Ha vuelto la temporada de los jales. La anterior temporada la tuvimos en la carrera por conseguir un buen par de candidatos a vicepresidencias. Pero ubicar al buen vice no es una ciencia exacta, por lo cual en la mayoría de los casos el tema es olvidado apenas se produce la designación. Del vice se espera que sea discreto (no roches). Es, más bien, un amuleto de la buena suerte. Ahora en mayo los jales son de mayor envergadura, pero no necesariamente más científicos. Más bien es la dinámica de una cacería, y por tanto el propósito es clarísimo. Se trata de subir a bordo figuras o partidos con votos disponibles para la segunda vuelta, o con capacidad de ayudar a la imagen de la candidatura presidencial. En verdad a estas alturas toda declaración de un candidato es un intento de jale. Se busca ganar simpatías que puedan volverse adhesiones, y luego votos. No es una tarea fácil, pues están de por medio la ley de la inercia y la del costo/beneficio: lo que se gana en un lado puede producir pérdidas en el lado contrario. Jalarse a los mineros ilegales y su periferia comercial en Madre de Dios seguramente ha producido un disgusto de muchos simpatizantes fujimoristas preocupados por el medio ambiente y la legalidad. Jalarse la maquinaria y la popularidad de César Acuña en el norte también significa traer a casa el descrédito con que el ex candidato dejó la primera vuelta. Conseguir buenos jales va a ir siendo más importante a medida que avancen los días, cuando casi todos los bolsones electorales y figuras disponibles ya estén alineados con alguno de los candidatos. Además los votantes que no fueron convencidos por alguno de ellos hasta ahora se irán volviendo incluso más renuentes a tomar partido. Los dirigentes partidarios dedicados en estos días a visitar a los dos candidatos son un espectáculo aparte. Si se trata de dar una imagen de imparcialidad, deberían saber que no es eso lo que se espera de un partido en una elección. Como si quisieran ser jalados, pero no saben todavía por quién. Por ese camino pueden terminar más bien descuartizados por su propia gente. Luego está Elmer Cuba, que al haber cambiado algunos de sus parámetros para migrar, ya no es un jale, sino un trofeo.