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Domingo

El león que habla quechua

El documental Hakuchu Munayta contará la historia de Fernando Valencia y su esfuerzo por contactar a la compañía Disney para traducir al quechua la película El Rey León. Este es el personaje detrás de esa historia de amor a una lengua y a sus raíces.

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Fernando con Simba y Pumba, personajes principales de El Rey León. (Foto: Miguel Gutiérrez Chero)

Esta historia empieza cuando Fernando Valencia Saire trabajaba haciendo videos educativos para niños en zonas rurales del Cusco. Una noche vio a un grupo de ellos que se reunía en la casa de un amiguito, ponían un DVD comprado en el mercado y empezaban a ver una película. Entonces se dio cuenta de que para muchos de ellos, quechuahablantes, el idioma era una barrera. Disfrutaban las imágenes pero se perdían los detalles de la trama.

“¿Por qué no traducir estas películas al quechua?”, pensó. “¿Qué pasa si utilizo mi voz y la adapto para estos personajes y tratamos de que cuadre como en un doblaje profesional?”, siguió reflexionando.

Era el año 2016. Por entonces, salvo para el tema institucional, casi ningún contenido se traducía al quechua. Junto a un amigo de la municipalidad donde trabajaba impulsó su idea. “Con mi amigo Luis Alberto Soto, que además es el primer narrador de partidos en quechua, vimos un potencial en esto y empezamos casi como jugando”, hace memoria.

En un canal chiquito, regional, hicieron un programa de televisión tipo magazín que se llamaba En Quechua y ahí empezaron a poner pequeños videos que llamaron “Quechua Clips” y que eran pedacitos de escenas de El Rey León, Star Wars, La era del hielo, Shrek. El que se hizo viral en ese momento fue El Chavo del Ocho. Las voces, en quechua, eran inmejorables.

Eso les sirvió para que el gobierno regional los contactara para algunos encargos, los ayudara a impulsar los “Quechua Clips” y hasta doblaron al quechua el mensaje presidencial de PPK. A partir de ahí surgió la idea de doblar al quechua una película entera. Eligió El Rey León y emprendió la ardua tarea de contactar a Disney para que le permitan hacerlo. Para entonces los medios ya lo habían hecho conocido.

Fernando Valencia Junto a su hijo, Dylan, que hace la voz de Simba en la versión quechua.

Documental a la vista

Ese trabajo de doblaje que empezó como una aventura se fue haciendo más serio. Empezaron a pedirle spots publicitarios y otros encargos. Y debió habilitar un estudio de grabación que se llama Yaw Runa Simi Studios. “Poco a poco el doblaje cobró importancia”, cuenta. El 2018 le pidieron doblar la película Wiñaypacha -hecha en aimara- al quechua. Y pronto muchas instituciones oficiales, estatales, lo empezaron a buscar. También participó de la versión quechua de Ciudad Jardín, que se puede ver por canal IPe.

Formado en Pintura en la Escuela de Bellas Artes del Cusco, camarógrafo y editor audiovisual, Fernando Valencia hoy es también protagonista del documental Hakuchu Munayta, que cuenta su esfuerzo por contactar a Disney, el trabajo que hace con los otros dobladores, la relación con su hijo Dylan, quien también participa haciendo la voz de Simba -no habla quechua pero está aprendiendo- y su amor por esa lengua que lo contacta con sus raíces y su identidad peruana.

“A Disney le hemos escrito muchas cartas, y hemos logrado hablar solo minutos con ellos. Es complicado obtener la licencia porque tiene canciones que a su vez tienen licencias y así. Permiten el doblaje siempre que no se haga para uso comercial, pero mi intención es educativa. Es para que los niños puedan ver esta historia en un idioma que comprenden”, dice.

Todo ese esfuerzo está siendo contado en el documental Hakuchu Munayta, dirigido por Augusto Zegarra, que acaba de ganar el Premio del Jurado “Cine en Construcción” del Festival de Cine de Lima y que todavía está en desarrollo. Es decir, a Fernando lo siguen grabando mientras acaba con el doblaje de El Rey León. Pronto será la presentación y -dice Fernando- primero la verán los niños de las zonas rurales del Cusco.

“El quechua no debe encasillarse en el Inti Raymi o algunas cosas más. Hay mucho que se puede hacer”, dice. Eso es una verdad innegable.