Bienvenidos a la jungla, pero también al paraíso

Memorable. De cómo la legendaria banda ofreció un espectáculo efectivo, pero no exento del clásico espíritu del rock n’ roll.,12:10 a.m. Axl Rose, Slash y Duff McKagan dan un paso adelante y llaman a Frank Ferrer, Dizzy Reed, Richard Fortus y Melissa Reese, los músicos de soporte, para que se sumen a la despedida. Juntos hacen la venia correspondiente ante más de 50 mil personas que aún no se reponían del desmadre que generó en el estadio Monumental la ejecución de ‘Paradise city’ y el estallido de la pirotecnia. PUEDES VER: Así los seguidores de los Guns N’ Roses buscaron sus púas en el Centro de Lima |FOTOS Ese retumbar, sumado al sofisticado juego de luces y una copiosa lluvia de papel picado, fue lo único que pudo acabar con el pogo (desatado antes solo con ‘Nightrain’ y ‘You could be mine’. ‘Welcome to the jungle’ fue la segunda canción con la barra brava aún fría), lamentablemente no generalizado porque muchos en la zona de campo prefirieron seguir registrando en video lo que tenían en el escenario en vez de entregarse a la euforia (¡cuántos fans a los que el dinero les alcanzó solo para la tribuna morían por estar en la cancha, saltando hasta el cansancio!). Ni el temblor de 4.8 grados que sacudió Lima a las 10:47 p.m., mientras se escuchaba ‘Civil war’, los sacó de esa especie de hipnosis . Así acabó el primer concierto de 'Not In This Lifetime World Tour’, la gira latinoamericana de Guns N’ Roses, que empezó a las 9:45 p.m. con ‘It’s so easy’. Exactamente así, sin el esperado bis y dejando la impresión de ser un show bien producido y ensayado, con todo en su lugar y sin muchas ganas de salirse del libreto. Como para confirmar –dato crucial para los siguientes conciertos, como el de hoy en Chile– el rumor según el cual esta versión de la mítica banda es probablemente la más formal y disciplinada de las que se le han conocido. Sin desplantes ni majaderías, sin expresiones ni gestos obscenos gratuitos. Mitos y leyendas Pero, vamos, ¿no era eso lo que se esperaba de ellos? El (sub)mundo del rock n’ roll está lleno de mitos y leyendas urbanas, algunas de ellas muy cercanas a la realidad, pero también vasta en situaciones, ‘anécdotas’ y/o ‘conflictos’ filtrados interesadamente para impulsar el lanzamiento de un disco o una gira o el relanzamiento de músicos venidos a menos. A los que gustan de estas historias, y no acudieron a la cita poniendo como pretexto justamente evitar caer en esa manipulación, debo decirles que se equivocaron. Axl no está como lo mostraron algunos maledicentes memes (era curioso cómo algunos asistentes hurgaban en su mirada o en sus gestos algún indicio de desarreglo, de haber ingerido alguna sustancia). Vamos, la suya ya no es la voz que ostentaba en la juventud, de acuerdo, pero tampoco está como José José. Ni hablar. La noche del jueves, el cantante cumplió con las exigencias planteadas por lo que está en la memoria de los fans, incluso en las notas más altas (el set al piano, especialmente con ‘November rain’, la interpretación de ‘Patience’, de ‘Knockin at heaven’s door’ y de ‘Live or let die’ fueron estremecedoras) o en los alaridos que hicieron de su estilo uno de los más singulares del rock de los años 90’. Y en cuanto a su físico, Axl no es hoy el flaco que se contoneaba en el clásico ‘Sweet child o’ mine’ (imposible, ¿no? Y si estuviera gordo, ¿realmente eso importaba? ¿En serio?), pero igual pudo recrear ese y otros movimientos tan suyos, e incluso correr de un lado a otro (sí, como lo veíamos en los videos piratas de sus conciertos y ahora en YouTube) del inmenso escenario diseñado así precisamente para su lucimiento. El de él, pero también de Duff Mc Kagan… y sobre todo de Slash. El show de Slash Carajo…, qué magnífico guitarrista es Slash. Sí, eso ya lo sabíamos, pero apreciarlo en directo con esta alineación muy cercana a la del ‘Appetite for destruction’, el ‘Lies’, los ‘Use your ilussion’ o el ‘The spaghetti incident?’, y tocando precisamente algunas de esas canciones emblemáticas, es otra cosa. Es de otro mundo. Apostaría que mucha gente pagó lo exigido por la taquilla para apreciar de cerca su arte y su estilo. Para comprobar que en sus manos y en su instrumento está el sonido de los Guns. Y en sus punteos, sus canciones (ese solo con ‘The Godfather’s theme’ como intro de ‘Sweet child o’ mine’ fue espectacular). Y los que no llegaron para verlo solo a él, seguro se fueron satisfechos de haber apreciado a uno de los más virtuosos héroes del rock n’ roll vigentes. El auténtico líder, bajo la inevitable sombra de Axl, de esta bien afinada banda. Duff McKagan, como los demás músicos de apoyo, se mostraron a la altura del reto. Incluso el bajista interpreta una canción y fue el único que aludió al Perú, a Lima. Y probablemente sea quien cumpla ese rol en los próximos recitales para dejar que Axl solo cante y no vaya a equivocarse al nombrar al país anfitrión. Sí, como si este show de los Guns N’ Roses, por ser el del inicio de la gira, hubiera sido una maqueta de prueba, algo así como eso que te dan en el supermercado para que compres determinado producto. Jungla y paraíso ¿Demasiado calculado (y homogenizado) para ser rock n’ roll? ¿Demasiado calmo y conservador tratándose de una nueva aventura de Axl y sus viejos amigos aún no tan viejos? Es posible. Pero si me preguntan, prefiero ver este espectáculo en el escenario, la preeminencia del talento musical que permanece aunque pasen los años, al fiasco aquel que se nos entregó el 2010, lleno de desplantes, ahí muy cerca, en la explanada del mismo Monumental. Ese Axl sí parecía un rockero en decadencia. Los Guns N’ Roses están de vuelta y suenan como en sus mejores tiempos. Bienvenidos a la jungla, sí, pero también al paraíso.