Hace solo tres años había tocado el cielo de Hollywood cuando la cinta Parásitos, en la que era uno de los protagonistas, ganó el Oscar a mejor película. Pero desde hace algunas semanas, Lee Sun-kyun estaba viviendo una auténtica pesadilla. El popular actor estaba siendo investigado por la Policía bajo la sospecha de haber consumido marihuana y otras drogas en reiteradas ocasiones en el departamento de la anfitriona de un lujoso bar de Seúl.
Lee había jurado una y otra vez que era inocente, que había sido engañado y que dos personas lo estaban extorsionando bajo amenaza de exponerlo públicamente. La Policía lo había sometido a tres interrogatorios, el último de los cuales duró 19 horas. Él ya no aguantaba más.
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El último miércoles, su cadáver apareció en el interior de un automóvil estacionado en un parque de la ciudad. Su viuda contó a la Policía que había dejado una carta de despedida.
Al parecer, se había suicidado.
Las penas por consumir drogas pueden llegar a los 14 años.
A Lee Sun-kyun probablemente lo embargaban dos miedos terribles. El primero, la posibilidad de terminar en prisión por varios años. El segundo, el temor de que su imagen pública quedara destruida y con ella su carrera entera.
En Corea del Sur, una sociedad conservadora, de estrictos códigos morales, las personas que consumen drogas son objeto de vergüenza pública, y mucho más si son celebridades.
Personalidades como los actores, las actrices y los cantantes de K-Pop están sometidos a un escrutinio no solo de sus fans, sino de toda la sociedad, pues se les exige mantener los más altos estándares de decencia y moralidad.
“En comparación con otros países, Corea del Sur tiene un estándar moral muy estricto para las celebridades”, le dijo el crítico de cultura pop coreana Ha Jae-kun a la BBC en abril de este año. “Si una celebridad se comporta solo un poco diferente de lo que se percibe como ‘decente’, el público la ataca. Y es difícil para una estrella ignorar este tipo de agresión”.
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Las estrellas que son descubiertas en este tipo de actividades se ven obligadas a salir ante la opinión pública a pedir perdón y a prometer que enmendarán el camino. Muchas de ellas no recuperan el favor de sus fanáticos y sus carreras entran en franco declive.
A esta presión social se suma una política de lucha contra las drogas que penaliza con dureza el consumo, con condenas que pueden ir de seis meses hasta los 14 años. Consumir marihuana, por ejemplo, puede acarrear penas de hasta cinco años, que se aplican, incluso, si los surcoreanos lo hacen fuera de su país.
“Cuando nos fijamos en los datos y en las duras sanciones que se han aplicado durante décadas, estas no han funcionado”, le dijo Gloria Lai, directora regional del Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas, a The New York Times, hace unos días. “Y el costo en la vida de las personas es enorme”.
Los expertos critican que el gobierno del conservador Yoon Suk Yeol se enfoque más en las penas y la persecución del delito que en la prevención y la rehabilitación. “En nuestro país, la rehabilitación de las drogas se considera menos un esfuerzo para superar la adicción que una pena”, le dijo Yoon Hyunjun, experta en políticas sobre drogas de la Universidad Sogang, al Times. “La mentalidad de la gente se centra estrictamente en el castigo”.
Lee Sun-kyun no era la única celebridad que estaba siendo investigada por el uso de sustancias ilegales. Hay varias más, entre ellas Yoo Ahin, actor de la serie Hellbound, y G-Dragon, exlíder de la banda Big Bang. Las carreras de ambos están contra las cuerdas. De ser hallados culpables, les espera el escarnio público y la gran probabilidad de terminar tras las rejas.