Quince escuelas de tabla hawaiana convierten a la playa Makaha, en Miraflores, en el punto de encuentro de todo aquel que quiera iniciarse en el mundo del surf. Juan José Corzo y Fernando Vidal son dos de los campeones internacionales que dictan cátedra allí, sobre las olas., El pequeño Marcelo (8) se muere de ganas por entrar al mar. Su instructor, Juan José Corzo (27), subcampeón bolivariano de longboard 2014, ordena primero el estiramiento de los músculos. Luego, el calentamiento. Marcelo y los otros tres chicos mueven sus bracitos hacia arriba, hacia los lados, se tocan los pies con la punta de los dedos... hacen todo lo que Corzo les dice. Ahora hay que repasar lo básico. Echarse en el piso sobre una tabla imaginaria, remar y, a la señal de su instructor, pararse rápidamente. Marcelo, Nicole y Fabricio lo hacen perfecto. A Lorenzo (14), que es el mayor del grupo y solo lleva dos clases, le cuesta un poco más. De pronto, la preparación acabó. Es hora de entrar al mar. Los chicos van corriendo a la orilla. Corzo y su mano derecha, el instructor Jean Franco Muente, los acompañan. Uno por uno, los alumnos van echándose sobre las longboards especiales para principiantes. Como si fueran botecitos de papel, Corzo les da un empujón para que pasen las primeras olas de la orilla. Y los chicos empiezan a remar con sus manos. Sus instructores van tras ellos. El pequeño Marcelo está feliz. Más tarde, Corzo me contará la historia de cómo aprendió él a surfear. La primera vez su padre lo trajo precisamente aquí, a Makaha. Tenía cinco años y dice que se asustó de las olas y no quiso saber nada del mar hasta que tuvo diez. Entonces, su padre volvió a intentarlo con él en San Bartolo. –En esa época no había mucha teoría. Era "¡no tengas miedo! ¡métete al agua! ¡rema! ¡párate! ¡como hombre!"– dice recordando el peculiar método de su padre con una sonrisa. –Ahora es diferente. Hay toda una metodología y tablas especiales para los chicos. Y hay escuelas que enseñan con esas tablas y esas metodologías. La de Corzo es solo una de ellas pero, junto con la del también ex campeón Fernando Vidal, es una de las más prestigiosas que se pueden encontrar en Makaha. Makaha, el semillero limeño de los próximos campeones. 'Muelas', el primero Makaha –como La Pampilla, como La Herradura– ha sido durante décadas una de las playas favoritas de los tablistas peruanos, mucho antes de que se descubrieran las olas del sur chico (Punta Hermosa, San Bartolo)y del norte grande (Vichama, Cabo Blanco). Makaha fue una de las primeras playas en donde se comenzó a enseñar el surf de manera, digamos, comercial. El primer maestro fue Roberto 'Muelas' Meza, varias veces campeón nacional, descubridor de talentos como Sofía Mulánovich y Gabriel Villarán, quien fundó en 1992 la primera escuela de tabla en Perú, con clases en Punta Hermosa durante los veranos y en Makaha –y en Barranquito y en Punta Roquitas– en los inviernos. Meza cuenta que durante seis años él fue el único instructor en la Costa Verde, hasta que 'Magoo' de la Rosa, otro gigante del surf peruano, abrió su escuela. Luego llegaron, todavía en los noventa, Carlos 'Chalo' Espejo y Rocío Larrañaga, esta última el mayor ícono de nuestro surf femenino hasta la aparición de la 'Gringa' Sofi. Precisamente fue Mulánovich la responsable de que todo cambiara. El campeonato mundial que ganó en 2004 hizo que, de pronto, el deporte experimentara un boom. Todos los chicos –y también muchos grandes– querían correr olas como ella. La tabla empezó a dejar de ser un hobbie de las clases altas. La masificación engendró nuevos campeones. Nos hicimos potencia. Todo eso trajo consigo la aparición de nuevas escuelas. Makaha, con sus dos niveles, para aprendices y para avanzados, era el lugar favorito para comenzar a dictar clases. Pero de entre todo ese enjambre de instructores, pocos, hasta ahora, pueden acreditar experiencia y laureles –campeonatos nacionales e internacionales– dignos de aplauso. Uno de los pocos que puede hacerlo es Fernando Vidal (54). Campeón de rodillas Vidal tenía 18 años y llevaba seis corriendo olas, principalmente en La Herradura, su playa, su segundo hogar, cuando ocurrió el accidente. Una camioneta embistió la moto que manejaba y casi le destruyó la pierna. Fue operado varias veces y su recuperación tardó tres años. Cuando quiso volver, le costaba ponerse de pie sobre la tabla y pasaba el tiempo de rodillas. Fue entonces que un amigo le sugirió que siguiera montando de rodillas. Porque lo que él estaba haciendo era un estilo de surf llamado Kneeboard. Vidal le hizo caso. Y se convirtió en uno de los mejores. Durante 10 años fue parte de la selección nacional en la categoría de Kneeboard. Ganó varios campeonatos nacionales y dos latinoamericanos. Y comenzó a enseñar casi sin proponérselo, cuando una amiga le pidió que le enseñara a surfear a su hijo. Hace 10 años, abrió su escuela de manera formal. En Makaha. Una playa privilegiada, según dice. –En ningún otro lugar del mundo existe una playa que tenga olas todo el año. Es una playa segura. No hay corrientes, no hay bichos ni tiburones. Los chicos que empiezan pueden correr acá y los que ya saben un poco más corren al fondo. Es una maravilla. Mientras charlamos, llegan para recibir clases Marco Méndez (38) con sus hijos Diego (10) y Daniela (7). Vidal me cuenta que al principio solo los chicos fueron matriculados pero que cuando el papá vio cuánto se divertían, no dudó en apuntarse. Ahora los tres estiran y calientan bajo las órdenes de los instructores Fernando Vidal Jr. y Jorge Valdivia. Años de experiencia Hace unos años, las 15 escuelas que funcionan en Makaha decidieron formar una asociación y establecer algunas reglas. La Federación Nacional de Tabla (FENTA), por su parte, inició un proceso de certificación de instructores cuyo objetivo fue garantizar su capacidad e idoneidad. Entre los requisitos que hay que cumplir figuran aprobar un curso de primeros auxilios, RCP y actitud física a cargo de la Marina de Guerra; aprobar otro curso teórico-práctico de la FENTA; no tener antecedentes policiales, y estar dispuesto a pasar controles antidopaje en cualquier momento del año. Fernando Vidal, sin embargo, lamenta que la FENTA no exija a los instructores tener algunos años de experiencia como tablista ni haber competido en torneos importantes. Juan José Corzo, que acaba de regresar a la playa con su clase, piensa lo mismo. –Acá hay instructores que con las justas han corrido en Makaha, no conocen otra playa, pero tienen su carné y pueden dar clases. Cada vez hay más gente enseñando y por la competencia se tiran al suelo. Yo no hago eso. Yo les digo a los clientes que no pueden comparar un Mercedes con un Hyundai. Los estudiantes de Corzo se despiden, mientras que él se queda en la playa junto a su perro 'Longboard'. Vidal, en tanto, observa a su hijo Fernando y al otro instructor dirigir a los Méndez. La familia entera ya está corriendo olas uno al lado del otro. Es un gran día. El verano recién empieza.