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Domingo

Yael Valdés Querol, psicoterapeuta: “El retiro de las mascarillas va a traer un pico de ansiedad”

Mayo empieza con una realidad que parecía lejana. La obligatoriedad de llevar mascarillas en espacios abiertos se ha levantado, los escolares vuelven al 100% a las aulas, y las cifras de fallecimientos por COVID-19 bajan a los niveles que tuvieron al inicio de la pandemia.

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Ayuda. La doctora Alves afirma que los médicos que en el peor momento de la pandemia debieron decidir sobre la vida o muerte de los pacientes por COVID necesitan soporte emocional para superar probables traumas. Foto: Gerardo Marín/LR.

Es un escenario auspicioso que también puede despertar temores. Yael Valdés Querol, psicoterapeuta y activista por la salud mental, habla de esta nueva circunstancia, del aparente retorno de la llamada “normalidad”.

Cuando empezó la pandemia, la gente tenía mucha ansiedad por estar encerrada y por el uso obligatorio de mascarillas, que eso cambie drásticamente, ¿nos puede generar otro tipo de ansiedad?

Sí, de todas maneras. Todo lo que hemos vivido desde que inició la pandemia, ha sido un sinfín de emociones y todas las emociones han estado involucradas en este proceso. De todas esas emociones, la que más presente ha estado ha sido el miedo, que nosotros conocemos como ansiedad. La ansiedad es una emoción completamente normal porque ayuda a los seres humanos de una manera inconsciente a escapar del peligro. Y esa es una emoción que se disparó a lo largo de toda la pandemia, por eso es que los niveles de ansiedad y los diagnósticos que conllevan ansiedad, como depresión, aumentaron de forma significativa. Ahora, en el momento en que esto empieza a disminuir, cuando los contagios empiezan a bajar, cuando la vida y el día a día de las personas empieza a recobrar algo de normalidad, este miedo va bajando.

El tema es que al momento en que empezamos a acercarnos a la normalidad que conocíamos, que es no usar tapabocas, tener aforos al 100%, surgen dos grupos importantes: los que están felices de continuar su vida con normalidad y aquellos para los que el retiro del tapabocas es más bien la posibilidad de tener un nuevo contagio. Entonces, sí, yo creo que el retiro de la mascarilla, si bien es una medida que dentro de todo tiene que darse, es algo que va a traer nuevamente un pico de ansiedad en un grupo poblacional.

En países como Estados Unidos se habla del Síndrome de la Cara Vacía, que es el rechazo a esta nueva realidad, en la que volvemos a situaciones de pre pandemia, motivado por dos orígenes: uno, el temor al contagio, y dos, una falta de adaptación a la sociedad, porque hay gente que se resguardaba de los otros con el cubrebocas.

Sí, el Síndrome de la Cara Vacía es el nombre que se le ha colocado a esta sensación de vulnerabilidad al no utilizar la mascarilla, a estar descubierto. Y esto no se da solo en Estados Unidos, se habla de este síndrome en México, en Europa, acá se está empezando a hablar también. Acá aparece el miedo a ser visto por los demás, ¿por qué?, porque ya no tenemos este pedazo de tela que cubría la mitad de nuestra cara, esta mascarilla que ocultaba nuestros gestos, pero que al mismo tiempo tapaba ciertas imperfecciones o ciertas características de los seres humanos.

Son características que son catalogadas como correctas o incorrectas, bonitas o feas, de acuerdo a los estereotipos que ha impuesto la sociedad. Y esto va a afectar al grupo poblacional de los adolescentes.

¿Por qué a ellos?

Todos recordamos que cuando fuimos adolescentes empezamos a cambiar por completo. Cambian las formas de diferentes partes del cuerpo, hay cambios hormonales, puede aparecer el acné, el vello facial, hay aumento del tamaño de la nariz, de los pómulos o de la cara. Son años de cambios hormonales o de modificaciones del cuerpo. Y se trata de niños que por dos años han estado conectados a las redes sociales que están plagadas de estereotipos de belleza impuestos por la sociedad, formados y creados por filtros. Esto lo que hace es incrementar la inseguridad a la hora de exponerse.

Los padres hemos insistido mucho en que los niños vuelvan al 100% a las aulas, pero no sé si hemos hecho el ejercicio de preguntarnos si ya están listos plenamente.

Yo personalmente sí veo necesario el retorno de los niños a las aulas, creo que una de las formas en la que los seres humanos nos enriquecemos a lo largo de la vida es con el contacto social, con el crecimiento con la comunidad. Un niño que está aislado no se va a desarrollar y aprender de la misma forma como otro que está en comunicación y en contacto con personas de su misma edad. Sí es cierto que se pueden dar algunas inseguridades, algunos conflictos, y allí lo que se puede hacer en casa es abrir diálogos. Si antes se preguntaba “¿Qué tal el colegio?” y los chicos respondían “bien”, de repente podemos utilizar ahora unas preguntas que no tengan una respuesta tan cerrada. Dos ejemplos: ¿Cómo te sentiste al momento de comer la lonchera y quitarte la mascarilla? ¿Has notado que alguno de tus compañeros está distinto a cómo era antes?

