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Sismos en Moquegua: en el epicentro del miedo

Tristeza. El distrito La Capilla en Moquegua fue el epicentro de uno de los sismos más fuertes que han experimentado las regiones del sur. El 80% de las viviendas han sido afectadas. Pobladores piden ayuda y rezan para que sismos terminen.

larepublica.pe
rezo. Hay dolor y miedo entre los pobladores de La Capilla. Esperan que pronto la tierra deje de temblar. Piden ayuda para poder reconstruir sus casas que fueron dañadas por el sismo y sus más de 17 réplicas que se registraron.

La noche del martes Yeni Álvarez y su familia tuvieron que dormir en la iglesia del distrito La Capilla. No tuvieron tiempo siquiera de sacar una chompa o una frazada para abrigarse, pues tenían mucho miedo de que un nuevo sismo terminara sepultándolos bajo las paredes de su casa. Se cubrieron del frío con una frazada que les dieron del municipio y así pasaron la noche, rezando —junto a otras 50 familias— con cada una de las doce réplicas que se presentaron. Solo al día siguiente, cuando Yeni volvió para verificar los daños, se dio con la terrible sorpresa de que la sala de su hogar colapsó. Llorando dice que perdió todos sus electrodomésticos y las herramientas de albañilería de su esposo.

Y es que el sismo de 5.4 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro fue el distrito La Capilla, ubicado en la provincia de General Sánchez Cerro en la región Moquegua, fue más fuerte de lo normal. Esto porque el epicentro estuvo a una profundidad de apenas 18 kilómetros.

Ayuda. Trabajadores del municipio provincial de Sánchez Cerro trabajaron de noche y día para habilitar vías. Foto: Rodrigo Talavera/ La República

Poblado. Vista aérea del distrito La Capilla, allí casi todas las casas tienen fisuras y colapsaron. Foto: Rodrigo Talavera/ La República

Ambientes temporales. El municipio de La Capilla armó carpas para afectados. Se puso colchones y frazadas para dar resguardo a los pobladores. Foto: Rodrigo Talavera/ La República

Afectada. La casa de Yeni Álvarez fue la más afectada por el sismo. Foto: Rodrigo Talavera/ La República