Cargando...
Economía

Transición energética deja corredor del sur al margen

Paradoja. Regiones que concentran el 40% de la producción de cobre tienen a sus comunidades adyacentes a las minas desprovistas de electricidad. El precio del metal rojo toca picos históricos por ser responsable de la nueva matriz energética global.

larepublica.pe
Corredor. Las regiones que atraviesan el Corredor Minero del Sur son Cusco, Apurímac y Arequipa. La conflictividad en sus provincias se mantiene latente. Foto: AFP

El cobre, principal metal de exportación del Perú y pieza fundamental de la transición hacia energías limpias y renovables en el mundo, no ha anticipado un mayor progreso de las comunidades adyacentes a las minas del Corredor Minero del Sur, y tampoco ha acelerado las labores de electrificación sobre la zona de influencia, según CooperAcción.

El informe ‘Transición justa: el cobre para la transición energética y el corredor del sur andino’, elaborado por Josselin Yauri, Thomas Niederberger y Paul E. Maquet, revela cómo el 55% de los hogares rurales de la provincia cusqueña de Chumbivilcas, donde se desarrolla la mina Constancia y que sirve de paso para los camiones de Las Bambas, no tienen electricidad; una realidad que se agrava para Espinar, cuna de la mina Antapaccay (Glencore), donde las viviendas que cuentan con alumbrado eléctrico por red pública solo llegan al 33,5%.

Cabe precisar que las regiones del sur (Arequipa, Cusco y Apurímac) concentran el 40% de toda la producción de cobre en nuestro país. Este año, el metal rojo ha trastocado picos por encima de los US$11.000 por tonelada debido a que la demanda de China (comprador del 70% del cobre peruano) ha vuelto a niveles históricos, siendo esta una nación donde se fabrican muchos de los componentes para la transición.

En diálogo con La República, el investigador Paul E. Maquet advierte que, si bien solo hay tres grandes minas en el corredor (Las Bambas, Antapaccay y Constancia), la ruta que desemboca —primero por carretera, luego por tren— hacia el terminal de Matarani, en Arequipa, espera todavía la llegada de otros 16 proyectos.

Maquet sostiene que, si bien cada una de estas iniciativas cuenta con su respectivo estudio de impacto ambiental (EIA), no existe un estudio integral por parte del Gobierno para conocer cuál será el impacto sobre toda esta ruta una vez que todas las minas entren, al mismo tiempo, en operación.

“El Estado peruano es uno de los principales responsables de esta paradoja, pues erige los proyectos sin ordenamiento territorial, condiciones económicas ni evaluaciones estratégicas. No existe una mirada coherente de cuántos proyectos puede aguantar un territorio”, dijo. 

No todo es destrabar

Actualmente, el Ministerio de Energía y Minas (Minem) encabeza una ardua carrera para destrabar más de US$54.000 millones en proyectos (40% de cobre), para lo cual busca aprovechar el boom de precios de la transición energética global.

Sin embargo, para el exviceministro de Gestión Ambiental Mariano Castro, alcanzar la justicia para las comunidades adyacentes a las propias minas pasa también por recuperar la gobernanza sobre estos metales para el desarrollo local. En este sentido, critica que se busque generar la falsa idea de que los permisos ambientales son dispensables.

Desde el Estado, estas respuestas deben darse a múltiples niveles. La discusión sobre la transición energética justa no solo pasa por resolver la ineficiencia en los procedimientos y trámites”,  asegura Castro.

Según Bloomberg, la demanda mundial de cobre se elevará en 53% hacia 2040. La Agencia Internacional de Energía (IEA) incluso espera que se duplique o triplique en los próximos años, desde los actuales 26 millones TM por año.

Claves

Metal. En 2022, Arequipa concentró 19% del total de cobre; Apurímac, el 10,5%; Cusco, el 9,9%; Moquegua, el 9,8%; Tacna, el 8,1%; y Puno, el 0,1%.

Luz. Paradójicamente, China produce el 80% de las celdas solares que generan energías limpias.