Hay quienes creen que hace falta compromiso político para llegar a una reforma política y electoral. Creo que lo que hace falta es dejar los resentimientos y el frívolo cálculo electoral dirigidos a aquellos nuevos rostros que buscan dar una dura competencia a los partidos más tradicionales en las futuras elecciones. Según las leyes actuales –que fujimoristas y apristas cambiaron y que ahora buscan perpetuar– para constituir un partido es necesario que, entre otras cosas, se junten casi dos millones de firmas y que se pague, para validarlas, casi dos millones de soles (un sol por firma aproximadamente)*. Es decir, en nuestro país, un partido puede ser limpio y democrático, pero si no tiene más de un millón de soles no puede inscribirse y, por ende, no puede participar de las elecciones. Claro, el partido fujimorista o el Apra no pagaron tal suma ni recolectaron tal cantidad de firmas, las condiciones eran distintas cuando estas fuerzas se inscribieron. Normalmente la recolección de firmas es complicada. La gente se anota pero no pone sus datos reales, por ejemplo. La “otra opción” es comprar las firmas en el mercado negro y, claro, el resultado son muchas firmas falsas y mucho más dinero gastado. Es por ello que un partido que quiere hacer las cosas bien, tiene esta meta como, al menos, un sueño muy lejano. Pero claro, algunos creen que este aspecto de la reforma electoral es importante para evitar que tengamos demasiados partidos inscritos. Discrepo. Creo que fuera de la cantidad, el debate debería centrarse en la calidad: exigir que un partido tenga realmente democracia interna, elecciones obligatorias y supervisadas, entre otras medidas… Estos son requisitos que desalentarían a varios, en especial, conociendo la realidad de nuestros partidos actuales, a los que les encanta hacer todo al champazo, elegir candidatos a dedo, etc. Juntar firmas puede hacerse al champazo, las firmas pueden comprarse, como ya hemos visto. Pero poner más exigencias a elecciones internas es importante porque no se organizan de un día para otro; elecciones que, en cualquier contexto, permiten que potenciales candidatos al interior de un partido afinen sus propuestas y den lo mejor de sí para ganar. Así, mejores candidatos serán siempre mejores ofertas para nosotros los electores. Conclusión: todavía hay tiempo, aunque esta reforma es un pendiente que siempre se posterga. Lo importante es que parte del paquete que se apruebe no esté dirigido a impedir que señores como Julio Guzmán o Verónika Mendoza puedan inscribir sus fuerzas con liderazgos que seguro pondrían en aprietos a aquellos que ahora creen que las firmas o la cantidad de años que tenga un partido inscrito en el ROP pesan más que la transparencia, la honestidad, las buenas prácticas. *El requisito es juntar la cantidad de firmas equivalente al 4% del padrón de electores inscritos (antes era el 1% y es a lo que el Ejecutivo plantea volver). Estamos hablando de aproximadamente 800 mil firmas. Una barbaridad considerando que, de cada tres firmas, solo una llega a validarse. Es por ello que hablamos de casi dos millones de firmas.