Ivana Macizo está a punto de convertirse en una ‘Iron Woman’. Esta niña de 7 años nació de forma prematura, a las 29 semanas, pesando 900 gramos, lo que le generó una parálisis cerebral que le imposibilitó caminar. Nos encontramos en el Instituto para el Desarrollo Infantil – ARIE (sede La Molina), e Ivana empezará su terapia en el Lokomat, un avanzado dispositivo robótico que se utiliza en la rehabilitación pediátrica con la promesa de devolverle al niño con discapacidad motora la movilidad de sus extremidades inferiores.
PUEDES VER: Shoymal, urbe de piedra
A simple vista, el sistema parece la armadura de un superhéroe. Ivana, que camina con asistencia, se apoya en la terapeuta física Angélica Villafuerte, quien le coloca un arnés que sostiene su tronco y, una vez suspendida, integra el Lokomat a sus piernas. Le calza las prótesis robotizadas —también conocida como exoesqueleto, dispositivo usado para modificar aspectos funcionales del sistema locomotor—, que alineará su columna y cadera, y moverá sus muslos, rodillas y pies simulando una marcha normal.
Ivana levanta el pulgar y la banda rodante se pone en movimiento bajo sus pies mientras ella es ayudada por el Lokomat a realizar la marcha. En la pantalla que tiene en frente aparece su avatar, una muñeca inmersa en un videojuego cuya meta es caminar hacia el horizonte y comer monedas doradas a cada paso. La niña, que viene desde Cieneguilla a su terapia, está entusiasmada.
“Ivana tiene un diagnóstico de diparesia espástica, un retraso motor considerable de los miembros inferiores, y usa una silla de ruedas de traslación. El objetivo de la terapia con el Lokomat es lograr una marcha independiente en tramos cortos”, explica María del Carmen Rodríguez, especialista en medicina física de ARIE. La niña empezó con la rehabilitación robotizada en setiembre de 2022, hasta el momento ha asistido a 17 sesiones y ya empiezan a verse resultados. “Cuando era bebé, ella no podía sostener su tronco, tampoco podía caminar, se quedaba quieta, ahora ya lo hace apoyada en mí, es un logro importante”, dice su madre Jesenia Carranza.
Este robot, que pesa casi una tonelada y está compuesto por más de 5.000 piezas, es lo más sofisticado empleado actualmente en la terapia de rehabilitación. Fue creado en Suiza por el ingeniero biomecánico Gery Colombo en 1993, y logra resultados interesantes al agilizar la recuperación de la persona con discapacidad. “Puede ser usado para entrenar la marcha o evitar ciertos movimientos de la marcha y mejora su velocidad, calidad y eficiencia”, añade Rodríguez.
El equipo que encontramos en ARIE es el único que hay en el Perú para tratamiento pediátrico. Más de 2.000 niños con diagnósticos de parálisis o lesión traumática cerebral, debilidad muscular, amputaciones congénitas, entre otros, han sido atendidos con esta terapia. Sin embargo, hay que recordar que, según el INEI, la población infantil con discapacidad (de 6 a 17 años) ascendía, en 2017, a 401.963, y este único equipo no se da abasto. Chile, por ejemplo, tiene 10 Lokomat distribuidos en varias regiones.
Volviendo al caso de Ivana, si bien el robot le genera la marcha, el real impacto de la terapia está sucediendo en su cerebro. “Al verse reflejada en su avatar, la niña repetirá el movimiento, su cerebro enviará la orden a su médula espinal y esta a sus piernas. Así desarrollará nuevas conexiones neuronales y tendrá un aprendizaje motor. Es un efecto muy difícil de lograr en una terapia convencional”, explica Rodríguez, quien subraya que el plus de la terapia robótica es el uso de la realidad virtual, que estimula la intencionalidad de la marcha del paciente.
Jesenia Carranza y la pequeña Ivana (7), diagnosticada con parálisis cerebral, quien tiene sesiones de terapia robótica para recuperar la marcha desde setiembre de 2021. Foto: Marco Cotrina - La República
Está comprobado científicamente, precisa Rodríguez, que Lokomat logra resultados en poco tiempo. Las sesiones de la terapia duran 45 minutos y se recomienda realizarlas tres veces por semana: “Al cumplir esta tarea repetitiva, se obtendrán mejoras en meses, lo que a la terapia convencional le tomaba años”. ARIE tiene varios casos de menores que recuperaron la movilidad, como una adolescente de 13 años con diagnóstico de parálisis cerebral atáxica (alteración del equilibrio y la coordinación) que usaba andador para desplazarse, y al cabo de ocho meses volvió a caminar de forma independiente.
“Otra ventaja del equipo es su avanzado software, que regula los parámetros de la marcha como velocidad, duración, distancia o soporte de peso. Así, el movimiento del paciente será personalizado y regulado al detalle”, añade Héctor Rivera, director ejecutivo de ARIE.
Zoe Casas, de 7 años, es otra niña que realiza terapia robótica desde 2021. Nació con una malformación cerebral en el hemisferio izquierdo, por lo que tiene debilidad en el movimiento del lado derecho del cuerpo. De vuelta a la sala de terapia, la terapeuta Villafuerte visualiza el perfil de la pequeña en el panel de control del Lokomat y regula los parámetros de su ejercicio, el cual estará enfocado en ganar resistencia e incrementar la fuerza muscular de su pierna derecha. Esta vez, la dificultad del videojuego que se proyecta a la niña se centrará solo en esa extremidad, mientras que no habrá reto para la otra.
"Al verse reflejada en su avatar, la niña repetirá el movimiento, su cerebro desarrollará nuevas conexiones neuronales”. Foto: Marco Cotrina - La República
“El Lokomat tiene resultados más ventajosos respecto a la terapia convencional porque a un terapeuta le será imposible repetir el mismo movimiento de manera manual con la misma precisión que el robot”, añade Rivera. “Esta tecnología, además, permite hacer el seguimiento minucioso de los avances del paciente.
Lokomat puede reportar, por ejemplo, que Zoe entró con una velocidad de marcha de 1,3 kilómetros por hora y después de 15 sesiones mejoró a 1,5 o 1,8”, añade Rodríguez.
Todo niño o niña con discapacidad motora es candidato a llevar la terapia robotizada. Sin embargo, pasará una exhaustiva evaluación previa para descartar factores de riesgo que puedan interferir durante la intervención con el Lokomat. El costo de las terapias en ARIE se pueden adaptar a los ingresos de las familias. “Vengo desde Comas, y quiero que más padres conozcan este tratamiento, que está generando cambios positivos en la salud de mi hija”, cuenta Jesica Bonifaz, mamá de Zoe.
“Es un gran avance que el equipo esté en el país, antes los padres tenían que viajar a Chile o Colombia, que también tienen el equipo. Nuestros niños se merecen esta tecnología de primer mundo”, finaliza la doctora Rodríguez.