El segundo informe de la Autoridad Nacional del Servicio Civil, SERVIR, trae un dato que era de esperar, pero que igual llama la atención: los gobiernos regionales han pasado a emplear más personas que el gobierno nacional, 47% a 39%. Luego hay un 14% trabajando en los gobiernos locales. Esto se produjo mientras el sector público en conjunto crecía 40% en los últimos 10 años, de un millón a un millón cuatrocientos mil en todo el país. Esto puede ser visto desde varios ángulos. Sin duda el nuevo 47% parece una cifra descentralista, puesto que son 25 los gobiernos regionales. Además con el paso de los años han venido recibiendo responsabilidades desde el gobierno central, y aumentando su capacidad de ejecución de proyectos. También podría sospecharse un proceso de abultamiento innecesario de la burocracia, como un capítulo del clientelismo político. Sin embargo esto también se le puede achacar a Lima y a los municipios del país. En términos generales hay lugares donde los empleados públicos sobran y otros donde faltan. Sobre lo anterior SERVIR precisa que casi un 60% de los empleados públicos hoy está sobre todo en la educación básica y universitaria, la salud, la Fuerza Armada, y la policía. Son las llamadas carreras especiales que cruzan las líneas geográficas mientras trabajan, y cobran, en la nómina de los distintos tipos de gobiernos. A pesar de la abundancia de plazas disponibles, un puesto público sigue siendo considerado un privilegio, y en esa medida motivo polémico. Una reciente queja fujimorista sobre la presencia de personas del actual gobierno en las comisiones de transferencia vuelve a revelar el celo que hay sobre estos temas. En efecto hay incluso personas especializadas en actuar como jefes de personal del Estado oficiosos, dedicados a tratar de impedir contrataciones consideradas inadecuadas. Pero la experiencia sugiere que ir contra las legítimas preferencias del gobierno contratador parece más bien sañudo, y prácticamente nunca funciona. Probablemente en la mayoría de las regiones no hay este tipo de preocupación, que suele clasificar por el lado ideológico, en la medida que el personal adecuadamente capacitado para las tareas de gobierno tiende a ser escaso. Además en ciertas regiones está la competencia de un sector privado en fuerte expansión.