Siempre había oído esa expresión sin entender su significado. Como me intrigaba, un día averigüé, al fin y al cabo soy calvo desde los treinta años y algo debía haber. Así, descubrí que en numerosas pinturas medievales aparece retratada la oportunidad, entre otros personajes mitológicos. Ella está concebida como la súbita aparición de una opción de mejoría, que puede o no aprovecharse. En estos cuadros, la oportunidad aparece retratada como una vieja decrépita, casi moribunda, que solo conserva unos cuantos cabellos increíblemente largos y delgados. Es un símbolo poderoso. Encierra un doble significado. Por un lado, es una anciana a punto de morir, si no la atrapas perecerá y solo te quedará el melancólico recuerdo de la ocasión que desperdiciaste. En segundo lugar, para aprovecharla debes asirla de los pelos y no es tan fácil, apenas son unos cuantos y difíciles de chapar. Esa figura se aplica a la situación del Frente Amplio en nuestros días. Las elecciones han sido ya hace treinta días y no termina de decidirse. Algunos analistas le reprochan que no llame a votar abiertamente por PPK. No es mi caso, entiendo la posición del FA y me parece que es demasiado pedirle, sobre todo cuando viene de buenos entendedores que deberían hacer su trabajo de interpretar, que lo hacen diariamente para otros actores. En mi caso, creo que la decisión fundamental del FA es consigo mismo. ¿Debe seguir siendo el grupo originario del Congreso de Villa El Salvador o, por el contrario, debe incorporar a quienes fueron ganados por la campaña presidencial de Vero? Tomando en cuenta que en las primeras encuestas andaba en 2% y terminó en 19%, la diferencia es sustancial. En nuestra historia política hay varios antecedentes de situaciones semejantes. En términos positivos se halla el ejemplo de Fernando Belaunde en 1956. Fue lanzado por una pequeñísima coalición, cuyo nombre evidencia su alcance, se llamaba “Frente de Juventudes”. Cuando comenzó la campaña, FBT parecía sin chances, pero terminó segundo y obtuvo un resultado histórico. Inmediatamente a continuación siguió en campaña para organizar un partido político, que resultó siendo Acción Popular, exactamente hace 60 años, y que hasta hoy ocupa un puesto interesante en la arena política. Luego, Belaunde recorrió el país, formando comités y encuadrando a sus simpatizantes. Fruto de ese trajín fue un libro clave en su concepción política y la forja de una estructura orgánica, que compitió exitosamente en las presidenciales de 1962 y 1963 hasta terminar ganando. Pero hay numerosos ejemplos negativos. Cuando era joven, estuve presente cuando los troskos desperdiciamos el caudal de Hugo Blanco. Hace poco, también hemos visto lo mismo con el caso de Susana Villarán, que llegó a ganar y no pasó mayormente nada. La oportunidad es una vieja, si no se aprovecha la coyuntura se muere y desaparece. El FA enfrenta ese dilema. Su votación ha sido muy buena y han activado por ella multitud de organizaciones de base y cantidad de ciudadanos izquierdistas de a pie. Muchísimos más de los que estuvieron en el congreso anterior de VES. Ahora se les puede convocar para armar un frente realmente amplio, concebido como referente del próximo lustro, que todo indica será muy complejo. Tanto Vero como Marco Arana pueden forjar un movimiento con capacidad de luchar por la presidencia en el bicentenario. Pero su convocatoria a formar comités y enrumbar a un congreso irá perdiendo fuerza conforme pase el tiempo. La cosa es urgente, como decía Marx, “al frente está Rodas, tienes que saltar”. A la oportunidad, o se la agarra del último mechón que le queda o se desaparece. Es cuestión de decidirse a tiempo. La firmeza necesaria se vislumbra en los cuadros que expresan la sabiduría de los tiempos idos.