Pedro Castillo competirá en la segunda vuelta por convertirse en el nuevo presidente. De acuerdo con las proyecciones parciales, Perú Libre será la primera minoría en el Congreso con unos 37 escaños de 130. Eso significa que, de obtener la victoria en junio contra Keiko Fujimori, estará obligado a concertar con otros grupos políticos si es que quisiera darle a su eventual gestión alguna estabilidad mínima. La misma premisa se extiende a la candidata de Fuerza Popular, por cierto.
El Parlamento 2021-2026 tendría 8 bancadas. Además, incluiría a representantes de Somos Perú y del Partido Morado, aunque en cantidades insuficientes para conformar un grupo parlamentario por su propia cuenta (el mínimo son cinco miembros).
Estarán en el siguiente Congreso, además de Perú Libre, Fuerza Popular (24 escaños proyectados), Acción Popular (17), Alianza para el Progreso (15), Renovación Popular (13), Avanza País (7), Juntos por el Perú (5), Podemos Perú (5), Somos Perú (4) y el Partido Morado (3). Las cifras de curules deberán confirmarse al culminar el conteo oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
Es claro que un posible Ejecutivo liderado por Castillo no podrá sostenerse exclusivamente sobre los hombros de una bancada oficialista.
Por ejemplo, los 37 congresistas de Perú Libre serían incapaces de evitar por sí solos una vacancia presidencial, que procede con 87 votos. La laxa figura de la “incapacidad moral” como atajo para capturar el poder se mantiene como una amenaza latente en la Constitución. En un escenario así, necesitarían del auxilio de otras fuerzas para contener una arremetida de esa naturaleza.
Castillo pasó a la segunda vuelta electoral y se enfrentará contra Keiko Fujimori. Foto: La República
Si un Ejecutivo sin mayoría parlamentaria ya supone una combinación complicada, un Ejecutivo sin mayoría y, encima, con un Congreso hiperfragmentado es un cóctel explosivo. Los peruanos hemos atestiguado y sufrido las consecuencias de la inestabilidad política en este quinquenio que se va.
La investigadora y docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú Milagros Campos señaló que, gane quien gane en la segunda vuelta, desde el Gobierno no se podrá imponer ninguna agenda, si no que se deberá caminar junto al Legislativo. “Porque esas son las condiciones democráticas, no se puede prescindir de él”, dijo.
¿Cuál debería ser un consenso mínimo? Nuestro diseño constitucional establece que con 66 votos (la mayoría absoluta) es posible sacar decisiones relevantes. Con un bloque de ese tamaño se puede controlar la Mesa Directiva, salvar censuras ministeriales, garantizar el voto de confianza del gabinete, aprobar legislación en diferentes materias, evitar que las normas observadas por el Ejecutivo sean aprobadas por insistencia y ponerle un candado firme a la vacancia presidencial.
Perú Libre no va a llegar ni de cerca a esos 66 votos (menos Fuerza Popular). El camino es negociar.
“Hay cosas que plantea Castillo que, sin acuerdos, son imposibles de llevar a cabo respetando el marco constitucional. Lo que toca entonces es promover pactos y alianzas. Hacer política, finalmente, es llegar a coincidencias con actores que discrepan de tu postura. Un gobierno de él tendría una oposición fuerte. A Fujimori quizás le sería menos complicado aglutinar apoyos”, estimó el consultor y director del Grupo Fides, Jefrey Radzinsky.
Si Perú Libre es gobierno, tendrá que concertar con el Congreso
Un primer acercamiento a las coaliciones al interior del próximo Congreso podría verse cuando se elija a la Mesa Directiva 2021-2022, estimó Campos. La distribución de las comisiones ordinarias será también un termómetro de cómo podría desarrollarse la relación entre los poderes.
Hay comisiones más solicitadas que otras, no es ningún secreto. Existe una regla no escrita según la cual la esencial Comisión de Presupuesto es conducida por el partido que representa al Gobierno. Sin embargo, Fuerza Popular le negó esta opción a Peruanos por el Kambio en la época de Pedro Pablo Kuczynski. “Negar Presupuesto es un síntoma de una oposición dura”, dijo Campos. Habrá que ver qué ocurre esta vez.
Un asunto adicional debe considerarse. El número de bancadas con el que se inicia en cada quinquenio no es con el que se termina.
En el periodo 2001-2006, el Pleno empezó con 5 y acabó con 8. El 2006-2011 fue lo mismo, de 5 a 8. El 2011-2016, de 6 a 9. En el 2016-2020 (hasta la disolución), de 6 a 12. Y en lo que va del actual Pleno, de 9 a 11.
Entre el 2001 y el 2021, las bancadas que empezaron los respectivos periodos parlamentarios suman 31. Las que terminaron, 48. Es decir, 17 adicionales, un 54,8% por encima de la cifra original. No están consideradas en esta contabilidad las que podrían haberse conformado y desactivado antes de que culmine cada mandato legislativo.
Esto quiere decir que la fragmentación con la que empezará el próximo Parlamento podría incluso acentuarse. De hecho, dada la experiencia reciente, es lo más probable. Por ese motivo, para Campos, sería conveniente impulsar una agenda legislativa entre el Ejecutivo y el Congreso.
“Toca ver la composición del Parlamento, los pesos y también la cohesión de cada agrupación, incluyendo la de Perú Libre. No sabemos qué tan sólido será ese grupo. Y habrá que ver lo mismo en las demás bancadas”, dijo Radzinsky.
En efecto, el grado de cohesión interna que pueda tener un grupo como el de PL todavía está por conocerse. Si Castillo fuese electo, no solo debería mirar hacia las otras bancadas en busca de apoyos. También le convendría cuidar que la propia no se deshaga en el camino.
En las elecciones presidenciales de primera vuelta del 2001, 2006, 2011 y 2016, los cinco candidatos mejor ubicados acumularon más del 90% de los votos válidos. En la del último domingo, con el conteo oficial casi finalizado, los cinco primeros puestos suman el 65%, de acuerdo con información de Infogob y de la ONPE.
Asimismo, Pedro Castillo es el candidato ganador en primera vuelta que menor porcentaje de votos válidos ha conseguido en lo que va de este siglo. En el 2001, Alejandro Toledo alcanzó el 36,5%; en el 2006 y 2011, Ollanta Humala el 30,6% y el 31,7%, respectivamente; y en el 2016, Keiko Fujimori el 39,8%. Pedro Castillo -con las actas contabilizadas al 99.966%- suma el 19,1%.
No es un escenario sencillo para la democracia. La dispersión del voto y los bajos porcentajes hablan de la necesidad de arribar a acuerdos mínimos.
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