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Cultural

¿Qué fue de la vida de Fernando, el hijo menor de Túpac Amaru?

Resulta prácticamente imposible entender y explicar la independencia peruana sin tener en el radar al legendario caudillo cusqueño. ¿Qué fue de la vida de su hijo menor Fernando Túpac Amaru? A continuación, un homenaje a ambas figuras históricas.

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El 17 de mayo de 1781, en la Plaza de Armas del Cusco, a Túpac Amaru II quisieron descuartizarlo vivo atando sus extremidades a cuatro caballos, pero esto fracasó. Fuente: BNP.

Escribe: Eduardo González Viaña*

El 4 de noviembre es el día de Túpac Amaru. Se conmemora al peruano rebelde que, a fines del siglo XVIII, recuperó la mitad de Sudamérica en manos entonces del colonialismo español.

Túpac Amaru fue capaz también de convertir en reales, aquí en América, los que hasta entonces habían sido sueños de los enciclopedistas en Francia. La abolición de la esclavitud y la devolución de la tierra a los trabajadores, entre otras reformas, parecieron el camino de vuelta a los tiempos dorados.

Ahora en España, en este octubre del 2024, se me ha ocurrido visitar a Fernandito Túpac Amaru. Como se sabe, el hijo menor del cacique cusqueño, entonces de once años de edad, fue el único superviviente de esa familia.

En un desprendimiento de benevolencia y humanitarismo cristiano, las autoridades españolas de ese tiempo dejaron con vida al niño, aunque después de que presenciara el suplicio de sus padres Túpac Amaru y Micaela Bastidas, que lo hicieran emprender una marcha a pie hasta Lima y lo condenaran al presidio.

En otra muestra de amor, la Santa Inquisición evitó que la simiente se perpetuara al imponer castración al heredero. Por fin, se le condenó a prisión perpetua, pero terminó viviendo en España y murió a los 33 años. Fue enterrado en un cementerio de pobres en la parroquia de San Sebastián.

Esta tarde, con varios amigos peruanos, fuimos a rendirle homenaje. Avanzamos por la calle Atocha donde se halla el templo y por fin desembocamos en la floristería donde acaso mora el alma atormentada, pero llena de esperanzas del joven mártir Fernando.

La floristería se encuentra situada exactamente donde se hallaba el campo santo y, allí, además de Fernando, descansan de sus quehaceres terrenales Lope de Vega y Miguel de Cervantes, entre otros.

Las bombas de la guerra civil arrasaron con el pequeño cementerio. Ha de entenderse, entonces, que su tierra es santa y que ella da vida a las flores que se expenden en ese lugar.

Esta experiencia me llevó más tarde a continuar la novela que escribo sobre Ciro Alegría. El primero de los novelistas peruanos partió al exilio en diciembre de 1934, luego de haber sufrido prisión por sus ideas políticas, como les ha ocurrido a muchos de los peruanos más ilustres de nuestro tiempo.

Viaja hacia un exilio del cual no sabe si volverá. En Chile escribirá “El mundo es ancho y ajeno”.

En el barco que lo lleva al destierro, se me ocurre que se encuentra con la sombra de un peruano que hacía siglo y medio partió también al exilio. Se trata de Fernandito Túpac Amaru, quien le dice:

-Tal vez, Ciro, soy el recuerdo o la sombra que ven quienes se alejan de su tierra. Sí, así es. Usted ha peleado por una causa noble y eso le ha ocasionado la prisión y el exilio, aunque no la muerte. Yo soy el recuerdo de esa patria en nombre de la cual usted pelea. Vengo a decirle que su pelea no ha terminado y que debe continuarla. Hable, Ciro, hable en nombre de mi padre, de mi madre, de nuestros abuelos, de nuestra gente. Hable en nombre de nuestras montañas. Hable en nombre de nuestros ríos. Todo nuestro mundo resucitará a través de sus palabras. Y el futuro será nuestro para siempre.

*Escritor. Acaba de publicar sus memorias El poder de la ilusión (UCV).