Vemos a los médicos como los grandes héroes de la pandemia, pero nunca nos hemos preguntado cuánto han sufrido psicológicamente por todo lo que han visto. ¿Usted siente que el Estado está aplicando los protocolos correctos para atenderlos?

En realidad, si hablamos de salud mental en general, hay muchos vacíos en nuestro país. Sin embargo, hay un esfuerzo muy importante que se está dando en los últimos años para darle más peso a la salud mental que pasa por crear más centros de salud comunitaria. Esto, evidentemente, no es suficiente. Y ahora, hablando de los médicos per se, definitivamente han vivido situaciones durísimas. Yo soy médico también y he hablado muchísimo con mis colegas y amigos de promoción y tengo un montón de pacientes que son médicos, que han venido a consulta porque han tenido que pasar por experiencias que genuinamente han sido traumáticas para ellos. Uno de mis amigos más cercanos es infectólogo en un hospital importante. Conversaba con él y me contaba que en uno de los momentos en que se acabó el oxígeno, ellos tenían que decidir a quiénes les apagaban el oxígeno y a quiénes les cambiaban la cánula, era decidir entre quienes tenían más posibilidades de vivir.

Y eso los marcó.

Es que, para una persona que tiene vocación de salud, para una persona que trabaja ayudando al ser humano, tener que decidir a quién le quita la vida y a quién se la intenta salvar, es imposible que eso no le genere ningún tipo de secuela o trauma. Por eso pienso que se va a necesitar de un apoyo adicional y de un soporte a los médicos. A mí me parece súper irónico, porque en el momento en el que comenzó la pandemia y estábamos todos encerrados, salíamos a determinada hora a felicitar a los médicos que estaban haciendo una gran labor, pero cuando el virus empezó a bajar ellos se quedaron en el olvido.

En los últimos reportes del Minsa, cada vez se reduce más el número de muertes por COVID. Probablemente, pronto lleguemos a cero muertes por día. Esa sería una noticia optimista, quizá sirva para reforzar el ánimo del personal de salud.

Es un punto positivo, es una alegría, sin duda, pero hay una realidad también de la que se habla muy poco y solamente voy a mencionarla por arribita y es que en el momento de la pandemia se empezó a contratar más médicos. Empezaron a contratar médicos que estaban recién egresados, que no ejercían directamente con el Estado o que aún no tenían especialidad. A ellos se los ingresó con determinados contratos para trabajar como médicos en áreas COVID y hoy han empezado a ser despedidos de manera intempestiva, sin ningún tipo de beneficios ni consideración.

Qué pasa con las personas que estuvieron en UCI pero que han sobrevivido, ¿qué le hace a la mente de esas personas ese episodio?

En realidad, las posibilidades de que desarrolle trauma una persona que ha estado en UCI o una persona que ha estado hospitalizada por un tiempo prolongado, son bastante altas. Creo que cuando pasamos por una situación difícil es normal sentir miedo, durante y después de esa situación, pero si este miedo se prolonga por más de un mes, entonces ahí sí podemos hablar de un trauma. Igual hay personas que son más propensas a desarrollar trastorno de estrés postraumático que otras. Las mujeres tienen más probabilidad de desarrollarlo, las personas que han tenido traumas en la infancia, etcétera.

No tener recuerdo de la enfermedad, haber estado inconsciente durante el tratamiento, debe ser devastador.

Sí, claro. O levantarte y tener que pasar a cuidados intermedios, luego a tu cuarto y de allí al alta, con todas las secuelas que deja el haber estado postrado y enchufado a un ventilador mecánico durante mucho tiempo. No tener apoyo social después de este evento también es un factor que predispone a desarrollar trauma o el estrés adicional posterior, como la pérdida de algún ser querido, dolor o lesiones, pérdida de trabajo, dificultades económicas.

La pandemia ha corrido en paralelo a todos los desbordes políticos que se ven desde el 2018, pero que se acentuaron el 2020, ¿qué le hace a la salud mental de la población tener que convivir no con un problema sino con dos problemas graves a la vez?

Bueno, la situación política en nuestro país es un factor de incertidumbre constante. Creo que vivir en un país como el nuestro, es dormirse y levantarse sin saber qué sucedió o en qué situación estamos ahorita. Es dormir y de pronto levantarse y saber que no puedes salir de casa o enterarte que vacaron al alcalde. Una situación así lo único que va a generar es estrés adicional, mayor temor, mayor ansiedad. Para personas que estuvieron mentalmente más dañados durante el proceso de la pandemia, es agregarle un factor adicional para desarrollar otros trastornos de salud mental o gatillar nuevas crisis.