El auto peruano que ahorra combustible

TecnologíaAlumnos de la PUCP se alistan para competir en la próxima Eco-marathon de Shell, en Detroit, a bordo de un monoplaza construido íntegramente por ellos. El reto es demostrar que se pueden recorrer grandes distancias con solo un litro de combustible.,El auto peruano que ahorra combustible ,La primera vez que Keren Mendoza condujo un vehículo tenía solo nueve años y unas piernas cortas que apenas llegaban al freno y al acelerador. Pero eso no la detenía. Más podía la emoción de tomar el volante y arrancar el auto de su padre, un aficionado a los 'fierros' y la velocidad, quien orgulloso del temprano interés de su hija, se sentaba a su lado a explicarle cómo usar los cambios, el embrague o las luces direccionales. "Manejábamos en una pista desolada y él siempre estaba atento a que no apareciera un policía o se cruce un peatón", recuerda. Hoy, con 23 años, Keren se alista para conducir el primer monoplaza construido íntegramente en nuestro país, y lo hará nada menos que en Detroit, Estados Unidos, ciudad conocida como la capital del motor por la gran cantidad de fábricas y marcas de autos que se desarrollaron en su periodo de mayor esplendor, a mediados del siglo pasado. Pero la historia no termina ahí. Esta estudiante de ingeniería industrial, forma parte del complejo engranaje de SEMA-PUCP, proyecto que reúne a dieciocho alumnos de distintas facultades de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), que en unos días nos representarán en la Shell Eco-marathon 2018, donde más que probar la potencia de su vehículo, deberán recorrer grandes distancias consumiendo la menor cantidad de energía. Porque no es una competencia de velocidad, sino de rendimiento. "No gana el que llega primero". Un sueño colectivo Héctor Ticona (24), estudiante de ingeniería electrónica y uno de los líderes del grupo, recuerda que SEMA-PUCP nació en el 2015 por iniciativa de unos alumnos de ingeniería mecánica, quienes soñaban con desarrollar un vehículo que pudiera participar en la Fórmula SAE, otro importante certamen que enfrenta a equipos de universidades de todas partes del mundo. Conscientes de que solos no podrían alcanzar una meta tan ambiciosa, abrieron una convocatoria a la que se fueron sumando compañeros de otras carreras, cada uno dispuesto a aportar sus conocimientos. Sin embargo, eso tampoco sería suficiente, pues faltaba inversión e interés de la propia universidad para lograr el objetivo. Fue hasta más de un año después que el sueño empezaría a cumplirse, cuando representantes de Shell llegaron a la PUCP con una propuesta para participar en su Eco-marathon, después de haber sido rechazados de universidades argentinas, chilenas, brasileñas y también peruanas, que no asumieron el reto. "Nosotros ya habíamos comenzado algo y teníamos todas las ganas de participar. Por eso redirigimos nuestro proyecto hacia esta competición", explica Ticona. En efecto, lo que en principio se había proyectado para el desarrollo de un auto de carreras, se orientó hacia la fabricación de un vehículo de gran autonomía y mínimo consumo energético. En ese sentido, fue vital el aporte de alumnos de ingeniería eléctrica, diseño industrial, mecatrónica e ingeniería industrial, como Keren, quien antes de ser elegida piloto (por su poco peso y sus habilidades al volante) trabajaba en la parte administrativa y de gestión, junto a Fiorella Rosadio, primera mujer en formar parte del grupo. El ingeniero Julio Cuisano, coordinador de SEMA-PUCP, afirma que son los alumnos quienes dirigen y participan en cada etapa del proyecto, tanto en el diseño, la construcción y hasta consiguiendo auspicios, pues los elementos usados para fabricar el vehículo son en su mayoría donados. "Nosotros, los profesores, solo los orientamos y asesoramos. El mérito es absolutamente de ellos", asegura. A partir de una podadora –¿Te imaginas recorrer una distancia como de Lima a Piura con un litro de gasolina? Juan Chávez, encargado del chasis del monoplaza, resalta el mayor atributo de este vehículo. Para lograr tal rendimiento, cuenta que se utilizaron materiales livianos, como placas de cartón prensado, plástico, tubos de aluminio y acero inoxidable, pero principalmente un motor de bajo consumo extraído de una cortadora de césped. Otro factor importante para conseguir tal ahorro de energía fue aprovechar la inercia del vehículo. Sus creadores lo explican así: "Cuando el carro alcanza cierta velocidad el motor se apaga o se enciende solo, dependiendo de si está acelerando o desacelerando, esto sirve principalmente en caminos con pendiente". Para lograr tal autonomía debieron instalar unos sensores en los ejes de las ruedas aro número veinte que giran gracias a un sistema de piñones y cadenas, propios de una bicicleta. También de bicicleta son sus frenos de disco, que en este caso funcionan por acción de unos pedales, como en un auto cualquiera. Por el tamaño de la cabina y para efectos de una mejor maniobrabilidad, descartaron usar el típico timón y optaron por dos palancas con controles electrónicos. "El 70% de los materiales usados en el proyecto son reciclables, esa es una de las principales exigencias de Shell para este certamen y queremos sacarle el mayor provecho posible", apunta Héctor Ticona. El valor de la integración Del 2015 a la fecha, el proyecto SEMA-PUCP ha pasado por varias fases y el equipo total de alumnos tuvo que dividirse hasta en cinco grupos para poder perfeccionar su producto, que aseguran seguirán mejorando con el tiempo. "Hubo un grupo encargado de la transmisión, otro de la electrónica, otro de la dirección, de la carrocería y del motor", comentan orgullosos. Para el ingeniero Luis Chirinos, otro de los profesores que apoya esta iniciativa, el logro más importante de los estudiantes consiste en haberse integrado y trabajado en equipo, siendo de diferentes especialidades. "El rol de las alumnas de ingeniería industrial, por ejemplo, en lo que respecta a gestión y organización, fue tan valioso como los ajustes que hicieron los alumnos de diseño industrial, o la tecnología brindada por los de mecatrónica". En tal sentido, tras la participación del equipo en la Eco-marathon de Shell, que se celebrará entre el 19 y 22 de este mes, se espera que sigan sumándose más miembros y no solo de carreras afines a la ingeniería. "Sería importante sumar a compañeros de sistemas, que puedan desarrollar un software que integre todas las partes del vehículo, o a los de comunicaciones para promocionar mejor el proyecto", comenta Héctor Ticona. Los principales requisitos para unirse al equipo son el entusiasmo y la dedicación, dos valores con los que estos chicos asumieron el reto de participar por primera vez en la edición 2017 de la maratón de Shell, en la que no obtuvieron muy buenos resultados, pero ganaron valiosa experiencia que les sirvió para perfeccionar su vehículo este año. "El evento consiste de varias etapas, el año pasado nos quedamos en la primera, que fue presentar el vehículo y sus especificaciones. Este año apuntamos a llegar hasta la última etapa, que es competir en el circuito y probar el rendimiento real de nuestro vehículo", anuncia el ingeniero y coordinador Julio Cuisano. Pero más allá del resultado y los logros que puedan conseguir estos muchachos, está su intención de desarrollar ellos mismos un vehículo de gran rendimiento y con un óptimo consumo de energía. "Creemos que existen las condiciones para poder desarrollar una industria automotriz nacional, y queremos ser los gestores de eso", anuncian optimistas.