Recientemente, el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS) presentó, de manera oficial, la “Guía para el uso temporal de espacios públicos colindantes a restaurantes y servicios afines autorizados, así como establecimientos culturales y de arte”.
La guía tiene como finalidad coadyuvar a la reactivación económica reduciendo el riesgo de contagio de la COVID-19 en cumplimiento de las normas sobre distanciamiento social dadas por el Gobierno nacional, además de promover la práctica de la micromovilidad y la recuperación de espacios públicos.
Hasta el momento, son 112 los municipios capacitados y más de 179 las Terrazas Gastronómicas activas a nivel nacional que utilizan este reglamento, diseñado en trabajo conjunto con el Ministerio de la Producción.
No obstante, diversas voces han aparecido desde la publicación del documento que cuestionan algunos vacíos que deja en su aplicación práctica.
Yelitza Valdivia, asociada senior del área Inmobiliaria de Miranda & Amado, sostiene que el marco normativo no es lo suficientemente ágil para captar la atención de los pequeños restaurantes, uno de los sectores más afectados por la reducción de aforos.
“Se trata de un permiso temporal que no es automático, se tiene que pedir a la municipalidad. No hay regulación, solo lineamientos de qué pasos seguir cuando el negocio esté en una vía con uso gastronómico o comercial. Sin embargo, no se ha sectorizado en qué zonas se va a aplicar. Eso es algo que todavía se tiene que hacer según el distrito, y con esto podría demorar aun más la entrega de un permiso”, relata.
En caso el restaurante se encuentre en una vía metropolitana, tendrá que, primero, solicitar el permiso ante su municipio local, que a su vez llevará la propuesta a la Municipalidad de Lima. Suponiendo que el propietario sea también quien atienda en el restaurante, este tendrá que dejar de laborar el tiempo que tome el trámite.
“Como lo están dejando abierto a la interpretación de cada municipio, dan pie a que la autoridad edil demore y los restaurantes funcionen sin permiso, como probablemente ocurra en muchas zonas de Lima”, señala la experta.
En este caso, para el dueño de un restaurante resultaría igual esperar que el nivel de alerta sanitaria en su región cambie —y con ello la cantidad de aforo—, en lugar de invertir semanas o meses en la entrega del certificado de funcionamiento sobre espacios públicos.
Esto no es todo, pues en la elaboración de la guía no se ha tomado en cuenta la seguridad de los comensales en materia de robos al paso, si se toma en cuenta que ahora las mesas estarán, prácticamente, a la intemperie.
“En estos lineamientos solo se contempla el uso de elementos de seguridad, como bolardos; pero no se ha señalado expresamente la necesidad de que las municipalidades provean de seguridad adicional ante robos al paso”, concluye Valdivia.
Puede conocer más detalles de la guía en el siguiente enlace.
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