Por: Elmer Mamani (Arequipa)
Hay una sensación de pobreza en los distritos que conforman el valle del Colca, en la provincia arequipeña de Caylloma. “Es desolador”, refiere Wilber Mamani Llica, gerente de la Autoridad Autónoma del Colca y Anexos (Autocolca).
Esta entidad administra los ingresos que deja el boletaje turístico para ingresar a los distintos parajes naturales de uno de los cañones más profundos del mundo.
Primero la pandemia, luego el estallido de la convulsión social. Antes de la crisis sanitaria, el número de extranjeros que arribaba al valle en los dos primeros meses del año alcanzaban los 7.000, hoy no se llega ni a 1.000.
Un 35% de su población se dedica directa o indirectamente a los negocios que articulan el turismo: hospedajes, restaurantes, artesanía, transportes, entre otras actividades.
En el Colca, hay 5.000 emprendedores, unos trasladan a los visitantes en sus vehículos, otros son agricultores de papa, quinua, maíz, carnes que abastecían a los restaurantes. Toda esa cadena de negocios se ha roto. “Han obligado a cerrar algunos negocios. Otros soportan, pero tienen periodos prolongados de no tener ingresos. Muchos simplemente han cambiado de giro”, sostuvo Mamani Llica.
Los directamente involucrados son 1.200 familias con hoteles, restaurantes, turismo de aventura, cabalgatas y hasta artesanos.
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Por ejemplo, el 90% de artesanos textiles ha sido afectado. Muchos de ellos ahora se dedican al comercio, construcción o migraron.
Vivencial. Turistas practican lo ancestral del lugar. Foto: difusión
“Con menos artesanos perdemos parte del patrimonio cultural, cortamos una línea de trasmisión generacional. Es peligroso darnos el lujo de perder a los principales exponentes de artesanía”, dijo el funcionario. El Colca albergó a dos civilizaciones del antiguo Perú: los collaguas y cabanas.
La falta de ingresos por boletaje en Autocolca originó el despido del 50% de su personal de campo y administrativos, desde guardaparques hasta cuidadores de iglesia o personal de salud para los visitantes. De tener 28 administrativos pasaron a 18, en campo tenían a 60 y ahora son solo 38, la seguridad de iglesias paso de 50 a 25.
Si las cosas siguen igual, Mamani estima que no llegarán al final del 2023 con al menos de S/1 millón de ingresos. Solo en enero y febrero recabaron S/180.000.
Si se comparan estos dos meses, apenas llegan al 10% de turistas internacionales y el 30% de nacionales que tenían en 2022. Para el 2023 al menos esperan 150.000 y solo en Semana Santa algo de 5.000. La presidenta de la Asociación de Hoteles y Restaurantes (AHORA), Teresa Rubina señala que el sur tiene un circuito para el extranjero: Cusco, Puno y Arequipa.
Mientras las protestas sigan en la región altiplánica será difícil que el flujo de visitas extranjeras se retome. El gerente de Autocolca sostiene que por las protestas muchos paquetes turísticos fueron cancelados hasta junio. Desde ese mes, esperan una recuperación que salve el año.
El past presidente de la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo de Arequipa (AVIT), Jorge Valderrama Salinas, sostuvo que es el sur quien soporta la mayor crisis turística en el país. Arequipa, Cusco, Puno, Puerto Maldonado, Ica, Moquegua y Tacna.
“No hay reacción inmediata del Gobierno central. No hay apoyo de parte de PromPerú para la pequeña y mediana empresa”, sostuvo.
En lo que va del año, los operadores del turismo no han generado ni el 10% de ingresos.
Para el representante del sector, el Gobierno debe entregar recursos para financiarlos, además de promocionar al país en ferias nacionales e internacionales. Ello para levantar la imagen del país afectada por la conflictividad social.