La noticia de una conversación entre Pedro Pablo Kuczynski y Michelle Bachelet sobre venta de energía a Chile ha enfurecido a algunos, con un par de argumentos. Hay los anti-chilenos recalcitrantes, y hay quienes defienden el acceso prioritario de los peruanos a la energía, en particular el siempre polémico gas. Sobre el antichilenismo no hay mucho que decir, salvo hacerle notar que los nexos económicos entre Chile y Perú son frondosos desde hace un par de decenios, y en cierta medida complementarios. Son las personas que en su momento consideraron el fallo de La Haya una derrota para el Perú, y probablemente lo siguen considerando así. Sobre la energía, cabe hacer notar que el Perú tiene un fuerte excedente desde hace ya varios años. Hay reservas adecuadas en capacidad instalada, y una demanda que crece pero que no podría cambiar las cosas antes del 2025. Lo que falta es la infraestructura para hacer llegar esa bonanza energética a todas partes. De modo que venderle energía a Chile o a cualquier otro nuevo cliente en sí mismo no privaría a nadie en este país. Al contrario, el dinero obtenido de esa venta podría ir también a montar esa infraestructura faltante. Para quienes gustan ver estas cosas geopolíticamente, Chile dependería de energía peruana. Como Europa de Rusia, si se quiere. La idea anterior no es una novedad. En marzo de este año el Consejo de ministros aprobó un proyecto de ley para la exportación de energía a países vecinos, Chile incluido. La norma contempla en efecto usar el producto para financiar la interconexión energética en el Perú. Los estudios preliminares para el paso a Chile ya están hechos. Pero quizás el Perú llegue tarde a esa venta de energía al sur. Por lo menos nuestra capacidad de negociación se está reduciendo, a medida que Chile va encontrando formas de mitigar su déficit, con importaciones de gas de otros países, y fuentes alternativas y más modernas de energía, como la eólica. En este asunto los intereses del sur andino (a la espera del gasoducto), los de la actividad generadora de energía peruana y los de los consumidores chilenos coinciden. Sería lamentable que el chovinismo bloqueara una iniciativa de obvio beneficio para el Perú.