entre un Estado árabe y otro judío con la resolución 181. El plan establecía que la ciudad y sus alrededores (incluido Belén) quedarían bajo control internacional una década y preveía un plebiscito para decidir su condición. Pero el estallido de la guerra árabe-israelí en 1948 truncó la posibilidad de que Jerusalén fuese gobernada a través de un estatuto particular. Con el armisticio de 1949, la ciudad santa quedó dividida: la parte oriental –con la Ciudad Vieja y lugares sagrados–, habitada principalmente por palestinos musulmanes y cristianos, quedó bajo control de Jordania. Y la zona occidental, habitada principalmente por judíos, bajo gobierno de Israel. La ciudad quedó partida en dos con alambradas, vallas y puestos de control militares. Decisiva zona oriental En 1967, luego de la Guerra de los Seis Días, Israel ocupó la parte oriental de Jerusalén (así como Cisjordania, Gaza y los Altos del Golán). La ONU reaccionó con la resolución 2253, que declaró ilegales las actividades de Israel en la parte oriental. En Jerusalén Oriental es precisamente donde los palestinos aspiran a tener algún día la capital de un Estado independiente. Israel incorporó varias localidades de Cisjordania para expandir la urbe. Para complicar más las cosas, comenzó a construir en 2002 un muro que separa a cerca de 100.000 vecinos del resto de la urbe y los sitúa en Cisjordania. El estatus de la ciudad, sin embargo, continuó siendo disputado. Ninguna potencia internacional reconoció a la ciudad como capital israelí y el derecho internacional consideró ilegal la ocupación de Israel de Jerusalén oriental. Desde entonces, el estatus de Jerusalén ha sido uno de los asuntos clave en el conflicto israelí-palestino y la ciudad continúa dividida entre la parte oriental, donde viven unos 300.000 palestinos, y la parte occidental, con cerca de medio millón de judíos. Hasta que llega Trump y en su discurso sobre Jerusalén que no hace distinciones entre occidental y oriental. Al reconocer a Jerusalén como capital israelí, EEUU legitima la ocupación y la construcción de asentamientos en el oriente. Desaire Fracaso. La visita del vicepresidente estadounidense Mike Pence va camino al fracaso, tras las protestas palestinas que dejaron cuatro muertos. El presidente palestino, Mahmud Abas, ya rehusó a reunirse con él. El papa Teodoro II de la iglesia ortodoxa copta de Egipto también anuló un encuentro. Otro que canceló fue el jeque de Al Azhar.