TecnologíaDos egresados de la UPC han creado una cuna que puede proteger de las heladas a los bebés que viven en las comunidades altoandinas más alejadas. Producirlas en masa y distribuirlas es el siguiente paso.,No bastan las chalinas. No bastan las chompas. No bastan las frazadas. En el Perú, cada año, cientos de niños, adultos y ancianos mueren a causa de las heladas que, entre abril y setiembre, azotan las comunidades altoandinas de la sierra central y sur del país. Solo el año pasado murieron 182 personas a causa de este fenómeno, según la Defensoría del Pueblo. Todos los años, cuando las noticias de estas muertes llegan a las ciudades, la sociedad se moviliza, organiza campañas y recolecta y envía ayuda. Por lo general, chalinas. Chompas. Frazadas. Pero eso no basta, y los ingenieros Anthony Álvarez y Janie Palomino lo saben muy bien. Por eso, en 2014, cuando todavía eran estudiantes de Ingeniería Electrónica en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), decidieron que su proyecto de tesis debía estar enfocado en ayudar a preservar la vida y la salud de los peruanos que sufren las heladas. Sobre todo, los bebés. Decidieron crear una cuna que les salvara la vida. Calor que protege La idea es simple: durante las épocas de frío, los niños menores de dos años que viven en las zonas altoandinas deben estar abrigados de manera que su temperatura corporal se mantenga varios grados por encima de la temperatura ambiente. Para ello, las chompas y frazadas por sí solas no son suficientes. Hay que abrigarlos con mantas eléctricas. La manta diseñada por Anthony y Janie tiene un circuito eléctrico de nicrom que le proporciona calor al niño. La energía proviene de una batería instalada bajo la cuna, que puede asegurar la circulación de calor hasta por 14 horas. En pueblos desconectados de la red eléctrica nacional, cargar las baterías puede ser un problema. Los investigadores lo resolvieron agregando a su proyecto un panel solar: las baterías se cargan con el panel durante el día y abastecen de calor a la cuna durante las noches, cuando el frío es mayor. Pero la mayor novedad fue el sistema de control que mide la temperatura del exterior y del interior de la cuna y que se asegura de que la del interior sea hasta 10° Celsius mayor que en el exterior. Es decir, que si en plena helada la temperatura baja a -10° C, en la cuna el bebé estará a 0° C, lo que le proporcionará confort térmico. A finales del 2017, cuando el proyecto estaba casi listo, Jania y Anthony lo probaron en una comunidad del distrito de Marcapomacocha, en Junín, sobre los 4 mil metros de altitud. En la modesta vivienda de una joven madre soltera instalaron el panel solar y lo conectaron a la batería y luego, esta a la cuna. Colocaron delicadamente al bebé, una niña de unos pocos meses de nacida. La temperatura ambiente era de 6° C. Pero la temperatura que rodeaba a la nena era de unos confortables 16 grados. Hoy día, Anthony y Jania son egresados de la UPC. Ejercen sus carreras en importantes compañías de telecomunicaciones. Pero mantienen el sueño de que su proyecto, “Cunas que salvan vidas”, no se quede en un prototipo, sino que se produzca en masa y que pueda ser distribuido en aquellas comunidades pobres, alejadas, que todos los años sufren la crueldad del frío extremo en sus cuerpos. Hace unos días, el Ministerio de Salud informó que se ha identificado más de 800 distritos del país en los que podrían presentarse heladas y friaje entre abril y octubre de este año. Junto con las vacunas y la capacitación al personal de salud, junto con la ropa de abrigo, la fabricación y distribución de estas cunas podría ayudar a resguardar la vida de cientos de niños menores de dos años. Las instituciones del Estado y las empresas tienen la palabra.