Pedro Pablo Kuczynski ha exigido más debates con Keiko Fujimori y de más alto perfil, y lo ha conseguido. La concesión de Fujimori puede sumarse a una lista de pequeños triunfos de PPK, el cual obviamente está convencido de que además va a ganar en ambos. En efecto, a primera vista la cosa parece inclinada a su favor. ¿Lo está realmente? De alguna manera la contraposición KF-PPK evoca el debate entre Alberto Fujimori y Mario Vargas Llosa en 1990, en que una cundería modesta pero bien asesorada terminó ganándoles la partida a las dotes expositivas del escritor. Quizás no fue eso lo que decidió la elección, pero sin duda ayudó al candidato del tractor. A partir de aquella experiencia los debates dejaron de ser concursos de conocimientos sobre la realidad nacional, y pasaron a ser desembozadas búsquedas de la yugular del contrario. Como que luego de soportar una larga campaña el electorado no quiere una lección, sino un espectáculo con sangre sobre la arena. En tal perspectiva quizás las ventajas de PPK en manejo de cifras, experiencia de gobierno, conocimiento de realidades, no sirvan realmente como armas de destrucción masiva del contrincante. En cambio Fujimori no tiene el lastre de los méritos personales. Lo suyo será atacar por todos los flancos disponibles. Fujimori viene de la experiencia del debate con Ollanta Humala, que fue un largo intercambio de acusaciones y de puyas, en medio de las cuales terminó siendo difícil definir a un ganador. En esa ocasión los polemistas se preocuparon por no inmutarse ante los dardos recibidos, lo cual también parece una buena técnica para el 2016. Hubo cierto consenso respecto de que aquel picado debate del 2011, trufado de zancadillas, no influyó realmente en el resultado electoral. Es muy probable que algo parecido suceda con los de este año. En este sentido ellos serían un reflejo de lo que viene pasando con la campaña misma. Luego está la parte no dicha en este tipo de confrontación. Fujimori sabe sonreír mejor que PPK, pero se le agria el gesto con notoria facilidad. Fujimori sin una portátil alrededor siempre proyecta cierta fragilidad política, pero a la vez PPK está en permanente riesgo de una inoportuna tos.