Hace tiempo que nos engañan. La gente empieza a darse cuenta. Pero si de verdad quieren enterarse qué basura nos venden como alimento: sospeche de todos los productos industriales (https://goo.gl/qMZTy5), de todos lo comestible envasado en grandes fábricas: galletas, chocolates, jugos, leches, papitas, chizitos, hotdogs, embutidos, enlatados, etc. Porque todo lo envasado está lleno de químicos: saborizantes, colorantes y preservantes. Preservantes para que el producto dure más desde que sale de la fábrica y transita la cadena comercial hasta llegar al quiosco, tienda, ambulante o mercado donde lo compras. Colorantes y saborizantes para que tenga el mejor gusto al paladar. La ciencia es una herramienta útil para mejorar la calidad de vida, pero algunas instancias de la ciencia también han sido penetradas por la corrupción. Las industrias les pagan a científicos para dar con la fórmula de los saborizantes más adictivos a nuestras papilas. Hay toda una industria paralela de perversos científicos que por dinero subordinan la salud de la gente con tal de complacer a la industria y sus socios en el engaño, los publicistas. Pocos saben, por ejemplo, que hacia 1960, la industria del azúcar pagó a tres científicos de Harvard para que relativizaran el daño que causaba el azúcar en la salud humana. Su investigación se publicó en un importante Journal médico y tuvo una gran influencia en las recomendaciones sobre nutrición en las siguientes décadas, en EEUU y el mundo.Pero también hay muchas investigaciones que nos advierten. El año pasado se supo que aditivos comunes de alimentos producen cáncer de colon en ratones https://goo.gl/RGMPax o que un estudio grande encontró relación entre las bebidas dietéticas (aspartamo o sacarina), la demencia y los accidentes cerebrales https://goo.gl/jN6UdS.En el Perú la industria de alimentos lleva años presionando para evitar la vigencia de la Ley de Alimentación Saludable. Tienen aguantada la reglamentación. Recuerdo que, cuando en 2012 se empezó a discutir públicamente el Proyecto de Ley 30021, Diresa indicaba que el 22% de niños entre 5 y 12 años tenían obesidad y 23%, sobrepeso; lo mismo con el 51% de jóvenes. La OPS (Organización Panamericana de la Salud) inició una campaña porque los índices en la región eran alarmantes. Yo trabajaba en Canal 5, donde se invitó a “debatir” a Alejandro Daly, de la Sociedad Nacional de Industria (SNI) y a una supuesta nutricionista independiente, Milagros Agurto. Fue vergonzoso ver cómo Agurto había sido contratada por la SNI y defendían lo mismo.Como se ve en la entrevista https://goo.gl/zgWW35, quedaron iracundos ante mis preguntas y acotaciones informadas. Ambos se quejaron a la gerencia del canal y Anchorena (gerente comercial) me llamó a su oficina para decirme que había llegado una queja formal de la SNI que ponía en riesgo a anunciantes del canal. Le respondí que a mí me habían contratado para hacer periodismo, no para conseguir auspicios. Y que si me demostraba que yo había errado en la información, okey, pero que no pidiera que yo hiciera su trabajo, que el mío era informar con veracidad.Pese al lobby, la Ley 30021 fue aprobada por Humala tres días antes de acabar su gobierno (no se atrevió antes) pero el reglamento quedó pendiente y Zavala lo tiene secuestrado hasta hoy, favoreciendo a industriales y perjudicando a peruanos. Los industriales y sus defensores (como Heresi) tienen el desparpajo de aducir que el reglamento no está bien, pero esa gran mentira fue desmentida por el Colegio de Nutricionistas. Los industriales presionan porque la ley los obligará a decirnos qué porquerías y mentiras disfrazan en sus etiquetas y publicidad.Mientras tanto, es simple: dejen de comprar basura ultraprocesada por ahorrarse tiempo o plata. Les saldrá más caro en cuentas médicas cuando tengan presión alta, diabetes, cáncer. Cambiar de hábito no es fácil, pero es lo que nos asegura mejor vida. Mientras menos intervenido químicamente el producto, es más natural. Mientras más cantidad de ingredientes que no entiendes tenga la etiqueta, más químicos tiene. Mientras más dure un producto sin estropearse fuera del refrigerador, más preservantes tiene. Que no nos vengan con el cuento de la libertad económica, que esta no puede estar por encima de la salud y la información oportuna, entendible y transparente para una libre elección.